Mundos dentro de otros mundos


Vivo en un mundo el el que ya nada es lo que era, en el que el invierno se niega a mostrar su cara blanca y nevada y nos tenemos que conformar con el frío sin escarcha, con esas heladas que de cuando en cuando hacen que parezca que alguien se dejó la puerta de un inmenso congelador abierto.

Dentro de ese mundo está mi mundo, una casa en algún lugar de Europa a unos cuatro metros sobre el nivel del mar que lucha por adquirir una personalidad propia. Ese mundo dentro del otro ha sufrido algunos cambios esta semana. En primer lugar ya ha llegado la famosa cama que completa el dormitorio principal. Ha sido un parto largo y duro. La compré a finales de Octubre y ha venido a llegar a mi casa el pasado jueves. Son los problemas de esta nueva sociedad en la que las tiendas solo tienen una muestra y todo se ha de pedir a fábrica, en donde se construye únicamente lo que se demanda. Mi cama ya está operativa y ahora no consigo entender como pude dormir durante todos estos años en un tálamo tan incómodo. Mi mundo sigue cambiando y este martes llegará la mesa del comedor y las sillas, un capricho que me he dado en el que además de la funcionalidad ha primado el estilo. El estilo es caro, que lo sepáis, jodidamente caro. Mi cuenta corriente ha quedado renqueando con tantos palos y tardará un tiempo en recuperarse. Y en un arranque consumista sin precedentes el sábado compré el baño, finalmente. Después de la casa es lo más caro que he comprado en mi vida. Lo instalarán en unas tres semanas. Dicen que les tomará de dos a tres semanas. Haré fotos de todo el proceso y dependiendo de mi humor y de las ganas que haya las pondré por aquí, algo así como Nacimiento de un baño. Por fin podré deshacerme de ese retrete con el agujero del revés que tanto odio. Diseñar un baño es una tarea que toma horas, quizás no con otras personas, pero sí conmigo. El vendedor lo sabe ahora. Revisamos todas las posibles configuraciones, todos los materiales, todas las piezas y todo se discutió varias veces. El hombre sudaba como un cochino y pujaba frustrado porque lo que le parecía una venta fácil se le complicó enormemente.

Un tercer mundo dentro de mi mundo que a su vez está dentro del mundo global es el laboral. Ese pequeño mundo que cubre un tercio de mi tiempo anda sujeto a turbulencias. Quedan menos de dos meses para que cambiemos de manos y aún no hay nada claro. Dicen que habrá una reorganización terrible, que echaran a un montón de gente, que es el fin, que los japoneses arrasarán con nosotros pero lo cierto es que nadie sabe nada. Cada día veinte rumores nacen en algún rincón de las oficinas y se desarrollan como burbujas de espuma antes de desaparecer como estas. Cada cita en la máquina de café va acompañada de un ejercicio de rumorología, ciencia inexacta y muy propensa a errores. En este mundo laboral lo único cierto es que ya he pasado mi promoción y que una vez más he brillado tanto como cualquier estrella supernova. Resulta aburrido el saber que soy el mejor empleado, el más eficaz, el más creativo, el más mejor de todos, aquel que los demás deben mirar y reflejarse en él. Me aburre el no tener retos exóticos. Cuando me enfrento a todo lo que hice el año pasado sentado frente a mi jefe me asombra la lista de cosas que logré, en muchas ocasiones por golpes de ingenio. Debería dar clases en la universidad de ingeniería creativa, asignatura que yo he inventado y que me ha salvado el culo en más de una ocasión. Cuando estás en un lugar a miles de kilómetros y allí no hay nadie para ayudarte, solo dependes de tu ingenio para resolver los problemas y en ese área yo soy imbatible.

Otro mundo dentro de estos mundos es distorsiones, esta bitácora, un universo plagado de seres extraños, de aventuras extraordinarias y de momentos curiosos que recordaré retorcidos porque así he querido. Me pregunto hacia donde se dirige porque yo ya no lo sé. Parece tener vida propia. He conseguido controlar el crecimiento desbocado en el que parecía inmersa y devolverla a niveles más controlables. Me siento más cómodo con menos gente pasando por aquí, con los amigos y conocidos y sin esas molestas visitas que se creen con derecho a pataleo. No soy muy bueno anticipando sobre lo que voy a escribir pero creo que acabaré las dos sagas de viajes pendientes (Sudáfrica y Nueva Orleans) y volveré a intentar terminar las historias de temporada de caza y er Dani. Dependerá de la vida social y de las ganas, que escribir toma tiempo y en muchas ocasiones no lo tengo o lo uso para otras boberías como por ejemplo el cine o el alcoholismo social, que por suerte yo sí puedo tomar alcohol y comer todo tipo de carnes y pescados.

Todos estos mundos no son más que una colección de muñecas rusas que ocultan en su interior otras más pequeñas, más condensadas pero de igual aspecto. Estamos en febrero, en el año del señor de dos mil seis y seguimos transmitiendo desde estas tierras para el mundo y seguirá siendo así por el momento.


10 respuestas a “Mundos dentro de otros mundos”

  1. De nada. En febrero siempre me entran este tipo de neuras. Después llega marzo, comienza la primavera, abren el Keukenhof y me olvido de todo. Y en Abril con el primer avistamiento de un coño en bicicleta ya soy feliz hasta septiembre. Life is so simple!

  2. mis horas de oficina ya no serían lo mismo sin distorsiones. Lo peor de todo es que ahora veo el cine de otra manera, prejuzgo las películas según como tú las hayas comentado antes y cuando las veo al final voy poniendo subtítulos mentales del estilo de «esta es el chumino saltarín» «este es el joputa integral». . . me encanta!

  3. Dios, espero no estar creando aberraciones que me persigan en mis años seniles que bastante tenemos con bleuge, con el que espero compartir grandes momentos en el psiquiátrico.

  4. deberias hablar mas de politica
    asi yo saco eso de que no creo en la democracia y todos podeis cogeros el berrinche

  5. Es verdad que tú eres el que nunca ha votado. No, la política se quedará por ahora marginada.
    A propósito, ayer fui a la filmoteca y aún me tiemblan los pelos del culo. No sé ni como voy a hablar de esa película, pero será algo legendario.
    En la sala éramos unas ochenta personas, 3 Ken y 87 barbies. 4 putos teléfonos móviles sonaron a las barbies seniles. A la última le grité con voz en falsete: puta eres porque quieres.

  6. En chiquistaní por supuesto que yo en Holandés soy muy basto y si tengo que llamarla puta, la llamo kankerhoer que es como lo más barriobajero que se puede decir en esta lengua y las tías suelen tener reacciones violentas.

  7. hahaha… si, el otro dia le llamo eso un cliente a una agente mia aqui en el trabajo, y la pobre se me puso aqui a llorar… seria la impotencia de no poder darle una patada en los huevos al amable «customer»

  8. Por alguna extraña razón esa palabra tiene unos tintes legendarios en este idioma. Cuando la uso con alguna vieja que se me cruza con la bicicleta se quedan blancas de la rabia. En español no existe una palabrota que despierte las mismas emociones.