Napoleón: en el nombre del arte – Napoleon – In the Name of Art


Hoy tenemos un documental al que le tenía unas ganas tremendas, sobre todo porque lo narra Jeremy Irons y su voz en documentales es fantástica. Coincidió que con mi esclavitud recién comenzada, tuve que ir a la sede de la empresa cerca del aeropuerto y cuando acabé de trabajar, mirando los horarios en el cine, encajaba perfectamente en mi ruta, así que decidí hacer una parada en la filmoteca en Ámsterdam y entrar a ver el documental del que voy a hablar, que se titula Napoleon – In the Name of Art y que tiene en español el título de Napoleón: en el nombre del arte aunque creo que en España solo se vio en un festival y hasta donde yo sé, no está en ninguna de las plataformas digitales y visto el cartel, la deberían titular en España truscoluña no es nación.

Un julay enano y capullo afana más que el Güaca

Resulta que cuando Napoleón entró en racha y ganaba batallas y demás, después rapiñaba arte por un tubo y se lo llevaba a su museo en París, ese que después le hicieron una pirámide por encima. También rapiñó de Egipto, pero en donde arrasó fue en Italia, lugar en el que hasta se coronó rey y hasta puso a su hijo como rey o algo así. Allí afanó un montón de arte que se llevaron de Italia y que después tuvieron que devolver y en este documental seguimos su vida y sus robos de obras, que está todo muy bien documentado y al mismo tiempo, una panoli encuentra en un archivo la partitura de la música de la coronación de Napoleón como rey de Italia en Milán y durante la película, irán entrenando o practicando o como quiera que se diga y al final de la peli, termina con una orquesta tocando la música de la coronación en la catedral de Milán, en la segunda vez en la historia que se escucha la susodicha música y en la misma catedral en la que sonó por primera vez.

El documental es muy didáctico y nos da otra visión de Napoleón, no la del enano que se escondía la mano y que tenía una mala lefa que no veas, sino la de un pavo al que le gustaba el arte y aún más, rapiñarlo y llevárselo a Francia, ya que creía que los franceses eran como los únicos que, al ser libres, podrían apreciar y educarse con el arte y por consiguiente, todo el buen arte debía estar allí. Mientras seguimos las obras que se llevaron o las que consiguieron escapar al hurto, vamos oyendo del estado de las conquistas, batallas y demás de ese hombre que llegó hasta Rusia y de allí salió mal parado, que llegó a Egipto y de allí también salió cagadísimo y del que todos siempre tienden a pensar en lo bueno pero que también metía la gamba y en muchas ocasiones, sus victorias fueron por pura suerte.

Este es un fabuloso documental sobre el arte y sobre su relación con el poder y merece la pena verlo, aunque tengo claro que cualquier miembro del Clan de los Orcos preferíría que le corten las uñas negras de los pies a pasarse hora y media en un cine. Sí que fascinará y entretendrá a los sub-intelectuales con GafaPasta.


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