Cuando pasé por Estambul el otro día mi amigo el Turco tenía clarísimo que íbamos a ver la película de la que quiero hablar hoy. al parecer está basada en un juego de esos de consolas, tiene muchos coches y carreras y para él, no hace falta mucho más. La versión que vimos era en dos dimensiones, algo que en este caso se agradece un montón porque debes acabar con la cabeza descolocada si tienes que procesar tres dimensiones con la velocidad a la que cambiaban los planos. La película es por supuesto Need for Speed y se estrena la semana que viene en España con el mismo título, ya que los que conocen el juego saben a lo que van y si le pusieran el título de truscoluña no es nación, probablemente acabarían confundidos.

Un julay taxista-ilegal pasa dos años en el trullo y al salir busca vengarse del truscolán que se la jugó en una carrera organizada por el rey de los jinameños y esponsorizada por el mismísimo y épico Güaca

Un chamo que tiene un taller de tuneado participa en una carrera con un pollardón que le tiene manía y en la misma muere uno de sus amigotes y él acaba injustamente en la cárcel. Dos años más tarde sale del trullo y decide participar en una carrera ilegal con un premio espectacular solo para tocarle los güevos al pollardón. Tendrá que cruzar los Estados Unidos en un cochazo que no veas, con una chocha con ganas de cipote de copiloto y una vez en la carrera, pues correr y tal y tal.

El guionista de esta película es un firme creyente en el uso de palabras sueltas para expresar frases completas y cuando se decide a escribir una oración, lo hace pensando que las personas que ven la película sufren de graves carencias cerebrales. Es la única explicación para las estupideces que tienes que oír. Ya cuando la película estaba por comenzar y la mayor parte del público no llegaba a los quince años me imaginé que la cosa sería más simple que un folio en blanco y resultó cierto. Todos los diálogos seguramente caben en un folio. Aquí lo que falta son las chochas en micro-bikini subidas al capo del coche meneando las domingas a ritmo de guarretón como en otras series muy conocidas y apreciadas (incluyendo a un servidor). Esto es un masque en el que usan coches que no parecen muy tuneados, no hay hembras, salvo la copiloto y la tía parece que tenía frío y no se quiere quitar la ropa y el protagonista es un tal Aaron Paul que no recuerdo de películas anteriores pero que demuestra que está muy limitado a la hora de actuar y su cara de enfado es similar a su cara de encoñamiento y a su cara de concentración y hasta a la de jiñar, es que el pobre no da para mucho. El guión es estúpido y las carreras son aburridas. Por muy espectaculares que sean, aburren, no es más que un chamo conduciendo, un director de cine cambiando planos tres veces por segundo para despistar y tratar que la cosa sea más interesante y las tramas secundarias son para niños en edad preescolar. Lo mejor son los coches. Da un poquito de pena que Michael Keaton haya terminado parodiándose a sí mismo en Bitelchús, solo que viejísimo, aunque todos tenemos derecho a un mendrugo de pan y el pobre seguro que estaba muy necesitado. El malo lo interpreta Dominic Cooper, un actor que da unos bandazos que no veas y que aquí tiró por coger el dinero y salir cagando por patas.

Sin llegar a dormirte, no es nada especial. Esto no se lo puede perder ningún miembro del Clan de los Orcos, es como su particular catecismo. No creo que puedan llevar a las Hembras. Para el resto, mejor no.