Ningunéame y te vas a cagá


Hoy tenía planeada mi primera visita del año a la oficina del norte, la que está junto al aeropuerto, que yo siempre voy al sur, a la fábrica y al centro de reparaciones, que allí me divierto, está mi jefe y los colegas. La razón de la visita al norte la explicaré en otra anotación ya que así estiro el concepto y lleno un par de días, que todavía no he terminado de procesar los vídeos de las inmersiones navideñas.

Así que esta mañana, que ayer cuando me acosté decían que hoy tendríamos un día nublado, salí de mi casa y había una puñetera llovizna y yo todo emperchado, por circunstancias que ya explicaré. Llegué a la estación y en lugar de hacer mi circuito tren hacia el norte, transbordo, tren hacia el sur, hice el primer tren, pero el transbordo, en lugar de seis minutos, son cuatro y el tren está en el otro extremo de la mayor estación ferroviaria de los Países Bajos, así que uno, que se conoce el tren al dedillo, se subió por la puerta que se queda junto a las escaleras al parar el tren y salí y tuve que tirarme al menos seis peos para incrementar la velocidad y llegar a velocidad de crucero corriendo, atravesar la estación de punta a punta, bajar las escaleras sin perder la dignidad y saltar en el tren ya perdiéndola, solo que mi Ángel de la Guarda estaba ya despierto e hizo que el tren que va hacia Ámsterdam llegara con dos minutos de retraso y el tren que va hacia el aeropuerto sale después de ese y por consiguiente, también tenía un retraso de tres minutos, con lo que pese al carrerón, al final no me hizo falta y hasta conseguí asiento. Una vez en el aeropuerto, en el mismo andén llega otro tren que es el que me lleva hasta mi destino final y allí, caminando a la oficina, solo que allí, tan al norte, la lluvia se había convertido en nieve y estaba nevando, aunque no cuajaba por la temperatura del suelo, que debe estar a unos ocho grados y por la temperatura al nivel del suelo, que era de dos o tres grados, obviamente insuficiente para mantener la nieve en su estado natural, o sea, como nieve.

Me salto todo lo que sucedió durante la mañana y me centraré en un detalle. Cuando subía al pa’rriba, mandé un güazáaaa a un colega que ahora trabaja por allí y que fue mi mentor y todo, indicándole que the Chosen One estaba en camino por si quería ir a caminar con el Elegido al mediodía. El chamo me ninguneó y ni miró el mensaje. Yo sobre las doce y diez salí a caminar y mi Ángel de la Guarda me llevó por una ruta desconocida y en cierto momento como que decidí cambiar de ruta y voy escuchando mis podcasts, en este caso hablaban de la mejor serie del universo, The Last of Us, que no la recomiendo porque aquí hay mucho inculto y estaba enfrascado en la explicación del último episodio que vi ayer cuando en un semáforo, frente a mí, el colega que me estaba ninguneando. Es decir, en aquella zona industrial, con miles y miles de julays trabajando y en donde yo solo conozco a uno, sucede que ese es arrastrado hasta un semáforo frente al que me encuentro yo. Obviamente le saludé como se merecía, con un ¡gilipollas! y él se puso rojo y se disculpó y le digo a sus compañeros que de Uitverkorene es así, que se olvidaron de ponerme los filtros en la boca y yo suelto las carajotadas una detrás de otra, así que ya puestos, lo llamé truscolán, podemita y suciolisto y le deseé todo lo peor, siempre. Después caminamos juntos y al final de la caminata me llevó a su empresa y me hicieron jurar por las bragas más sucias de Mafalda que ni haría fotos ni contaría nada sobre los productos maravillosos que vi por allí, así que solo diré que visité el centro de desarrollo de esa empresa, visité los laboratorios, me reí de todos los frikis cejijuntos que trabajan allí, que todos sabemos que en esos sitios se cumple el mandamiento ese que dice Dios los cría y ellos se juntan y cuando acabamos la visita, nos despedimos y ya le avisé que seguramente estoy por allí en marzo un día y que como me vuelva a ningunear, le prendo fuego a su oficina y a su carro, que sé cuál es y después regresé a mi laburo para la sesión de tarde.

Saltándonos de nuevo lo que pasó allí, después de las reuniones, una italiana me dijo que se bajaba a Bolduque y que si podíamos ir juntos en el tren hasta Utrecht. Ella es y era intimísima de la pava a la que yo sustituí, así que era una fuente de información interesante y fuimos juntos y me enteré de un montón de cosas. La chama durante el día flipó con lo que vio en los dos tramos que he obviado en esta anotación, así que no diré nada de lo que sucedió en esos hasta otro día.


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