Noveno día. Penang


El relato de este viaje comenzó en Camino a Kuala Lumpur y Tienes un índice con todos los capítulos en Viaje a Malasia del 2009: Índice con toda la historia.

Penang ni siquiera estaba en mis planes iniciales. Mi guía Lonely Planet la mencionaba como uno de los tres sitios que ver en el país pero mi amigo el Rubio me había hablado muy mal de ella e inicialmente no iba a pasar por ahí. Por la forma en la que se fueron ajustando las cosas, mi viaje fue cambiando y al incluir Langkawi en detrimento de Melaka la parada en Penang tenía sentido. Esta isla, conocida como la Perla del Oriente tuvo en el pasado una de las ciudades más importantes de esta zona, Georgetown, la cual entró en una alarmante decadencia durante la Segunda Guerra Mundial de la que nunca se ha recuperado. La ciudad está superpoblada y personalmente creo que carece del encanto de otros lugares de Malasia. Habiendo llegado a la ciudad alrededor de las dos de la tarde y marchándome al día siguiente por la mañana no tenía demasiado tiempo y decidí concentrarme en lo más importante. Salí del Bed & Breakfast y tomé una guagua hasta el Distrito Colonial en donde comenzaba mi caminata. Esta parte de la ciudad es donde se concentran los edificios oficiales y en la que hay menos tráfico. Arranqué desde el State Assembly Building, un edificio imponente de estilo neoclásico y junto al que hay una rotonda con el Victoria Memorial Clocktower, una torre donada por un millonario chino para celebrar el Jubileo de diamante de la reina Victoria en 1897. La zona es muy fotogénica y desde allí caminé hacia Fort Cornwallis pero ya estaba cerrado y no lo pude ver. De todas formas, a lo largo de mi vida me he hartado a ver cañones viejos y no creo que me haya perdido mucho. Desde allí seguí andando y pasé por delante del Ayuntamiento, un edificio espectacular. Aún más impresionante es el edificio de la Corte Suprema que parece sacado de alguna película de los años veinte. Justo cuando estaba por allí comenzó a llover y aunque al principio no era muy molesto, el cielo se estaba oscureciendo y tras pasar por la Iglesia de San Jorge, la cual es la iglesia anglicana más antigua del sureste de Asia decidí entrar en el Museo de Penang en donde me quedó clarísimo que unos y otros colonizadores se llevaron todo lo que pudieron y a esta gente les dejaron cuatro cosas malamente. por suerte la lluvia había parado cuando acabé mi visita al museo y pude seguir hacia la Catedral de la Asunción, por supuesto católica.

Más o menos con esto acababa la parte colonial y decidí continuar con el paseo por el Barrio Chino el cual comenzaba en el templo Budista Kuan Yin Teng o Templo de la Diosa de la Piedad (o algo parecido, que mi chino no es muy bueno). Como era un día festivo para los budistas aquello estaba petadísimo de gente y encendían unas varas como de incienso de dos metros de largo que echaban un pestazo que no veas. La gente hacía ofrendas y en el templo no cabía una mosca. Entré con la cámara y no sólo me dejaron hacer fotos, había uno que hasta me colocaba a los cabezudos chinos para que me salieran bonitos y me sugirieron que por la tarde fuera a otro templo en el que había algún tipo de procesión im-presionante pero no pudo ser por motivos de conflicto con mi agenda. Aún así, el templo me dejó un buen recuerdo. Siguiendo por la calle llegué al Sri Mariamman Temple, el templo hindú más antiguo de Penang y que visité. En su interior hay un diamante enorme y una esmeralda incrustada en la estatua de un julay hindú. Como siempre sucede con los hindúes, en la puerta había un montón de gentuza llena de enfermedades repugnantes que intentaban tocarte para que les des dinero pero nada que yo no pueda esquivar con unas carreras y un par de miradas amenazantes. Cada templo hindú en el que he entrado me ha convencido más y más que jamás debo ir a ese país. Después de salir corriendo del templo aprovechando que el pordiosero de la puerta se despistó me acerqué al templo de Teochew, mucho más tranquilo y además precioso por dentro. Seguí por Lebuh Armenia, una calle que aparecía en la película Ana y el rey y en la que hay unas cuantas tiendas de esas en las que haces fotos desde afuera porque se ven tan alucinantes que no te puedes contener. Pasé por otro templo chino, el Cheah Kongsi Temple y ya a esas alturas ni olía el incienso ese que queman a destajo. Desde allí me acerqué a ver el Dr Sun Yat Sen’s Penang Base, edificio en el que al parecer se hacía un periódico llamado Kwong Wah Jit Poh del que por supuesto yo no tenía ni puta idea y que a día de hoy sigue siendo uno de los periódicos más antiguos en todo el universo escritos en Chino. Finalmente toda esta caminata me llevó al Khoo Kongsi, en Cannon Square, una auténtica maravilla de la que tengo dos postales que si fuera menos gandul regalaría a alguno de los lectores de la bitácora. El conjunto de edificios era una casa de Clan, al mismo tiempo templo y también lugar de reunión para los chinos del mismo clan. El templo es apabullante, una auténtica maravilla que no hay que perderse. Dicen que cuando lo acabaron en el año 1901 era tan increíblemente hermoso que esa misma noche ardió el tejado y echaron la culpa a los dioses que tenían celos por la belleza del lugar. Creo que se me fue la mano haciendo fotos pero es que el sitio parece un decorado de película de ciencia ficción. Sin ninguna duda, lo que más me gustó de Penang.

Allí acababa el paseo y decidí volver al B&B para descansar un cuarto de hora y continuar la maratón. Decidí caminar por la calle Lebuh Campbell la cual me llevaba directamente al B&B. En la misma está el mercado Cambpell Street que supuestamente funciona por las mañanas. A esa hora lo único que vi fue unas ratas ENORMES que se comían los restos de comida del suelo y recordar esto bien porque en el próximo capítulo habrá una referencia a este sitio. Aluciné con las ratas, eran como gatos de grande. Una se fijó en mi y tuve que salir por patas. Largué lastre en mi habitación y pregunté como llegar a Penang Hill y en la recepción me indicaron en donde podía tomar el autobús. El viaje es de unos treinta y cinco minutos y en el mismo un malasio se puso a hablar conmigo en una mezcla entre inglés e italiano. El hombre me contó que había pasado un año en Italia aprendiendo el idioma y seis meses en Suecia pero que este último país le pareció una mierda y la gente aún más. Ahora trabajaba en una agencia de viajes durante el día y de camarero en un restaurante italiano por la noche. El hombre me habló un poco de las costumbres locales y me ilustró sobre la historia del lugar. Se bajó un poco antes de que llegáramos a la base de Penang Hill, lugar en el que se toma un tren funicular que te sube a unos setecientos metros de altura para disfrutar de unas vistas increíbles de Penang. El viaje en el funicular dura alrededor de veinticinco minutos y a medio camino hay que cambiar de tren. En la subida el funicular va prácticamente metido en la jungla, todo muy increíble.

Una vez arriba Las vistas de la ciudad, de la isla, de la bahía y del puente que la une a la península son increíbles y más en el momento en el que yo llegué por allí que era cuando el crepúsculo comienza a devorar la luz del día y nos prepara para la noche. Visité el templo hindú y una mezquita que hay allí arriba y con la llegada de la noche decidí bajar y volver a la ciudad. El camino de vuelta fue aún más tedioso ya que había un montón de tráfico y tardamos casi una hora a paso de procesión fúnebre. Después de dejar la cámara en el B&B ma acerqué a la calle Lebuh Chulia en la cual hay tantos restaurantes como edificios y elegí uno de comida Tailandesa en el que me di un atracón a langostinos a precio de risa. Paseé un poco para ver la ciudad iluminada y las putas en la calle y después decidí retirarme a dormir ya que al día siguiente me tenía que volver a pegar un madrugón y estaba cansado.

Mi siguiente destino era Langkawi.

El relato del viaje continúa en Décimo día. Desde Penang a Langkawi


5 respuestas a “Noveno día. Penang”

  1. Genín, tiene más mérito si piensas en los treinta y pico grados y la humedad pegajosa. Según mi guía Lonely Planet, lo que yo hice en medio día era el plan de ellos para casi dos días de visita turística. La ciudad en sí no me gustó así que con ese tiempo tuve más que suficiente.

  2. A mi me llevaría lo menos, cuatro días, y más en esas condiciones de temperatura (la humedad creo que ya estaría acostumbrada)Pero tambien creo que puedes apurar tanto porque vas solo, si vas acompañado no creo que te diera tiempo a ver todo eso, siempre te paras más a comentar los sitios y tal……o a discutir siguientes paradas o altos para la comida…. menos si son tus padres los acompañantes, porque a esos pobres los tienes machacaditos, que cuando van de viaje contigo fijo que pierden peso…

  3. Mis padres caminaron en Nueva York casi tanto como yo y se vieron la ciudad perfectamente. Para conseguirlo se entrenaron durante dos meses y cogieron el fondo suficiente. Con Waiting me hice Florencia en un viaje que todos queremos olvidar con el Marico Hechicero de Ginebra y te aseguro que también caminamos un huevo y a mi amigo Kike lo reventé en Roma pero aguantó la presión muy bien, así que con gente yo hago lo mismo y los obligo a seguirme.

  4. Sulaco: lo bueno de viajar tanto es que te acostumbras a caminar mucho, conozco solo dos personas que pegan esos palizones a sus acompañantes, tu y un chamo que duerme conmigo casi cada noche al año. El viaje, lo quiero olvidar por la parte mala, pero viajar alli contigo fue una pasada y no digo mas nada para que despues no me salgas con unas de tus groserias como que no juegas en dos tableros bla bla bla. Voy a por el marcalibro. Lo siento por la competencia. Virtuditas venga, que tu y yo podemos ser las campeonas si nos lo proponemos 🙂