Nymphomaniac: Volume II


Solo unas horas después de comentar Nymphomaniac: Volume 1, nos acercamos a la segunda película o a la segunda parte de una historia que cortaron en dos para evitar sesiones cinematográficas de cuatro horas, algo que definitivamente habría sido insoportable. En mi caso, la pausa de veinte minutos que tuve entre las historias la aproveché caminando un poco por los alrededores de Leidseplein, observando a los cuatro turistas que han llegado a la zona en un fin de semana de enero que parece más bien de otoño. De los que vimos la primera parte repetimos casi la mitad y el resto hasta llenarla al completo era gente que había acudido durante las dos semanas anteriores a ver la otra, ya que se estrenaron con tres semanas de distancia y eso ha permmitido que la primera siga en cartelera. Siguiendo con el tema, esta se titula Nymphomaniac: Volume II y en España se estrenará en enero.

La julay con el calentón de chichi acaba de contar su historia

Ya conocemos como conoció el sexo y como se desbarató y volvió loca con el mismo y en la segunda parte vamos llegando a sus movidas más obscuras. Vuelve con Jerôme y como un macho solo no es suficiente para aplacar sus calenturas, se echa a la calle para encontrar siete u ocho más todos los días que toquen la zambomba con ella. En esas descubre al chamo Gabriel, interpretado por Jamie Bell que no se la folla pero le mete unas tundas que no veas con el rollo sadomasoca. Mientras este la calienta a tortazos ella deja siempre a su hijo solo en caso y un día el marido lo encuentra y se coge un emputa abandonándola. A partir de ahí ella va cuesta abajo, follando enloquecida y acabará trabajando como recolectora de deudas con métodos dudosos y posiblemente ilegales.

En esta parte llegamos hasta el momento en el que comenzó la película y a través de los varios segmentos nos enteramos de por qué estaba tirada en una calle después de recibir una paliza. La historia pierde el ritmo completamente y se vuelve demasiado monótona. Las coñas de sadomasoquismo aburren un poco, el Jamie Bell es demasiado bonito como para ser un cabrón y nadie se cree que les de caña a las pavas y la historia de su trabajillo no termina de cuajar. La cosa se complica aún más cuando nos enteramos de la razón de su caída y todo lo que sucederá a partir de ese momento. Una lástima porque seguro que había formas de contar la historia sin lastrarla pero Lars von Trier no las pudo encontrar y se conformó con mediocridad y un poquillo de sexo, aunque tampoco os creáis que hay muchísimo. El final desilusiona un poco y cuando la pantalla se queda en negro, todos esperábamos que comenzara un nuevo segmento ya que no es un punto punto para cortar.

En fin, que sigue sin ser cine para los miembros del Clan de los Orcos y sigue siendo un producto para sub-intelectuales de GafaPasta, aunque imagino que reaccionarán como yo y el resto de los espectadores, ya que mientras abandonábamos la sala pude escuchar a varios que comentaban que la primera parte es mucho mejor.


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