Ondina. Un amor para siempre – Undine


Volví por segunda vez en el mes de junio a la filmoteca en Amsterdam para darme un empacho de cine raro y al montar mi programa, elegí para empezar una película alemana que normalmente evitaría como la peste pero en la que el chamo hacía submarinismo, que ya es un tema que puede atraer y atrae mi atención. Así que le di una oportunidad a este drama titulado en alemán como Undine y que en español se alarga un montón y se convierte en Ondina. Un amor para siempre, que ya puestos, podrían también haber dicho que truscoluña no es nación.

Una julay friki que no veas corta con el macho que se la empeta y se junta con otro macho que parece acarajotado pero que también le da chimpún y finalmente, las cosas acaban pero que fatal porque la pava está requeteque-chiflada.

Al parecer esto tiene que ver con cuentos antiguos. Tenemos que una pava que trabaja de historiadora en Berlín, aunque si a mí me lo preguntas te diré que es guía turístico, rompe con su macho y le dice que si la deja, que lo tendrá que matar porque así de sobradas van las podemitas y el tío se acojona. Va pero que dispuesta a matarlo cuando se topa con un acarajotado que ha estado en su última gala y que le dice que le fascinó y tal y tal y como que acaban fornicando como conejos. El tío es rarísimo y trabaja de soldador submarinista o algo así y hasta la lleva un día a bucear. Como viven lejos uno de la otra, se pasan mucho tiempo conmutando en tren desde Berlín. En esto que la pava se pelea con el nuevo chamo, se encela con darle el finiquito al viejo chamo y después acaban todos pero que fatal o algo así.

Esto sí que es cine de autor. En muchas ocasiones es que me preguntaba si la trama aquella venía a cuento de algo pero como era entretenida y cuando parecía que me iba a aburrir aparecían escenas de buceo, como que aguanté la hora y media con entereza. Tengo que reconocer que aún no me he aclarado con la historia y que el director parece tener el don para colocar la cámara en el sitio equivocado. El toque místico y mágico no llegó a convencerme pero bueno, tampoco se me hizo muy pesada.

Esto se lo pones a un miembro del Clan de los Orcos y arde media ciudad en los primeros diez minutos. Es el tipo de cosa pretensiosa que atrae a los sub-intelectuales con GafaPasta, aunque estos también son como alcahuetas y se avisan entre ellos que tampoco es gran cosa.


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