Después del empacho de cine para sub-intelectuales y pallufos en tres dimensiones que me he metido en los últimos tiempos, andaba desesperado buscando una comedia, algo simple y directo para reírme y pasarlo bien sin más, un objetivo sencillo pero en ocasiones casi imposible de conseguir. A mi rescate llegó una película que tuve que ir a ver a Amsterdam ya que en el cine de mi ciudad han decidido no ponerla en pantalla, supongo que porque sus protagonistas están más bien de capa caída y ya no son los estrellones que brillaron como soles en su día. Se rata de la película Grudge Match y en España se estrenó en enero con el título de La gran revancha, emulando otras películas famosas y como siempre con el traductor y el distribuidor compinchados para engañar a los cuatro pollabobas que todavía siguen defendiendo lo de la gran calidad del doblaje y tal y tal.
Dos julays faltos de pelas se apuntan para un combate treinta años después del último y que los pilla a ambos en los sesenta
Dos boxeadores que treinta años atrás fueron rivales encarnizados y protagonizaron el combate del milenio están en plena decadencia cuando un promotor les ofrece un combate en el que zanjar definitivamente la rivalidad y determinar de una vez por todas quien es el mejor. Los malos rollos entre ellos comenzaron cuando uno empaló a la novia y amor verdadero del otro y le hizo un bombo más grande que el de la lotería de Navidad. Ahora, el hijo que nació de aquella chingada conocerá a su padre y al hombre que hacía que se le engrifaran los pelos del chichi a su madre. Mientras ambos preparan el combate, el amor vuelve de la mano de la misma pava que lo cagó todo.
Aunque el trailer tiene un par de momentos en los que te ríes fui al cine convencido que esta sería una de las grandes decepciones del año. Por suerte me equivoqué. Desde los primeros minutos queda claro que es una comedia y que todo el mundo se ha apuntado al tema y quieren hacernos reír. El guion tiene una trama sencilla y directa con la rivalidad entre dos hombres, una hembra de por medio, un promotor que quiere ser alguien en el mundillo y un hijo que al descubrir quien es su padre quiere conocerlo y quizás mantener algún tipo de relación con él. La trama no se hace pesada en ningún momento y las escenas en las que te ríes a carcajadas se repiten una detrás de otra. El tempo de la película para el cachondeo es fabuloso. Sorprende ver a Sylvester Stallone en un papel creíble y riéndote con sus boberías. Aún más sorprende que Robert De Niro no parezca la caricatura de sí mismo a la que nos tiene acostumbrados en los últimos años, en los que parece que solo hace las películas por el cheque. Aún más importante, alucinas en colores cuando aparece Kim Basinger, con sesenta y un tacos y aparentando veintinueve. Está como para lefarle la cara ya mismo. A esa tía la deben tener en el mismo arcón que guardan la sábana santa y la sacan una vez cada década para que haga una peli porque si no, no hay explicación posible ni cirujano plástico que pueda hacer algo así. No solo está preciosa, sigue recordando como actuar y la cámara sigue enamorada de ella, regalando carisma siempre que aparece.
La película tiene la cantidad justa de tramas secundarias y todas están relacionadas, el guión es consistente, la dirección bien hecha y los actores están en gracia. El trailer engaña ya que solo muestra una pequeña parte de lo que trata la película, justo lo opuesto a lo que nos tienen acostumbrados hoy en día, en donde en el trailer está todo lo mejor. Definitivamente es una película para los miembros del Clan de los Orcos y yo diría que sobrepasa los márgenes de tolerancia de los sub-intelectuales de GafaPasta. Para los demás, si te quieres echar unas risas, es perfecta.
