Cuando estuve este año en Vietnam algo que eché de menos fue los lagartos gecos. Los hoteles y pensiones que elegí todos tenían un buen aire acondicionado y salvo por uno de ellos, nunca detecté que dentro de la habitación hubiera alguno. Es una pena porque uno se acostumbra a estos animales y les coge cariño. La foto de hoy la vimos por primera vez en agosto del año 2010 en la anotación Lagarto geco y hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.
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Plaza Patio de las Banderas
El Patio de Banderas es una plaza que está cerca de los Reales Alcázares de Sevilla con unas vistas muy bonitas de la Giralda combinada con naranjeros y unas casas encaladas de blanco muy vistosas. Aún no he conseguido comprender por qué en Andalucía (y en Valencia) se plantan estos naranjeros en la calle y al parecer esas naranjas no se pueden comer porque dicen (me han dicho que decían que oyeron …) que son malísimas para la ingesta. Digo yo que ya puestos a poner árboles frutales, deberían poner los buenos, los de comer. El nombre de la plaza lo debe a que cuando venía a la ciudad algún mandatario, ponían banderas en el lugar (wikipedia dixit).
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Distorsión de perspectiva
En un universo paralelo, aquí mismo pero en un plano que no podemos ver, un equipo de once científicos españoles trabaja a las órdenes de otro frenéticamente. En paralelo, equipos similares de otros países europeos se dejan las neuronas y tras tres semanas, son los españoles los que han conseguido la solución única para curar todos y cada uno de los tipos de cáncer existente. Nunca antes en la historia de la humanidad se produjo un avance tan significativo o así nos lo hicieron creer los titulares de los periódicos y la rueda de prensa anunciando la victoria española no solo frente a esta enfermedad sino frente a los equipos europeos con los que competían. Por desgracia, trabajar duro para conseguir la cura contra esa enfermedad está bien pero no es muy mediático y la noticia duraba algo más de cincuenta segundos en los boletines de noticias y tras el primer día y la sorpresa inicial, cayó en el olvido. Los investigadores regresaron a sus casas, agotados y contentos por lo que habían logrado pero sin que nadie los reconociera o los parara por las calles para pedirles autógrafos y felicitarlos. Millones de personas y las que están por venir tendrán una vida mucho mejor tras este logro y probablemente muy pocos sabrán que se lo deben todo a un grupo especial altamente cualificado.
En otro universo paralelo, aquí mismo pero en un plano que tampoco podemos ver, un equipo de once economistas trabaja dirigido por un reputado catedrático compitiendo con equipos similares de los otros países europeos. Los españoles sudan tinta y no paran ni para comer hasta conseguir el milagro: el algoritmo de la solución a la crisis. En un documento claro y específico se explican los pasos que hay que dar, los lugares en los que hay que cortar, retocar y ajustar y ese día son mencionados en las noticias, al rebufo de la crisis y como un complemento bonito pero inútil de la misma. Todo el mundo se olvida de ellos inmediatamente aunque según se empieza a seguir su plan, las cosas mejoran rápidamente y un año más tarde, Europa crece como una locomotora imparable y en la prensa solo se habla de lo bien que va todo y lo precioso que se ve el futuro. El paro ha descendido hasta niveles nunca vistos, la casta política ha visto reducido su poder y su capacidad para mangonear, los sectores agrícola e industrial tiran de los países y en Europa, todos somos como hermanos. Todo se lo deben al equipo español, ese que consiguió la receta que sacó al continente de una de sus peores crisis. Los nombres de esos hombres jamás serán recordados y quedarán como una nota marginal en los libros de texto.
En un tercer universo paralelo, aquí mismo pero en otro plano que al igual que los anteriores no se puede ver, un equipo de once ingenieros españoles trabajando para un visionario han conseguido batir a los otros equipos europeos y han creado el primer sistema de teletransporte. Su solución es sencilla, económica y elegante y llegan a la portada de los programas de noticias aunque igual que aparecieron en los mismos, desaparecen. En los meses siguientes el ser humano da un salto cualitativo y cuantitativo en su historia y pronto, los aviones y coches son cosa del pasado. En unos años, el problema del CO2 ya no es tal y todos nos movemos al supermercado o a nuestro destino de vacaciones simplemente cruzando el umbral de una puerta en nuestras casas. Los medios de locomoción pasan a ser cosa de los museos y solo sobreviven aquellos que nos permiten hacer deporte. Tomar un café en Estambul, almorzar en Hong Kong o cenar en Buenos Aires con los amigos pasan a ser cosas normales y a las que no le damos más importancia ya que las restricciones impuestas por los medios de transporte han desaparecido. El equipo que lo logró y que consiguió algo que solo podemos comparar con el invento de la rueda está formado por desconocidos, unos hombres de los que nadie conoce su nombre ni de los que se habla.
En nuestro universo, aquí mismo, en este mismo plano, un equipo de once jóvenes bajo el mando de un señor ya mayor corren detrás de un objeto esférico y en tres semanas se enfrentan a otros equipos en seis ocasiones, durante noventa minutos, salvo por un día que tuvieron que hacer una hora extra, ganando el título del mejor equipo de Europa. El país se vuelve loco, la gente se pega a los televisores y se baten todos los récords de audiencia, cientos de miles de sub-intelectuales petan las calles de la capital del Reino del MataElefantes para recibirlos, los periódicos ponen la noticia a cinco columnas y en sus ediciones online la mantienen en portada incansables durante días, buscando detalles tan importantes y vitales para la humanidad como saber si el portero besó a la chama que empala y que sucede que trabaja siguiéndolo para un medio de comunicación. Mientras todo esto está ocurriendo, el país está al borde de la bancarrota (si no es que ya está en ella y no lo han anunciado), hay más de cinco millones de parados, hay más políticos por ciudadano que en ningún otro lugar del mundo incluyendo regímenes comunistas totalitarios, la corrupción está a niveles épicos y los socios comunitarios comienzan a considerar que lo mejor es dejar caer a ese país, que se estampe, que se maten entre ellos y pasen una buena hambruna y con algo de suerte que aprendan de sus errores. En nuestro universo, lo del Circo para la plebe ha funcionado desde siempre. Lo usaban los griegos en la antigüedad, los romanos con sus gladiadores y espectáculos similares, en la edad media con las justas y hoy en día con Olimpiadas, mundiales y cualquier deporte que se precie y que varía según las regiones siendo el fútbol en la nuestra. La perspectiva de la gente es tan errónea que no quieren un mundo mejor para todos, quieren organizar eventos y ganar premios y fardar con los mismos aunque mirando detrás del telón, los que han conseguido el premio son una banda de machangos, posiblemente con estudios mínimos, muchos de ellos cubiertos en tatuajes que demuestran su bajo nivel social e intelectual y que presumen de millonarios y que lo único que hacen para ganar dinero es correr detrás de un objeto inanimado y conseguir introducirlo entre dos palos que están separados por algo más de siete metros de distancia o proteger el espacio comprendido entre esos dos palos del equipo contrario.
… Lo que daría por no haber nacido en el universo de la pandereta …
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Ultramarinos Carnecería el Reloj
Cuando llegamos a una ciudad, cada uno se fija en cosas distintas. No hay dos paseos turísticos idénticos porque quizás a ti te gustan los enrejados, al otro las flores de color rojo y a ese de allí le pierden los cielos azules. Paseando por la calle Arfe me fijé en la tienda de Chacinería Ultramarinos Carnecería el Reloj y no pude dejar de hacerle una foto por lo bonita que es la fachada y el aspecto de lugar con solera que tiene. Husmeando en Internet encontré que el establecimiento ha estado allí desde 1894, con diferentes dueños y es un símbolo del barrio del Arenal. Desde la primera década del siglo XX (equis-equis) ha trabajado en esa tienda un miembro de la familia Ruiz y como curiosidad decir que su imagen sirvió para una campaña publicitaria de cierta tarjeta de crédito. A la tienda se le ha concedido el Giraldillo de Honor.