En el interior del Palacio mudéjar está el Salón de Embajadores, una de las salas probablemente más importantes del palacio y que está junto al patio de las doncellas, el cual quizás recordáis de la foto de ayer. Tiene una bóveda semiesférica muy bonita que no veremos. El lugar es grandioso y debía impresionar a los embajadores extranjeros cuando llegaban al lugar. El palacio mudéjar se construyó por orden del rey Pedro I (palito) en el siglo XIV (máxima dificultad, equis-palito-uve). Se supone que este palacio era en donde vivía el rey.
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Bicicleta reclinada casera
Ayer me tropecé con una bicicleta rarísima. Estaba aparcada a la entrada del supermercado que hay cerca de mi casa y me llamó la atención por varios motivos. Nada más detectar su presencia corrí hacia ella por ser una ligfiets, una bicicleta reclinada, especímenes raros y que siempre son curiosos. Lo segundo que noté es que no es una bicicleta «de marca«, tiene todo el aspecto de ser algo fabricado por un manitas y que pese a todo,ha conseguido un resultado muy digno.
Algunos puntos a destacar de esta bicicleta reclinada son: butaca de playa para máxima comodidad del conductor, cesta de carga enorme y fastuosa para llevar mucho equipaje sin que merme el estilo de la persona que conduce ya que se eligió una de mimbre que resulta preciosa. Bandera roja con asta de bandera para mayor visibilidad del conductor, ruedas grandes para mayor estabilidad.
En resumen, una chulada de bicicleta de la que su creador se puede sentir muy orgulloso.
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Patio de las Doncellas en el Real Alcázar de Sevilla
En el Patio de las Doncellas de los Reales Alcázares de Sevilla nos topamos con una serie de arcos muy bonitos. Si prestáis atención, la planta superior tiene arcos de medio punto bastante diferentes y que fueron añadidos en el siglo XVI (equis-uve-palito) en el reinado de Carlos V. El patio es uno de los muchísimos rincones espectaculares que tiene este complejo de edificios y jardines. Por la hora del día en la que lo visité, las sombras forman parte de la composición. En el suelo del patio hay una alberca que no se puede apreciar en la foto.
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Yendo a Londres de fin de semana
El viernes, en lugar de salir de casa a lomos de la Dolorsi, pillé a la superviviente del dúo Mili-Vanili y con mi mochila de viaje en vuelo de bajo costo a la espalda, me fui a la oficina. Dejé la bicicleta aparcada en la estación de Utrecht y tomé el tren hasta Hilversum y recorrí el último tramo andando. A mi espalda, el kit básico del viajero, con una mochila de cuarenta litros no muy llena y en la que lo más aparatoso era la bolsa de la cámara, un par de mudas de ropa, el pasaporte, el iPad y un jersey. Durante la mañana y mientras trabajaba, añadí la ubicación de unos cuantos pubs con buenas críticas en mi mapa de la ciudad de CitiMaps2Go y me compré una aplicación llamada London Tube para movernos por el metro de la ciudad como auténticos profesionales. En lugar de usar libros o guías turísticas, teníamos en nuestros iPhones instalada la aplicación London2Go la cual regalaron algún día de las tres semanas anteriores y aprovechamos para descargar. Creo que ya expliqué que mi misión era comprar los billetes de avión y organizar el hotel y mi amigo el Rubio se encargaba del resto pero hasta su hija de tres años sabía que esto no iba a salir bien y fue su mujer la que me pidió que asumiera algunas otras tareas porque el hombre andaba con el agua al cuello y sin tiempo de hacerlo todo.
Cada vez soy más remolón y prefiero tener las cosas listas así que me compré mis billetes de tren a través de la página web de la compañía ferroviaria y los imprimí. Después, siendo la bellísima persona que soy, le compré el de regreso al Rubio y le informé de la guita que me debía. A las tres y algo salía de la oficina y en la estación de Hilversum tomaba el tren hacia Schiphol, el Mejor Aeropuerto Europeo en 2012 según los pasajeros y uno en el que deberían mirar algunos y copiar cosillas, que cada vez que paso por un aeropuerto español me enervo con las cagadas tan legendarias que hay en los mismos. Por tráfico, Schiphol es el cuarto aeropuerto de Europa y volaba al que está en primer lugar, London Heathrow. En el tren el intercambio de mensajes con el Rubio y la Primera Esposa era continuo y aunque veníamos de lugares distintos, llegamos más o menos al mismo tiempo al lugar. Subimos directamente al control de seguridad con nuestros dispositivos mágicos y maravillosos, también conocidos como iPhones, ya que en lugar de imprimir las tarjetas de embarque optamos por la versión digital y tal y tal. En el control de seguridad mis botas dieron el cante y me las tuve que quitar. La cámara, que parece un arma de disuasión masiva cuando la miran por las máquinas, no fue lo suficientemente intimidatoria y me dejaron seguir. Nuestro avión salía desde más allá de Mostoles, una de esas puertas que está a veinte minutos de la terminal así que caminamos lo que no está escrito en los libros para llegar a la misma y una vez allí nos sobró tiempo para tomarnos un par de cervezas y echarnos unas risas. Embarcamos en hora y cerraron las puertas antes de tiempo. Todos estábamos emocionados hasta las chacras y ya nos veíamos junto al Tamesis cuando el piloto salió de su cuarto y agarró el micrófono de las azafatas. Yo enseguida me acordé del Marico Hechicero de Ginebra y me temí todo lo peor, siempre. El hombre nos dijo que el tenía la voluntad y el deber de llevarnos a London Heathrow pero que las circunstancias de la vida no eran así y que por culpa de unas lluvias y unos vientos más allá de una ligera brisa veraniega se había reducido la cantidad de vuelos que podían operar en nuestro destino y no nos permitían encender los motores hasta una hora más tarde. Como la cosa podía cambiar, nos quedaríamos a la espera de un milagro que no llegó y mientras nos darían algunas cosillas para tapear. Nos cagamos en la madre de la Gran Bretaña porque al no estar en nuestras manos era lo único que podíamos hacer. Le comenté al Rubio y a todo el que me quiso escuchar que ese aeropuerto está operado por una compañía de la Alianza de las inCivilizaciones del expresidente ZaPatazos, hoy en día conocida como el Reino del MataElefantes cuyo ilustrísimo presidente es Marianico ElCorto y todo el mundo se quedó blanco ante el terror cerval de lo que se nos venía encima. Cincuenta minutos más tarde encendieron el queroseno, nos rempujaron pa’trás y salimos por patas para la pista de despegue, en la cual había una cola que ni en el
Lidl de ArrecifeMerkadona de Vecindario, capital de Mordor. Despegamos con algún que otro meneo y al instante teníamos una azafata ofreciéndonos un aperitivo y una cerveza para diferenciarse de las aerolíneas que no dan NI AGUA. Casi una hora más tarde y después de hacer un montón de fotos sobre Londres con nuestros teléfonos tomábamos tierra en London Heathrow y salíamos del avión en la terminal 4. Estuve en ese aeropuerto de paso en el año 2004 y me pareció algo cochambroso y avejentado y veo que no ha mejorado mucho ya que sigue siendo cochambroso y avejentado. Como no teníamos que coger maletas, pasamos el control de pasaportes y caminamos hasta la estación de metro que hay en la terminal, me compré una tarjeta Oyster para moverme por la ciudad ahorrando y el Rubio comprobó que la que le dejó la Primera Esposa tenía dinero suficiente.Nuestro hotel era el Caring Hotel y está en Bayswater, muy cerca de Hyde Park, Notting Hill y la estación de tren de Paddington. Llegar en metro tomó unos cincuenta minutos incluyendo un cambio de línea. Tras entrar al hotel y largar las cosas en nuestra habitación nos echamos a la calle y fuimos al The Cow Pub para cenar. En ese momento estaba muy avanzado el partido de fútbol y el lugar estaba lleno pero conseguimos mesa en la parte del mismo que es restaurante y nos dimos un homenaje que seguro que habéis visto en esa otra bitácora en la que pongo algunas fotos de comida. Tras la cena, nos fuimos a otro pub más tranquilo y nos tomamos unos litros de cerveza antes de regresar al hotel y dar por concluida la jornada.
Mi idea original era contarlo todo de un tirón pero ya veo que se ha estirado mucho así que sigo en otra ocasión ….
El relato continúa en Callejeando por Londres