De repente un día, un Bosmongolo, la. tiene una idea que se piensa que es genial y todos descubren en su CaraCuloLibro y en su Tuiterota y en sus grupos del Güazá un concepto nuevo, el de las sesiones dobles de cine, pero solo para ver determinadas películas y todos esos Bosmongolo, la., que van al cine una o dos veces al año, entran en un estado de frenesí y solo quieren y desean y anhelan ver las dos películas seguidas y algunos de ellos, los que me conocen, comienzan a mandarme mensajes para que vaya al cine con ellos a vivir esta experiencia única e inigualable. A todos, o a casi todos los que me toman en serio, les sorprendió que los llame Bosmongolo, la. y que los desprecie hasta tres metros más allá del infinito y a algunos hasta les expliqué que solo en lo que va de año y habiendo visto únicamente ciento diecisiete pelis, yo he hecho TRECE sesiones dobles, NUEVE sesiones triples y UNA sesión cuadruple, o sea, más o menos la mitad de las películas que he visto ha sido en una de esas sesiones y ni siquiera estoy contando la sesión triple que tengo planificada para este fin de semana. Lo que yo no hago, ni haré, es ir en un fin de semana a una sala totalmente llena para juntarme con cientos de Bosmongolo, la. que van a estar haciéndose fotos, usando sus teléfonos, hablando, gritando, molestando, para ver una película. Eso no lo hago. Yo voy a cine marginal o hago las sesiones dobles entre semana cuando en el cine somos menos de diez personas. Por ejemplo, el martes de la semana pasada se preestrenó Barbie en sesiones super-hiper-mega especiales, que costaban un pastón y en las que te pedían que fueras vestido de rosa y te daban una bolsa de morralla y así, te levantaban casi veinte leuros. Los multicines a los que yo estoy abonado y que tienen en total diez salas en Utrecht llenaron al menos siete al completo, ganaron un pastizal, sumándole comida y bebida a precios exorbitantes. Yo fui al día siguiente, el miércoles, a la sala más grande que tienen y éramos veinte personas en una sala para cuatrocientas y pico. Para el jueves tenía programada Oppenheimer, entrada que cancelé cuando vi que la sala, de nuevo la más grande, estaba completamente llena. Reservé para el viernes por la tarde y volví a cancelar por el mismo motivo y finalmente la fui a ver el sábado a las diez de la mañana, cuando a estos Bosmongolo, la. no se les ocurre ir al cine y en la sala éramos un puñado de personas, yo estaba en la tercera fila y no había nadie más hasta la sexta fila, con lo que tenía un colchón de tranquilidad a mi alrededor. Después me preguntan que me parecieron las películas y cuando no opino como ellos o como sus influensers favoritos, al parecer estoy equivocado y no tengo ni puta idea de nada, que no la tengo y me limito a desearles todo lo peor, siempre y que les vaya lindo hasta que vuelvan a un cine el año que viene.
Parece que ahora, de todo hay que hacer un macro-evento social, hay que hacerlo todo en manada, en manadas gigantescas para sentirse parte de la comunidad. No me habré descojonado esta semana con todos los Bosmongolo, la. que no quieren reconocer que se aburrieron hasta el desvanecimiento con Oppenheimer pero claro, no lo pueden reconocer porque pasarían a no ser gente chula y en la onda. Uno me preguntó que cuantas veces iba a ver esa película que obviamente ya es un clásico y le dije que NUNCA MAIS, que yo ya tuve bastante del Oppenheimer y sobre todo, de la tercera hora de película que es un puto masque que no aportó nada a mi vida, salvo perder el tiempo.