No se puede pasar por la ciudad de Malaca y no hacer un mini-crucero por el río. Hay varias compañías y los barcos salen continuamente. Mientras serpenteas por la ciudad tienes esa otra visión, más baja y al mismo tiempo señorial, de un lugar muy curioso. Vamos pasando por barriadas de casas pequeñas y antiguas, zonas que han restaurado recientemente y también junto a enormes edificios que muestran el progreso de la ciudad y el país. También pasamos junto a una de las paradas del nuevo monorraíl, el cual se estaba terminando de construir y se esperaba inaugurar en octubre del 2010. Al parecer la inauguración fue un desastre y al poco de abrir se quedaron 20 personas atrapadas en su interior. En diciembre del 2010 se suspendió su funcionamiento por graves problemas. Hay que reconocer que le da al lugar un aspecto muy futurístico, sobre todo cuando a su lado hay una barcaza decorada con motivos horteras y que al parecer estaban preparando para una cabalgata que se hace por el río una vez al año. Volviendo al monorraíl, la longitud total de la línea es de algo más de kilómetro y medio, lo cual puede parecer una distancia minúscula pero cuando tienes la humedad y temperatura de Malasia, se agradece enormemente el poder recorrerla en un vehículo con aire acondicionado.
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La tarde de Shwedagon Paya
El relato del viaje a Birmania y Tailandia del 2011 comenzó en la anotación De Utrecht a Bangkok pasando por Hilversum y Amsterdam
Me perdí por las calles del barrio chino, con gente vendiendo comida en la acera y sirviendo la misma en unos boles que lavan en unas palanganas en las que el agua es definitivamente de un color desconocido. A su alrededor todo el mundo grita, unos a otros, al cielo, al infierno o a ellos mismos. La cosa es gritar. Crucé por la calle 29 (herencia de los británicos que diseñaron la ciudad en forma de rejilla y les pusieron números a las que van de norte a sur para simplificar la vida a todos. Llegué hasta la Bogyoke Aung San Road en la que hay un mercado supuestamente espectacular pero es solo de martes a domingo y justo ese día estaba cerrado.
Miré en mi mapa la distancia a la Pagoda Shwedagon y como eran unos dos kilómetros decidí hacerlos caminando. Eran las tres de la tarde o así. Después de medio kilometro ya sabia que era un error brutal pero por orgullo pasé de parar un taxi. Abrí el paraguas para mitigar el calor pero ni con esas. Fue mi particular calvario al purgatorio. En un punto determinado se me acabó el agua y cuando encontré un puesto callejero que la vendía embotellada, me compré una de un litro que prácticamente me bebí delante de la vendedora.
De alguna manera llegué hasta la Maja Wizaya (Vijaya) Paya, cerca de la Shwedagon y unida a la misma por una pasarela. La construyeron en 1980 para conmemorar la unificación del budismo Theravada (vete a saber qué será esto). Hice algunas fotos aunque allí la atracción era yo ya que los turistas van a la otra y ningunean esta y varios me pidieron permiso para hacerse fotos con el Mito y la Leyenda. Cuando recuperé el aliento y era capaz de moverme de nuevo, me acerqué a una de las cuatro entradas de la Pagoda Shwedagon y pagué los cinco dólares de impuesto revolucionario. A cambio se me permitía usar un ascensor en lugar de subir las escaleras, lo cual agradecí porque ya iba tocado.
Con mi legendaria incapacidad para orientarme no daba con las cosas y allí hay mucho que ver. Un señor ya mayor se me acercó y se puso a hablar conmigo. Tenia 63 años, se llamaba Tom (nombre para los occidentales) y había trabajado hasta los 60 durante 40 años como guía turístico. Hablaba inglés, alemán, chino, francés, tailandés y un poquito de español. El hombre me lo comenzó a explicar todo y me dijo que por un poco de dinero me enseñaba el lugar, los mejores rincones para hacer fotos y los puntos desde los que se puede ver el brillo de los diamantes que coronan la Pagoda. A partir de ahí comenzó una lección masiva de historia aderezada con relatos y siempre buscando los sitios más increíbles para hacer fotos.
La Pagoda tiene casi dos mil seiscientos años y está totalmente cubierta de oro. La Pagoda dorada se alza unos cien metros y aunque la leyenda dice que son casi veintiséis siglos, los arqueólogos le quitan mil años. Birmania está en una zona sísmica activa y los terremotos la han tumbado una y otra vez. La reencarnación actual data de 1769. Inicialmente no era dorada pero sobre el siglo 15 la reina Shinsawbu regaló su peso en oro, el cual fue convertido en finas laminas y se aplicaron a la estupa. Su yerno se rebotó y el puso cuatro veces su peso y también el de su mujer y a partir de ahí la gente empezó a traer laminas de oro y por eso su color dorado.
En la parte superior de la estupa hay 1100 diamantes que forman un total de 278 quilates y otras 1383 gemas. El conjunto de diamantes que corona la estupa principal está formado por unos 4351 con un total de 1800 quilates. El diamante final tiene 76 quilates. Cuando se pone el sol y la iluminan, si sabes desde donde mirar puedes ver el reflejo de la luz en ese diamante enorme como cambia de color. Hay varios puntos secretos que por supuesto no revelaré.
Se me ha olvidado comentar que mientras paseábamos y hablábamos se nos unió un malayo que también viajaba solo. Esperamos hasta que se puso el sol y se obscureció el cielo para poder ver el reflejo de la luz en los diamantes y para cuando acabamos, le dimos una propina al señor y yo me fui con el malayo a cenar ya que aunque lo invitamos no quiso venir. Como estaba seguro que el taxista no se enteraría del sitio al que queríamos ir, grabé una nota de voz con el guía diciendo el sitio y se la reproduje al taxista el cual lo pilló a la primera y alucinó porque solo los dispositivos de la manzana mordida son mágicos y como todo el mundo sabe, los del robocito son para la clase baja, la chusma, la gentuza y la miasma de Vecindario capital de Mordor y de las Tierras Obscuras.
En el «restaurante» o lo que en Europa sería una chabola con mesas para atender a los vecinos, comimos de puta madre y después de acabar compartimos un taxi para volver a nuestros hoteles así acabó el día en el que visité Shwedagon Paya.
El relato continúa en Caminando entre Bhudas
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Molino de agua en el río Malaca
En pleno centro de la ciudad y junto al río Malaca se construyó en el año 2007 un molino de agua, del cual se dice que es el «primero» y más grande (lógico si es el primero y posiblemente el único) de Malasia. No se hizo porque allí hubiese uno anteriormente y su única razón es que queda bonito como atracción turística y se puede usar para moler harinas aunque el día que pasé por allí estaba parado. En cualquier caso, aquí queda. Husmeando un poco más por la red de Redes descubrí que al parecer, siendo el primero no tenían ingenieros con la capacitación suficiente y cuando yo estuve por allí aún no lo habían hecho funcionar y tenían que modificarlo para ver si así, de una vez por todas, logran hacer que esa rueda se mueva con la fuerza del agua.
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Henry’s Crime
Hay películas que parecen nacer directamente condenadas a muerte sin que se llegue a saber muy bien las razones que las llevaron a esa condena. Para complicarlo aún más, en unos países llegan a tener el derecho de estar en una sala de cine y darnos a los espectadores la posilibidad de verlas y dar nuestro veredicto y en otros no verán jamás el blanco de la pantalla. Imagino que al igual que con otras cosas de nuestras vidas, sin que lo sepamos hay un montón de cosas sucediendo alrededor de estas películas y en esas batallas se puede ganar o perder la guerra. Como en los Países Bajos llegó a estrenarse Henry’s Crime, aproveché para ir a verla y me llevé una sorpresa muy agradable. Aquellos que viven en España se tendrán que aguantar sus ganas porque ni tiene fecha de estreno ni es probable que llegue a existir.
A un julay lo enchironan por un crimen que no cometió y al salir del trullo decide hacer el crimen para resarcirse por la gloria de su madre
Un Don Nadie que tiene una vida gris y estúpida decide salir con unos colegas y no sabe que en realidad ellos intentan robar un banco. Lo peor es que la poli lo pilla y acabará cumpliendo condena por algo que no cometió. Al salir, para vengarse, decide robar el banco de verdad y mientras planea y ejecuta el robo, se enamora de una mujer que parece su némesis.
Esto es como una comedia romántica del revés, con las cosas que siempre esperamos encontrar en ese tipo de cine pero aderezados con comedia negra y absurda. Es un viaje cachondo a través de una trama surrealista y en la que abundan las escenas con las que te tienes que reír. Lo más increíble es que Keanu Reeves hace un papelón y parece que sabe hacer algo más que ponerse un traje de cura y sufrir en mundos de ciencia ficción. Aquí está sobradísimo y todos los que le acompañan en este trabajo parecen mostrar la misma sintonía. Recuerda un poco a aquellas viejas películas que se hacían en Hollywood en los cincuenta, con tramas raras y muchas escenas en habitaciones en las que los protagonistas tenían línea tras línea de diálogos divertidos. La verdad que para nosotros los simples mortales, lo que importa es que nos pasamos un buen rato en el cine y nos reímos todo lo que queremos y más.
Por supuesto que todo se va complicando más y más hasta llegar a la traca final, más absurda que cualquier otra cosa que hayamos visto anteriormente. Una pena que no se estrene en los cines porque esta sí que es una buena película, amena y perfecta para ver con los amigos o la parienta.