Cuando comentaba a mis amigos en los Países Bajos que iba a ir a las islas Perhentian en Malasia, a todos parecía preocuparles enormemente el que yo no fuera capaz de aguantar el tipo de hospedaje que hay en aquel lugar. No se trata de hoteles más o menos decentes ni de pensiones hechas y derechas sino que son unas cabañas de madera bastante precarias y en las que los mosquitos, los gecos y las arañas entran y salen a su antojo. Para más coña, allí las denominan chalé, lo cual le da mucho glamour pero no quita que sean cabañas. La mía era la segunda de las tres que están en la imagen (parcialmente oculta por el arbusto) y contaba con un dormitorio con aire acondicionado que no enfriaba mucho y que hacía un ruido estruendoso y un pequeño baño en el que escondida en el tanque del retrete había una araña del tamaño de una nuez que se me enfrentaba cuando intentaba echarla y que cada vez que bajaba la cisterna salía a mirar y reprocharme el que la molestara. En el techo tenía una familia completa de gecos que se comían los mosquitos y de lo único que me molestaba es que los pequeños se pasaban la noche gritando. Por delante de la cabaña pasaba de cuando en cuando una especie de lagarto gigantesco del tamaño de un gato al que se la traía al fresco que hubiera gente por allí. Puede parecer algo terrible pero creedme, había un montón de sitios bastante peores en los que quedarte, lugares con ventilador y algunos ni siquiera con eso en los que sobrevivían los que querían ahorrar dinero.
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Masones: los hijos de la viuda
Al llegar a España me he encontrado que he visto prácticamente todo el cine que está en la cartelera o que se estrenará la semana que viene y de las tres únicas excepciones, dos no las quiero ver dobladas. Por eso la elección fue muy sencilla, la única película que podía ir a ver es una titulada Maçons: Els fills de la vídua, un documental de algo más de una hora de duración que acompañaban con otro. Lo primero que me llamó la atención fue que en lugar de cine convencional, parecía más bien como si se hubiese rodado para la tele y al estirarlo en una pantalla de cine, la calidad apesta. Los colores blancos eran grises sucios, los negros eran un mosaico creado por un caleidoscopio y los pixels eran del tamaño de naranjas.
Una julay pre-menopausica no se cansa de tocar güevos a todo hijo de vecino
El documental cuenta la historia de una mujer que descubre que su padre era un alto cargo de la masonería y éste al morir le deja un montón de información y organiza una especie de trama para que entre en esa especie de secta.
Básicamente aburre. Seguimos a esta mujer descubriendo cosas que no son secretos ni misterios y alternando con imágenes del pasado y ella visita esto o aquello y siempre hay masones por todos lados que la quieren enganchar a su secta aunque no se llega a saber muy bien para qué. Si lo que querían era promocionarse la han cagado hasta el fondo ya que después de ver esto no hay manera de que me interese por sus coñas. Entre las mariconadas del Dan Brown y otros escritores y este documental, creo que ya tengo claro que mi tiempo es muy precioso como para perderlo en jilipolleces.
No se puede destacar nada porque es un gran ejercicio para glorificar el aburrimiento. Solo apto para la siesta y únicamente si te has apalancado en el sofá.
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Airbender: el último guerrero – The Last Airbender
Hay películas que te ponen mal cuerpo desde el trailer y cuando visitas las páginas de referencia y vez las criticas te das cuenta que tus sospechas son ciertas y sin embargo no puedo hacer nada por evitar la debacle y termino tropezando en ellas. La culpa la tiene la adicción a ciertos géneros cinematográficos que termina imponiéndose a todo lo demás. Con la sequía de estrenos de este ultimo tramo del verano (al menos en Holanda) he llegado a una situación en la que no puedo comentar películas porque no hay nada nuevo en cartelera y así terminé el día antes de viajar a Gran Canaria en un cine viendo The Last Airbender película ya estrenada en España con el fascinante titulo de Airbender: el último guerrero.
Un pedorreta de julay hace una gira por los arrabales de las Tierras Medias para promocionar su ultimo esfuerzo de guarretón
Una chama con menos imaginación que Pumuky y con un hermano bosmongolo se encuentran enterrado en el hielo a un julay que resulta ser un Avatar pero no es azul como los auténticos. El chiquillo es pedorrero profesional y demuestra su virtuosismo tirándose peos (pedos en otras latitudes) para distraer al populacho. Como todos parecen ser igual de gilipollas, parten hacia el sur en busca de algo y terminan en el norte encontrando otra cosa y peleando contra los matones del mundo que tienen pinta de hijosdeputa hinduistas de mierda. Todo este estropicio se complementa con un montón de frikis y nada más.
M. Night Shyamalan comenzó como un director fantástico y de ahí ha ido para abajo ganando más y más velocidad. Ahora nos sale con una especie de historia de fantasía y leyendas sin pie ni cabeza y en la que nunca te dan a entender que no tiene final. Primer palo: la película acaba bruscamente y sin fin, dejándote helado en tu asiento. Segundo: el uso del 3D no aporta nada y sobra. Si realmente estás empeñado en verla no gastes dinero adicional en la versión en 3D porque no lo vale. Tercero y siguientes: es una puta mierda del copón, con una historia que peta desde el primer minuto, absurda y estúpida sin dejar nunca nada claro y con unos protagonistas a los que habría que desahuciar y prohibirles que vuelvan a trabajar en la industria cinematográfica en esta o en futuras vidas.
El niño ese con la flecha que lo marca como subnormal en la frente es lo peor de lo peor. Mira que es malo actuando el hijoputa. Se pasa hora y media poniendo siempre la misma cara como si tuviera ganas de jiñar pero sin un baño cerca en donde dejar el regalo. Cuando baila (o crea sus mierdas) parece una maricona vieja de esas famosas que tienen un programa semanal por la tele y de las que todo el mundo se ríe porque no saben bailar. A su lado pusieron a un tonto con coleta que cada vez que abre la boca suelta unas cagadas antológicas y a una pollaboba especializada en los asuntos de la lefa. Cuando todo esta yendo mal y la gente grita y suelta boberías en el cine de puro aburrimiento aparece en pantalla la reina de la Mangorra, una gilipollas a la que se quedó el pelo blanco de toda la lea que ha tragado y que nada más ver al tonto con coleta se le antoja que se la quiere chupar allí mismo porque nunca ha tenido en su boca la de un disminuido. A partir de ese instante lo malo se convierte en peor y aparece un montón de hindúes que son gentuza de la mala y que también bailan fatal y tiran fuegos y dan asco sin que podamos hacer nada para evitarnos este castigo divino. Para no extenderme demasiado, el guión es una mierda, la dirección es de puta pena, los actores fueron elegidos por su incapacidad para actuar y no hay un solo elemento positivo a destacar en este desaguisado. El cortar la película de golpe y no poner final es simplemente el ultimo clavo del ataúd.
Aléjate de los cines en los que la den, esto te puede dañar las pocas neuronas sanas que tienes. Es una mierda. Esto no se lo deseo ni a un político o a un controlador de vuelo.
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Pueblo de pescadores en Pulau Kecil
En la isla de Pulau Kecil hay un pequeño pueblo de pescadores. Básicamente es lo que se ve en la foto más un par de pequeños edificios que estaban a mi espalda. Allí viven durante todo el año la gente oriunda del lugar y sobreviven con la pesca y con el transporte de los turistas. En alguna de las excursiones que se hacen desde las playas te llevan al lugar para que lo veas y almuerces allí. Como todo se mueve por clanes y hay un par de sitios para comer, dependiendo de los que te traen te dejarán en un lugar o en otro de la calle y te empujarán como si fueras parte de un rebaño hacia el local adecuado. La comida es muy básica pero sabrosa y lo más asombroso es que en el mismo lugar en el que tienen la cocina está la cama, la tele y toda la casa.