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  • Book Club: Ahora Italia – Book Club: The Next Chapter

    3 de junio de 2023

    Esta fue la última película que vi antes de las vacaciones pero como ya tenía suficientes para los tres fines de semana, se ha quedado esperando tres semanas por su turno, con lo que igual ya ni me acuerdo bien de lo que vi. Esta es la continuación de Book Club, película que a mí me pareció flojilla, con las mismas pavas, pero sin meter Italia de por medio. Supongo que se puede considerar una segunda parte. Se titula Book Club: The Next Chapter y en España tiraron la keli por la ventana y cuando se estrenó hace tres semanas llegó a los cines con el fastuoso título de Book Club: Ahora Italia que nos recuerda que truscoluña no es nación.

    Unas julays del neolítico se van a chochear a Italia con sus cirujanos plásticos.

    Tenemos que a una de las viejas un novio le pide matrimonio y para celebrarlo, se van las cuatro a chochear a Italia y visitar Roma, Venecia y la Toscana o algo así. En el camino, alguna de ellas pillará chimpún y se meterán con su kú-kú y se encontrarán con viejos amores y con nuevos amores que quizás hasta tienen más años que ellas, que mira que eso es difícil. Al moverlas tanto, las costuras que tan cuidadosamente han cosido sus cirujanos plásticos serán puestas a prueba y todos nos tememos lo peor en cada momento, que cualquiera de ellas puede explotar subiendo o bajando un escalón.

    La primera película fue flojilla y esta es incluso un pelín más floja, ya que es básicamente el mismo guion, que éstas hasta seguro que repiten las mismas líneas de diálogo, solo que ahora las ponen en ubicaciones turísticas italianas aunque nos queda a todos clarísimo que a ellas las mueven con grúas y las posan en el lugar en el que quieren hacer la toma, que yo no me creo ni jarto de Inca Cola que estas cuatro subieron o bajaron las escalinatas de la plaza de España. Como siempre, estupideces a porrillo como que un pavo las invita a una fiesta y a un restaurante y casualmente en el susodicho trabaja un macho que le ponía los pezones duros como piedras a una de las pavas, vamos, que entre los miles de restaurantes que hay en Italia, mira que fue un milagro que visitaran ese. Hay estupideces como una supuesta escena con un poli que no da risa, tenemos una con un helicóptero que tampoco cuaja y polladas con un policía que ya debería estar retirado y que parece estar siguiéndolas por el país. Los diálogos y el guion los escribió alguien que vive en un universo paralelo y para lelos y no en el nuestro.

    Esto es un intento fallido de comedia que no llegó nunca a funcionar y que se sostiene porque las protagonistas fueron famosísimas el milenio pasado. Aterrorizará a los miembros del Clan de los Orcos y provocará sopor instantáneo a los sub-intelectuales con GafaPasta.

  • Sexto día de buceo en Guraidhoo, la despedida de las Móbulas

    2 de junio de 2023

    El relato comenzó en Desde Utrecht a Fuvamulah

    Y tras dos semanas, llegamos al principio del final. Mi último día en Guraidhoo con mi última inmersión. Como siempre, rutina mañanera y en la pensión me prepararon el desayuno maldiviano, que es muy sabroso, con atún y otras cosillas. Después hice el caminito hasta el club de buceo. Aquí los planes cambian tres veces al día, así que nos dijeron que iríamos a Kandooma Thila y finalmente fuimos a la esquina de Guraidhoo, que realmente es parte de Kandooma Thila, solo que esta última está en el centro, entre dos islas y la otra es en un lateral. Los rusos vinieron, por desgracia, pero los pusieron aparte con un Dive Master y a mí y la española con otro. Nos llevamos los ganchos por si había corriente, que la esperaban porque entró bastante viento esa mañana. Cuando llegamos al lugar, saltamos al agua y comenzó mi última inmersión. Bajamos a unos veinticuatro metros y nos fijamos con los ganchos, que nos anclan al suelo y nos dan movilidad y tranquilidad para usar la cámara y ver el espectáculo, que consistía de tiburones de arrecife grises, de tiburones de punta de aleta blanca, de varias águilas marinas y en superficie, de una manta. Aquello es que hay que verlo para creerlo, todo sucede delante de nuestros ojos. En eso que vemos pasar a los rusos, un rato más tarde, mucho más altos y sin intención de fijarse a nada. Cuando nos soltamos y comenzó la parte de la inmersión en la que la corriente nos lleva, que era bastante fuerte, nada más girar en la esquina, hay una especie de entrante y allí, en la cuevita, un tiburón nodriza, el primerísimo que veo en mi vida y hasta ellos se sorprendieron porque esos no vienen por Guraidhoo, con lo que tengo claro que es obra de mi ángel de la Guarda. Seguimos avanzando por la pared pero íbamos bajos de aire, sobre todo la chica, así que decidimos ascender. Nuestros ordenadores nos pidieron una pareada de dos minutos a doce metros de seguridad y nosotros les hacemos caso, aunque no tenía sentido porque nunca estuvimos por debajo de los treinta metros. Después cuando llegamos a los cinco metros comenzó la locura, en forma de algo que allí llaman la lavadora, corrientes circulares que te pueden subir y bajar. La que nos pilló, nos subía a tres metros e inmediatamente nos bajaba a siete. Si no eres bueno igualando los oídos las pasas putas en una experiencia así porque está totalmente fuera de control. Como además estábamos intentando hacer la parada de tres minutos a cinco metros, los ordenadores dejaban de contar cuando estábamos por debajo de los siete, con lo que los tres minutos se convirtieron en casi diez, en un meneo brutal pa’rriba y pa’bajo y casi al final, por debajo nuestro, tres rayas Móbula en formación, unos animales lindísimos y la primera vez que los veo, con lo que añado esto a la lista de regalos de mi ángel de la Guarda, que son muy raras de ver. Son rayas muy veloces y a las que les gusta subir a la superficie y saltar volando fuera del agua para después volver a entrar y hundirse rápidamente. Cuando salimos, hasta el barco se meneaba como la compresa de una coja.

    Según nos dijo el otro Dive Master, la inmersión con los rusos fue un desastre, como no le hacían caso, ni vieron los tiburones, ni las águilas marinas ni el tiburón nodriza, vamos, que no vieron nada. Se me olvidó comentar que cuando estábamos con los ganchos también vimos un montón de atunes grandísimos en formación. Al volver al club de buceo, el dueño de la pensión me vino a buscar para ir a pagarle en el negocio de un amigo que tiene máquina para tarjetas de crédito, ya que él las acepta pero después no tiene ninguna. Pagué y volví al club y estuve allí hasta la hora de comer, hablando y sellando mi diario de buceo, que se ha quedado en doscientas veintidós inmersiones y creo que SOLO he grabado quince horas de vídeo, pero vamos, que aquí las veremos, toditas, no nos saltaremos ni un solo vídeo con lo que a agarrarse los machos porque en el mejor blog sin premios en castellano van a existir unas dosis masivas de buceo y vamos, es que no me extrañaría si ya llegamos hasta navidades con esto También mientras estaba allí hice la facturación de mis vuelos de vuelta y en el primero, el que sale de las Maldivas me ha tocado pasillo y en el siguiente, el que va de Zúrich a Ámsterdam me ha tocado ventana, con lo que igual hay algún vídeo de despegues y aterrizajes, aunque no sé si la pitonisa Lola puede transmitirle esas cosas al Áncestral allá en donde se encuentre,

    Tras almorzar, fui a darme una ducha rápida, lo metí todo en mi bolsa y el dueño me acompañó de vuelta al muelle. En el club de buceo me esperaban los nueve que trabajan allí y nos hicimos fotos de grupo, nos juramos lealtad eterna y hasta tomamos helados antes de hacer el caminito al barco rápido que me llevaba a Malé y que iba, petado, petado y petado. Yo conté treinta y pico julays, con una cantidad ingente de cucarachas, las hembras esas vestidas de negro que se parecen a doña Rogelia y que encima se ponen unas gafas de sol oscuras grandes que les dan más pinta de cucarachas. Todos me miraban porque yo llevaba mi bolsa de viaje y una bolsa de basura llena de botellas de plástico. Puedo confirmar y confirmo que mi huella de plásticos de un solo uso en las Maldivas será de CERO, que todo el plástico lo entregaré en el aeropuerto a la aerolínea y ellos se lo llevarán y lo tirarán desde el aire sobre truscoluña, que no es nación.

    El viaje en la barca rápida tomó algo más de media hora hasta Malé y después fueron cinco minutos andando al hotel. Allí me enteré que no tienen para pagarles con tarjeta de crédito y yo ya iba pelado así que les dije que al ir a cenar sacaría dinero en un cajero y les pagaba y a ellos les pareció bien. Subí a mi habitación a ducharme y relajarme y por la tarde salí a cenar y con la experiencia traúmatica de la vez anterior en Malé, una semana antes, esta vez opté por cadena de comida rápida gringa, que además estaba al lado de un cajero. Tras volver al hotel, pagué la habitación y me retiré a reposar, que el domingo será el día del gran salto de vuelta a mi keli.

    El relato acaba en Desde Malé a Utrecht

  • La calle Shandon

    2 de junio de 2023

    Fuera del centro de Cork y de la zona más turística tenemos la calle Shandon, que en su día era también una zona muy comercial y todavía se puede ver que cada keli tiene un negocio en la planta baja. La calle, que sube desde el río. La calle lleva siglos siendo una zona comercial y en la época de oro del comercio de mantequilla, en esta calle se hacían los negocios. Me gustó como la gente pone colores aleatorios en sus kelis, aunque reconozco que el negocio ese con el celeste en la fachada choca un poco a la vista.

  • Quinto día de buceo en Guraidhoo, tiburones y águilas marinas

    1 de junio de 2023

    El relato comenzó en Desde Utrecht a Fuvamulah

    Este es el último día completo de buceo en estas vacaciones en las que hasta este párrafo, he hecho treinta inmersiones y estoy a punto de contar las siguientes tres. En el club de buceo ya se respira el drama, que nos lo hemos pasado bomba, nos hemos divertido y hemos visto cosas alucinantes juntos y como en muchas inmersiones he estado yo solo, el roce más intenso hace un cariño más intenso. Tras la rutina mañanera habitual, fui al club de buceo para comenzar. Se supone que hoy venían los rusos pero al final no se presentaron. En su lugar teníamos un pavo mórbido como algunos ex-comentaristas y cojo que me dijeron que es egipcio. El chamo movía cienes y cienes de kilos y a mí me preocupaba el tsunami cuando ese se tira al agua. Por suerte, a él le asignaron dos Dive Master por si acaso y yo me fui con mi favorito. Volvíamos a la esquina Guraidhoo, la misma inmersión que hice la mañana anterior aunque mi Dive Master me dijo que en este caso sería diferente porque iríamos más profundos y usaríamos los ganchos para anclarnos y así poder ver el espectáculo. Saltamos al agua, llegamos a la esquina y nos enganchamos con el gancho, que es una operación compleja y no al alcance de los seres inferiores. A partir de ese momento, con una corriente fortísima, festival de tiburones de arrecife grises, tiburones de punta de aleta blanca, águilas marinas, atunes y un montón de peces pasando por delante que a los peces, sobre todo a tiburones y águilas marinas les encanta la corriente y la disfrutan demostrando su virtuosidad nadando. Aquello fue fabuloso y fantástico. Cuando finalmente nos soltamos, llegamos a la esquina y seguimos la inmersión con la corriente, vimos una tortuga Carey, grande y preciosa y más tarde vimos dos más del mismo tipo y juntas, que al parecer estaban en pleno cortejo y a punto del chimpún. También vimos un banco de labios dulces, precioso con sus colores brillantes, corales y muchísimo más que ni me acuerdo. Fue una inmersión fabulosa.

    Al ser viernes, la segunda se hacía antes por la coña esa de que es el día de los terroristas o algo así y tienen que ir a sus sesiones de entrenamiento con mochila. Para la segunda regresamos a Dhan’di Giri, el pináculo que ya visité. Volvía el mórbido y aparecían dos españolas y otro que no sé ni de donde era pero igual era local. Nos dividieron en tres grupos y como esta es una inmersión fácil, dando vueltas alrededor del pináculo, cada grupo iba en el sentido que quería y a la profundidad que deseaba. De nuevo, disfrutando con los corales, con las crías de peces que se esconden en los corales y algún pez león negro, que son muy bonitos y que además estaba durmiendo, un pez escorpión también durmiendo y un fascinante Long nose horse fish, que es pequeñito y precioso y que parece un híbrido entre caballito de mar y pescado, en plan Sirena, con la parte delantera de caballito de mar y la trasera de pescado. También volvimos a ver el pez hoja, que es fascinante. Fue una inmersión larga y entretenida.

    Teníamos tres horas y todos los restaurantes de la isla cerrados así que me fui a la playa del bikini a tomar el sol y disfrutar de la playa y más tarde a mi habitación para una siestita de una hora, que bucear cansa.

    La última inmersión del día fue en Kandooma Thila, aunque originalmente íbamos a cruzar un canal entre dos islas pero la corriente era muy fuerte. A esta solo fui yo y una de las españolas. La corriente era saliente, que es la que teníamos cuando buceé en ese lugar en el 2019, fuerte pero el agua tenía poca visibilidad. Fui con uno de los Dive Master, no con el que me mola. Estuvo fantástica, vimos tiburones grises de arrecife de todos los tamaños, vimos algún tiburón de punta de aleta blanca, vimos águilas marinas y hasta una morena y dos tortugas gigantescas, pero la poca visibilidad y un grupo enorme de un barco de vida a bordo con unos veinte buceadores espantó un poco a los tiburones y aquello no estuvo tan bien como el día anterior. También vimos atunes. Esta inmersión fue bastante rápida por la corriente, en treinta y tres minutos estábamos afuera.

    Por la tarde tomamos helado, me quedé en el club de buceo casi hasta la puesta de sol y después ducha y a cenar, que toma una hora por las esperas eternas. Esta es mi última noche en Guraidhoo, mañana regresaré a Malé, pero primero habrá una inmersión final. Este viaje ya está acabando.

    Continúa en Sexto día de buceo en Guraidhoo, la despedida de las Móbulas

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