Durante la visita de mis padres de este otoño, mi tío también se bajó a Europa y estuvimos todos juntos durante unos pocos días. Como mi tío planeó la visita en plan japonés, en el limitado tiempo que tuvimos nos hicimos el tour de lo mejor de Holanda, la joya de Bélgica y la ciudad de la Luz. Todo eso en cinco días. Al contrario que en otras veces en las que he hecho un relato más o menos exhaustivo de lo que hicimos en esta ocasión lo contaré en versión telegrama.
Nuestro primer día en Holanda, con los visitantes recién salidos del avión fue con visita a Volendam y Marken, un paseo por el siempre idílico rincón de Zaanse Schans y sus molinos y vuelta a mi casa para una gran cena en familia con mi amigo el Rubio, su esposa y sus dos hijos. Mi madre y yo nos encargamos de preparar toda la logística para la cena desde el día anterior y la comida fue un éxito. Consistió en ropa vieja, Guisantes con salchichas, Tortilla de papas con cebolla, Dátiles con bacon, paleta Ibérica de cebo, queso canario y fuet. Una comilona en toda regla.
A la mañana siguiente pasamos un instante por Kamerik y desde allí fuimos a Amsterdam para ver la ciudad. Fuimos a muchos de los puntos que recomiendo a los que vienen al país y aunque fue en una versión muy reducida, supongo que se llevaron una buena impresión. Almorzamos en el restaurante New King y al volver a Utrecht nos fuimos de paseo al centro de la ciudad y cenamos en el Oudaen, el restaurante que está dentro de un viejo castillo de ciudad y que tiene su propia cerveza. Ese segundo día acabaron todos agotados y al día siguiente había que madrugar.
El sábado salimos temprano para la ciudad de Brujas y coincidió que ese día era el Open Monumentendag y no se pagaba por entrar en ningún lugar. Pasábamos noche en la ciudad y nuestro hotel estaba justo al lado del Beginhof. Estuvimos todo el día viendo la ciudad y pro la noche, cenamos junto al fuego de una chimenea y paseamos por la ciudad para verla de noche. Al día siguiente salíamos temprano para París así que de nuevo, todo el mundo a la cama temprano.
A las ocho y media de la mañana ya estábamos en carretera con dirección a París. Llegamos sobre la una de la tarde y nuestro hotel estaba en el distrito catorce, cerca del cementerio de Montparnasse. Sin tiempo para descansar nos fuimos a la ?le de la Cité por donde comimos algo y visitamos la catedral de Notre Dame. Desde allí fuimos a la Pirámide del Louvre que fue el punto de partida para un paseo por los jardínes de las Tullerías en dirección al Obelisco y los Campos Elíseos. Por la noche visitamos la Torre Eiffel para verla iluminada y al día siguiente comenzamos la jornada yendo de nuevo a la Torre Eiffel para verla de día y desde allí cogimos uno de los cruceros de una hora por el río Sena. Al acabar nos fuimos a la Plaza de Trocadero para disfrutar con la vista de la torre Eiffel que hay desde allí y luego continuamos hacia el Arco del Triunfo. Por la tarde nos dividimos en dos grupos y mientras unos hacían compras y paseaban, el otro descansaba en el hotel. Nos volvimos a agrupar en la Plaza de la Opera y desde allí nos fuimos al Barrio Latino. Cenamos cerca de la Sorbona y desde allí volvimos al hotel. A la mañana siguiente estábamos en carretera antes de las siete de la mañana para dejar a mi tío en el aeropuerto y nosotros llegamos a Utrecht sobre la una de la tarde. Todo un palizón.
¿Mi impresión de París? No me ha enamorado como ciudad. Me sucede lo mismo que con Madrid. A mí me gustan las ciudades en las que la proporción se decante más del lado Humano que del Divino y París es demasiado espectacular, demasiados edificios majestuosos y lugares creados para aplastarte y hacerte ver su grandeza. Por supuesto que volveré pero con más tiempo y menos prisas para ver la ciudad pero no creo que mi impresión cambie. También me pareció la ciudad más cara que he visitado nunca, muchísimo más cara que Nueva York, Berlín, Madrid, Barcelona, Roma, Praga, Amsterdam o Bruselas. Todavía no me creo que he pagado más de siete euros por un capuchino que no traía ni una galleta para acompañarlo. El transporte público es excelente y si asumes que allí casi nadie habla inglés y tendrás que buscarte la vida por tu cuenta, todo irá bien. La próxima vez que vaya, intentaré recorrer el lugar con alguien que conozca la ciudad para salirme un poco del circuito habitual y encontrar los rincones bonitos que seguro que existen.