Mirad bien la foto porque esa que veis es una Palmera Canaria, una Phoenix Canariensis y la foto la tomé en Fataga, en la isla de Gran Canaria, una pequeña mota de polvo en este planeta, un lugar que ha perdido en cuatro días casi un tercio de su masa forestal y en esa pérdida están también las palmeras de Fataga.
La Palmera Canaria alcanza normalmente los quince metros y en las Islas Canarias existen ejemplares de hasta cuarenta metros de altura. Son autóctonas de las islas y en Fataga el bosque que había en el pueblo era de palmeras como la de esta foto. Las Palmeras Canarias crecen muy lentamente. Las podrán replantar, pero pasarán tres o cuatro generaciones hasta que los que allí vivan las vuelvan a ver en todo su esplendor. Es muy probable que nosotros no lo lleguemos a ver.
La última vez que pasé por Fataga fue en el año 2005. Llevé a mi amigo el Rubio y su esposa a ver ese pequeño pueblo. Recuerdo que tuvimos que detener el coche a la entrada porque un rebaño de cabras estaba cruzando la carretera. Salimos corriendo para hacerles fotos. Era algo como muy folclórico, muy español. Entramos en uno de los bares que hay en la carretera y nos tomamos un café y algún dulce. Yo estaba muy orgulloso de estar allí y de poder enseñarles un rincón tan hermoso de Gran Canaria, un sitio en el que el tiempo parece haberse detenido y que no está cubierto de edificios para turistas. En Fataga se respiraba el aire del campo y cuando alzabas la vista veías la familiar línea que marcan las Palmeras Canarias y te recordaba que es un lugar especial.
Fataga está rodeada de montañas que hasta hoy aparecían cubiertas por un manto de Pinos Canarios (Pinus Canariensis), otra especie única y endémica de las Islas Canarias. Espero que estos hayan tenido más suerte y hayan conseguido sobrevivir porque estos pinos son bastante resistentes al fuego.
Cerca de Fataga está Pilancones, un sitio al que no se puede llegar en coche, al que hay que ir andando desde la presa de Ayagaures, un lugar único y del que seguramente jamás habéis oído hablar. En Pilancones hay un pino muy especial conocido como el Pino de Pilancones, con más de cincuenta metros de alto y cinco metros de perímetro. Dicen que tiene más de seiscientos años y que es el más antiguo de Canarias, o que era, porque el fuego también ha devorado Pilancones y quizás no haya sobrevivido. Ese pino estuvo ahí cuando los españoles llegaron a la isla por primera vez, estuvo ahí cuando la conquistaron, estuvo ahí cuando se talaron los bosques grancanarios para mayor gloria del reino, estuvo ahí cuando el hombre llegó a la luna por primera vez y puso su pie en un lugar fuera de este planeta. Si perdemos el Pino de Pilancones perdemos seis siglos de historia, algo irreemplazable y que aunque alguien vaya allí mañana y plante otro no podríamos admirar hasta el año 2607, si es que queda algo en pie en el mundo para esa época.
Cerca de Pilancones y de Fataga está el parque de los Palmitos Park. Tenía pensado ir a finales de agosto para hacer fotos a los pájaros y a las mariposas. Imaginad un lugar frondoso y de una belleza impactante en el que miles de pájaros viven en libertad, un pequeño paraíso en un lugar interior y escondido de Gran Canaria. También ese lugar ha sido parcialmente destruido por el fuego y tardarán al menos un año en volver a abrir al público.
Podría seguir nombrando lugares, hilvanando recuerdos de cientos de paseos por los Caminos Reales acompañado de amigos, siempre cuidándonos de no dejar basura, de disfrutar de la naturaleza en un lugar privilegiado, siempre bajo la mirada de Pinos y Palmeras Canarios que nos permitían caminar entre ellos.
Todo eso ya es historia, destruido por una pesadilla causada por una alimaña a la que se le debería negar el derecho a vivir, a él y a todos los suyos. Deberían comenzar quemando a toda su familia en la plaza de su pueblo y cuando vea que su estirpe se extinguirá con él tendrían que arrancarle trozos de carne del cuerpo hasta que muera. No hay educación ni razonamiento que valga con esas bestias. Solo son capaces de entender la fuerza bruta y cuanto más tardemos en darnos cuenta menos quedará en pie. No se trata de ser inhumanos o de vulnerar ningún principio fundamental porque eso sería tanto como equiparar a esa bestia con cualquier otro ser humano.
El mundo sigue girando y mañana volverá a salir el sol que se está escondiendo en el horizonte en estos momentos y con suerte ese nuevo día será mejor que el que hoy acaba.
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