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  • Velero

    6 de diciembre de 2005
    Velero

    Velero, originally uploaded by sulaco_rm.

    El velero descansa en el puerto, visitado por miles de curiosos visitantes que deambulan por su interior buscando rincones que cuenten una historia.

    Hay más información sobre Holanda en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos del Ámsterdam Sail 2005 o el Álbum de fotos de Amsterdam

    Technorati Tags: Amsterdam, viajes

  • Vuelin con nosotros

    5 de diciembre de 2005

    Puedes leer sobre el viaje a Valencia en Valencia

    A once mil metros de altura y mientras estoy encerrado en un cilindro que vuela raudo cruzando África, me aburro como una ostra y no me apetece ver las películas que están dando, películas que por otra parte ya he visto en un cine, así que acabo sentándome a escribir a estas líneas que solo el Dios de la Internet sabe cuando saldrán publicadas.

    El regreso de Valencia transcurrió sin grandes incidentes. Me despedí de Kike en el aeropuerto y entré en la zona segura a esperar mi vuelo. Ambos sabemos que seremos amigos durante mucho tiempo. No me canso de agradecerle su invitación y el esfuerzo que tanto él como su familia y amigos han hecho para que la estancia fuera un rotundo éxito. Creo que volveré a repetir y espero que cortésmente me devuelvan la visita y se inflen a comer galletitas holandesas con miel y similares. Puedo prometer y prometo que en mi casa no les faltarán cuando vengan.

    Al igual que en el trayecto de ída volaba con Vueling. Espero que tengáis en cuenta esta compañía a la hora de planificar vuestras vacaciones porque lo hacen muy bien, es económica y el servicio es soberbio, eso sin contar que sus aviones son nuevos y sus tripulaciones se desviven por atender a los pasajeros.

    En total éramos un veinte por ciento de españoles y un ochenta por ciento de cabezas de queso, también conocidos como neerlandeses. Le pregunté a una de las azafatas si podía usar mi portátil una vez estuviésemos en vuelo y la chica aprovechó para interrogarme y tratar de averiguar si hablo la lengua de la mayoría de la gente que estaba allí dentro. Por supuesto que la hablo, aunque malamente y con desgana, así que la chica me hizo apuntarle unas cuantas frases en Holandés para leerlas al largar su rollo.

    Se cierran las puertas y arranca el espectáculo. Vamos dirigiéndonos a la pista de despegue mientras la azafata nos explica todo lo relativo a la seguridad, todo en plan muy informal y tuteándonos. A la hora de decirlo en inglés saluda a la concurrencia con un: Goede morgen!. Aquello fue el acabose. El avión prorrumpió en aplausos y vítores a la chica, que no pudo contener la risa y se le escoñó la lectura del panfleto ese sobre las salidas de emergencia y los chalecos salvavidas. Ya estábamos en modo buen rollito con todo el mundo alegre y feliz. Hay que ver lo fácil que es tener un pequeño detalle que alegra el viaje a cualquiera y lo agradecida que es la gente. Más tarde les preguntó que ¿cómo estaban? Usando el típico Hoe gaat?t met jou? y la tribuna respondió al unísono con un Goed!. Además de simpática, bella, hermosa y mil virtudes más que ni siquiera puedo enumerar la chica hablaba un inglés exquisito. No podemos decir lo mismo del capitán, que el tipo acribilló dicha lengua para vergüenza mía y del resto de españoles. El hombre debe haber ido a la misma escuela que la creadora del desemboarding y ambos pasaron con nota.

    Pasé el vuelo escribiendo esos dos clásicos llamados putas sucias y rastreras y metrosexual. Cruzando los cielos europeos se veía todo nevado lo que me hizo albergar la esperanza de encontrar nieve a mi vuelta pero no pudo ser. El polvo blanco se acababa exactamente en el río que cruza la ciudad de Amberes, cerca de la frontera con mi país adoptivo. Desde aquel lugar en adelante solo se veían los típicos campos neerlandeses verdes y con canales de agua.

    Por primera vez este año tuve suerte con el aterrizaje y no fuimos a la infame pista que han hecho en el polder a ocho kilómetros del aeropuerto. La toma de tierra fue el único momento delicado. Por alguna razón el piloto se dejó ir y estampó el avión contra el suelo con saña, de tal forma y manera que se le rompieron los huevos a más de uno, sobre todo aquellos que usan boxers y los llevan colgando como badajos.

    Mientras el avión enfila hacia la terminal la chica se despidió y al hacerlo en inglés dijo: Tot ziens en bedankt!. De Nuevo hubo ovación de gala e incluso le cantaron una canción para agradecerle el detalle. Ciento y pico personas coreando un himno a una azafata es lo que se llama un éxito total. La tía se puso más roja que un tomate de lata.

    Y así llegamos de vuelta a casa, encontrándonos el país helado y en el que al parecer un par de días antes hubo una tormenta increíble que dejó ciudades sin energía eléctrica, trenes parados en las vías y autopistas colapsadas. Por suerte yo no estuve allí para vivirlo. Había quedado con el turco para ir al cine en Ámsterdam, así que en lugar de irme a mi casa me fui a la suya, pero esa será otra historia.

  • Nudos marinos

    5 de diciembre de 2005

    Nudos marinos

    Nudos marinos, originally uploaded by sulaco_rm.

    La gente de mar siente verdadera pasión por los nudos y por las cuerdas. Imagino que tanto orden tendrá un propósito, pero a mí no deja de fascinarme este tipo de cosas. Por alguna razón me recuerda a los fractales.

    Hay más información sobre Holanda en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos del Ámsterdam Sail 2005 o el Álbum de fotos de Amsterdam

    Technorati Tags: Amsterdam, viajes

  • Valencia

    4 de diciembre de 2005

    El círculo de gente por la que siento aprecio y afección se expande y contrae continuamente. Uno de los llegados a ese entorno en el último año ha sido Kike. Pasamos unos días juntos en Praga, viaje que recordaréis y que seguro que habéis leído. En aquella ocasión Kikeme invitó a visitar su tierra natal por unos días y ya sabéis lo malos y rastreros que son los amigos, siempre dispuestos a restregarte las promesas incumplidas. Así que como se acababan los fines de semana antes de navidades y por motivos propios y ajenos la cosa había sido más difícil de planear de lo que yo pensaba, tardé unos nanosegundos en decidirme en uno de esos días que mi amigo estaba tirándome puyas. Como a mi empresa le interesaba explotarme hasta la suciedad del fango proletariado, trabajé una semana cincuenta y seis horas y recuperé esos dos días la siguiente viajando a Valencia para un fin de semana largo.

    Sobre las fases relativas al transporte ya habéis leído. Para aquellas hembras casaderas que estén buscando pareja estable, deciros que Kike es un muy buen partido. No solo es alto y guapo sino que además vive en la versión fallera de Villa Meona, un chabolo de cuidado en el que únicamente se echa de menos las gracietas de Julio-Joshua, Enrique de Jesús y Chabeli Vargas. Después de llegar y asentarme en el casorio nos bajamos a la ciudad a visitar el templo de todas las compras y hacer algo de turismo. Por supuesto me refiero al English cut, ya que en esos paraísos del consumo hay relojero y necesitaba reparar la cadena de ese utensilio indispensable que va sujeto a mi muñeca. Visitamos la Ciudad de las artes y de las ciencias, un conjunto de edificios faraónicos de reciente construcción que tratan de elevar el nivel arquitectónico de una villa de por sí hermosa. Personalmente aborrezco ese tipo de arquitectura Tutankatómica de la que unos cuantos arquitectos españoles parecen ser adalides. Esos edificios rompen el paisaje y no pegan ni con cola, pero hay que reconocer que quedan bonitos en las fotos. Una vez terminamos el paseo alrededor de la almendra, el capullo en flor y los huevillos tempraneros nos fuimos al centro de la ciudad y nos centramos en la parte nueva de dicho entorno. Valencia tiene un aire que me resulta vagamente familiar. Las casas, las plazas, los rincones, todo me suena conocido aunque nunca había estado allí. La gente habla castellano y valenciano indistintamente. Escuchar mi idioma al volver de Holanda siempre me choca ya que habitualmente presto atención al oír español y al estar inmerso en nuestro país se me colapsan las terminaciones noveléricas (por lo raro que me resulta oírlo en la calle). Tras un rato me tuve que desconectar o me vuelvo loco. Algo que me llamó la atención de la ciudad es que por todos lados hay naranjeros. De siempre he sabido que las naranjas vienen de Valencia pero nunca pensé en ello como algo tan visible, creía que era más un concepto. Los hay por todos lados, en parques, plazas, avenidas y todos cargados de fruta. Este es el detalle que más me ha llamado la atención.

    Este primer día transcurrió placenteramente. Por la noche estuvimos en un cine brutal, con veinticuatro salas. Eso es más que todas las salas que hay en las ciudades de Utrecht y Hilversum juntas.

    Al día siguiente paseé por la zona antigua del centro visitando iglesias, puertas de la ciudad y demás monumentos. Subí a la torre de la catedral y desde aquí quiero aprovechar para rogar y pedir por favor a la Iglesia Católica y muy pronto Rumana que a ver si se dejan de acaparar dinero y ponen unos ascensores que eso de subir doscientos y pico escalones enormes revienta a cualquier hijo de cristiana y con lo que nos cobran por subir seguro que se lo pueden permitir. La vista desde allá arriba mereció la pena pero para disfrutarla me tuve que sentar cinco minutos, al igual que el resto de la gente. Por alguna razón que seguramente no tiene ningún sentido el casco antiguo de Valencia a mi me recuerda a la serie Cuéntame como que pasó, serie de la que solo he visto un par de episodios. Los edificios deben tener alrededor de un siglo y le dan ese toque pintoresco y naif. Mi sentido de la orientación es legendario y lo puse a prueba continuamente perdiéndome en cada encrucijada. Hay que ver lo malo que soy con los mapas o lo mal hechos que están estos últimos. Yo debería haber nacido con GPS de serie.

    El sábado, mi tercer día en tierras valencianas estuvimos por esos campos de Dios. Visitamos el monasterio de San Miguel ubicado en el municipio de Liria, en la cima de una montaña a la que llegamos con el coche de puro milagro ya que las indicaciones estaban puestas con saña e inquina, supongo que para evitar que los zarracenos que comienzan a repoblar la piel de toro puedan mancillar aquel lugar. Allá arriba, a casi trescientos metros de altura hacía un frío de morirse, con un viento helado que le agrietaba los huevos al más pintado. Desde allí fuimos a Marines viejo. En la parte nueva de dicho municipio hay una base del ejército y otra de la OTAN. Imagino que los americanos no se pudieron resistir y con su alto intelecto cuando vieron en un mapa la palabra marines supusieron que queríamos que construyeran una base en aquel lugar y eso hicieron. La parte antigua es un pequeño pueblo entre montañas con unas vistas que quitan el aliento y unas calles como de cuento. Allí la vida discurre con un ritmo más relajado, distinto. Nos tomamos unas tapas en el bar del pueblo y seguimos nuestro paseo dirigiéndonos hacia la costa. Estuvimos en la playa del Puig y por segunda vez este año paseé junto al mediterráneo, ese mar de color azul verdoso y tan distinto del océano atlántico en el que yo me he criado. Desde allí fuimos a la playa de la Malvarrosa, en plena ciudad de Valencia, un área en la que especuladores descorazonados y zarrapastrosos pretenden expropiar a las gentes que han vivido allí toda la vida para construir apartamentos a mansalva. Esta gente es el cáncer de nuestro país y no descansarán hasta que acaben de arrasarlo. Comimos un arroz negro por allí y continuamos la ruta hacia la Albufera de Valencia, lugar que todos los ancianos como yo recordarán por aquella mítica serie llamada Cañas y barro, aquella en la que las tías eran macizas, fortachonas y follaban entre dos aguas y mucho barro. De allí sale ese arroz tan delicioso. Cruzamos los arrozales por esos caminos que ha creado el hombre para andar por la albufera con campos totalmente inundados a ambos lados y mi instinto japonés me hizo hacer fotos a destajo. Me venían a la memoria recuerdos de cuando era niño y veía la serie antes de que existiesen televisiones privadas o similares. Aquellos eran otros tiempos. En aquel lugar parece congelado, perdido en una era anterior. Había barracas y de no ser por los coches y los cables de electricidad que se veían en el horizonte, nadie diría desde allí que estamos en el siglo veintiuno.

    Al acabar esta visita volvimos a la base y descansamos para salir por la noche. Primero cenamos en un chino. A mí este tipo de sitios me da muy mal rollo porque una vez te acostumbras a comer buena comida como la que sirven en el New King de Ámsterdam los demás restaurantes no dan la talla. Pedimos unos rollitos Tailandeses por probar algo exótico y resultaron ser una mierda. Era un híbrido entre wan-tun y Dios sabe qué, una especie de salchicha recubierta de algún mucus surgido de oscuridades insondables o en su defecto de la vagina de la mujer del cocinero. En la comida tampoco tuvimos suerte, ya que las bolitas de pollo eran muslos de pollo fritos a los que se les había arrancado casi toda la carne dejándolos muy desangelados, en plan chupa-chups. Tras este pequeño fracaso nos fuimos de copas, arte que los españoles han sublimado y elevado a cotas insospechadas. Ya habéis leído la historia producto de esa salida (Metrosexual) y no pienso contar nada más (creedme, tampoco estoy ocultando nada oscuro o siniestro). Me fascina como las chicas salen a la calle de marcha con nueve grados de temperatura medio desnudas. Unas pecan por exceso y van más tapadas que una afgana y las otras pecan por defecto y supongo que llevarán un termo en el coño para mantenerse calientes, porque si no que me digan como lo hacen para poder ir por ahí enseñando chicha y michelín a destajo. El sano deporte del botellón está prohibido en la ciudad y los jóvenes se las ven y se las desean escondiendo las botellas cada vez que pasan los ladinos policías. Al final todo forma parte del juego.

    Mi último día fue de transición. Mi vuelo salía cerca del mediodía así que no hicimos nada, únicamente despedirnos y jurar por tutatis que volveremos a repetirlo. Ahora la pelota está en el tejado de Kike, que tendrá que devolverme la visita y morar durante unos días en el palacete del que soy propietario en Utrecht y al que la gente suele referirse como er Chumino. Por descontado se puede traer a su familia, los cuales me dieron asilo y apoyo emocional en estos días. Mi sobrino Kike me preguntó si me había gustado la ciudad. En aquel momento dije que sí casi sin pensarlo. Tras haberlo meditado un par de días lo reafirmo. Es un lugar agradable y con encanto, enriquecido por múltiples culturas y en donde la vida tiene un regusto dulce. De casi todos los lugares que he visitado tengo muy buenos recuerdos pero son aquellos en los que además había buena compañía los que despiertan la añoranza del regreso. Valencia está en la lista de ciudades a las que volveré porque allí me siento en buena compañía.

    Y así transcurrieron estos días de vacaciones que se fueron volando y que han precedido a mi inesperado viaje a Sudáfrica. Próximamente pondré algunas fotos en la bitácora para que veáis las cosillas que hay por allí.

    Puedes leer el relato del viaje de vuelta en Vuelin con nosotros

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