Bueno, como no dejáis de preguntar, he aquí una nueva actualización sobre el estado de mi casa, aunque hay poco que contar. La cocina está casi operativa. Las cosas están en posición y todo salvo el lavavajillas funciona. La razón para la falta de operación de este último no es otra que la ausencia de algún tipo de anillo mágico que va en la conexión de dicho trasto con el desagüe y que el señor que realiza las obras no puede poner hasta dentro de unos días. Los azulejos ya están comprados y con un poco de suerte y Dios mediante estarán en su posición definitiva antes de que me vuelva a España por Navidad. El hombre que me está trabajando está oficialmente retirado y hace esto como hobby. A pesar de ello trabaja cinco días a la semana y está muy solicitado. Si es lo que yo pienso, que la cagué hasta el fondo al hacerme teleco e informático, unas mierdas de profesiones sin futuro. Me tenía que haber dedicado a labores manuales que dan más dinero, más prestigio social y encima te sirven hasta para ganar guita una vez te retiras.
También antes de esa importante fecha se habrá completado el reemplazo del calentador que sirve tanto para la calefacción centralizada como para el agua caliente, CV-Ketel que se llama por aquí y que seguro que tiene un nombre que yo desconozco en nuestra idioma, ignorancia la mía fruto quizás de haberme criado en las Canarias, un paraíso en el que esos lujos no son necesarios.
Un día antes de mi irremediable vuelta al hogar por Navidad debería llegar la cama, ese lugar en el que a partir de enero pasaré un tercio de mi vida y que espero me dure bastantes años. La elección de la cama tuvo tela. Creo que he visto todas las tiendas de Utrecht y no exagero y si no, preguntarle a mis padres, que estaban hasta los mismísimos. Mi padre desde la segunda me decía que esa era perfecta y que fuera a pagar pero yo no desfallecí y seguimos haciendo kilómetros a la búsqueda del tálamo adecuado. Pagas una fianza y el resto después de que te la han puesto en el hogar, lo cual sucede ocho semanas más tarde si está de Dios. Unos días más tarde me dijeron que el color maravilloso que había pedido ya no estaba disponible en la fábrica, oficialmente en Suiza aunque me temo que esto es puro cuento y que seguro que viene de china. Tuve que volver a la tienda y elegir un nuevo color, aún más maravilloso que el primero. Espero que los visitantes que tengan a bien el pasar por mi casa el año que viene muestren la dignidad suficiente para arrodillarse ante mi cama y besarla, que la pobre bien que se lo merece.
Aún tengo que encontrar el baño que vaya a juego con mi hogar, cosa no sencilla y aún más complicado será encontrar al especialista en demolición y recreación de baños. Yo casi que prefiero que los mismos que me vendan las piezas me las instalen y pagar por un servicio completo. Me da a mí que no me meteré en estos berenjenales hasta Enero por lo menos, que imagino que cuando hagan el baño mi casa será zona de guerra total.
Otro aspecto que sigue pendiente es el de las lámparas de la planta baja. Cada rincón tienen su luz y es muy difícil dar con ella. Temporalmente he puesto las lámparas más cutres y baratas de Ikea, hasta que consiga dar con esos detalles luminosos que me convenzan y enamoren. Necesitaré al menos dos lámparas de techo y una o dos de suelo y mesa, además de la luz de la cocina, la cual no me preocupa enormemente porque ese es un espacio funcional y seguro que doy con algo rápidamente.
Sobre mi cocina decir que todos los intelectuales que hasta ahora han tenido el honor y el privilegio de verla se quedan sin palabras, abobancados. Todo el mundo se esperaba algo chichón y risquero, más del estilo del que escribo y en su lugar se encuentran con un lujo María de esos de quedarte con la boca abierta. Hay mucha ingeniería por detrás de ese diseño, muchas decisiones críticas que fueron tomadas en milisegundos, muchas comprobaciones para elegir la madera adecuada, combinarla con el pollo de la cocina y demás. Está tan bonita que me planteo el hacer una más gitana en el cuarto de las bicicletas y dejar esta para museo y para hacerme cada año la foto oficial de la postal navideña, porque se merece ser enviada en postales.
Otros muebles también están llegando a la casa según los encuentro y ahora estoy a la busca y captura de una mesa estilosa, algo de madera con aplomo, diseño vanguardista y unas sillas de decir ¡Ooooohh! Si además va a juego con mi iBook más que mejor. El sofá del salón también será sacrificado en aras del progreso. Dejaremos atrás este cutre sofá de Ikea que tan bien nos ha servido durante los últimos cinco años y en el que tantos de vosotros habéis dormido y lo sustituiremos por uno que esté a la altura de mis gustos.
Un detalle que llama la atención de los visitantes es la enfermiza ausencia de cuadros o cualquier objeto colgado de las paredes. No me van. Me gustan desnudas, sin nada colgado y así es como van a seguir por mucho tiempo. Por no haber no hay ni espejos, salvo el de la entrada, ese que tantos me han pedido que elimine.