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  • The Island – La Isla

    15 de agosto de 2005

    Atención: Si no habéis visto The Island os sugiero que no sigáis leyendo porque os puedo descubrir algunos de los inexistentes grandes momentos y desvelar parte de la trama. Quedaros con esta versión resumida sobre mi opinión: A un hijoputa le dan un montón de dinero y hace una mierda de película que aburre hasta a las palomitas de maíz del cine y chimpún.

    Ahora que ya se puede hablar claramente, lo repetiré por si os queda alguna duda: La Isla es una mierda. Mira que fui al cine con pocas esperanzas de ver algo bueno, después de haber leído y escuchado crítica tras crítica poniéndola de vuelta y media. Tras una hora en la sala, uno sólo quiere marcharse y que acabe la pesadilla. Es tan mala que te hace vomitar tus propias tripas y pisotearlas mientras esperas que alguien avise al 112 y te saquen de allí y te lleven a un hospital en donde pedirás llorando que te corten las partes del cerebro afectadas por este panfleto publicitario infumable.

    La cosa empieza muy bien con un refrito de Gattaca, THX 1138, La fuga de Logan y Metrópolis entre otras. Se nota que el hijoputa del guionista se fue al videoclub y se sacó unas cuantas cintas, cogió ideas de aquí y de allí y las mezcló. Todos nos resulta vagamente familiar por supuesto, ya que hemos visto el mismo cine que ese tío. La mayor innovación en esta parte son los tonos blancos de todo y todos muy en plan Apple.

    Después de unos minutos comienza el tedio. No saben como desarrollar la trama y el director está negado para mover actores y exprimirlos. Tanto Ewan McGregor como Scarlett Johansson vagan por la pantalla sin saber muy bien lo que están haciendo o por qué lo hacen y eso se nota. Tienen diálogos absurdos que lo único que despiertan es la indignación de quien los escucha. Ponen muecas que ni se ajustan a las expresiones que tienen que mostrar. Es una payasada sin más.

    Después de un rato en este plan, con algo malo pero no pésimo, ese cabrón llamado Michael Bay del que aún recordamos con estremecimientos de terror aquel bodrio intragable que fue Pearl Harbor decidió que ya era hora de hacer lo que mejor se le da, que son las escenas de acción sin ton ni son. Así que tenemos más de hora y media de pallufadas hasta el infinito con frecuentes anuncios comerciales de productos que desde ya animo a boicotear. Lo poco que habían dado de sí los actores se va al traste. Ewan McGregor y Scarlett Johansson se la pasan corriendo, salvando la vida una y otra vez en situaciones extremas e imposibles que no cree nadie, en una ciudad del año 2019 en la que todos los coches, casas, ropas y similares son del 2004 salvo los cuatro que aparecen en primer plano. Los persigue por ese mega escenario catastrófico Djimon Hounsou en un papel de puta pena que termina de joder al final cuando le sale el ramalazo de Teresa de Calcuta y decide ponerse del lado de los buenos, demostrando tener un corazoncito que jodió totalmente su papel. El otro malo, su jefillo, era un nulo Sean Bean, con menos músculos en la cara que los que pueda tener una estatua. Su actuación es tan plana que hay veces en las que me parece ver los hilos del muñeco que están usando.

    Ewan McGregor y Scarlett Johansson sobreviven a caídas desde lo alto de rascacielos sin rasguños, sobreviven a choques brutales en los que el resto de la basca del coche muere, sobreviven a eso y mil cosas más todo sin despeinarse y casi sin ensuciarse, por no decir que se escaparon de una supuesta isla de super-mega alta seguridad casi sin hacer esfuerzo y saliendo de picnic y durmiendo en unas ruinas que encontraron cerca mientras eran buscados con helicópteros de super tecnología del 2000, aún operativos en el 2019 y pilotados por un equipo de mercenarios de élite más inútiles que el señor rompetechos. Y cuando llegan al final, cuando ya te importa todo una mierda y sólo quieres salir de allí e irte a bañar tu rabia con cerveza, entonces salvan a la humanidad, al universo y a todos los pokemon de la isla y ponen una parodia de la canción de los gemidos de Gladiator mientras una cámara gira como loca sobre todos los pokemon rescatados y todo el mundo se abraza y se chupan las pollas unos a otros entre arcadas y vómitos del público, que corre hacia las salidas para escapar de semejante disparate.

    Así que he de decir que coincido con ese ochenta por ciento de críticos de cine norteamericano que han declarado esta película perniciosa para la salud y mala de rematar. A todos aquellos que estáis en mi lista de enemigos, por favor id a verla y que os cunda. Los que sean capaces de bloquear su cerebro y dejarlo descansando en casa, que se arriesguen, aunque les sugiero pegarse un Nolotil antes de ir al cine para minimizar los daños colaterales. Para el resto, ahorraros el sufrimiento. Sobre la puntuación que le he dado, decir que un punto es por Scarlett Johansson que es una belleza y una delicia de mujer y el otro medio punto es por Ewan McGregor, al que a pesar de todo, aprecio. Y para acabar, me gustaría deletrear mi opinión sobre esta película para aquellos que sigan teniendo alguna duda: M-I-E-R-D-A.
    gallifantemedio gallifante

  • Sing, baby, sing!

    15 de agosto de 2005
    Sing, baby, sing!

    Sing, baby, sing!, originally uploaded by sulaco_rm.

    Hoy ponemos en marcha la máquina del tiempo y retrocedemos a finales de los setenta y principios de los ochenta, cuando la música Disco vivía la edad de Oro y el Pop comenzaba a calentar motores. Para ver las notas sobre la foto os recomiendo que hagáis clic sobre la misma.

    La diva que canta no es otra que Diana Ross, o uno de sus múltiples clones con un pequeño defecto de fabricación que los dota de pene en lugar del habitual coño. Hubo algún problema en la factoría y salieron muchísimos modelos con este fallo. A pesar de esa oculta anomalía, el tío cantaba de puta madre y se movía como la Diana. Fijaos en los tipos todos rapados con camisetas rojas y el cabezón entre la niebla, además de la bailarina Go-Gó alzando la mano. Esta es una de mis fotos favoritas de esta serie.

    Aprovecho este momento para explicar un poco mis retorcidas raíces musicales que tanta polémica suscitan. Yo me crié escuchando música de la Motown, música negra que traían mis tíos desde Estados Unidos. Así que mientras la tropa aquí estaba super puesta en Gabinete Caligari, la Unión, Mecano y similares, yo lo que conocía eran los discos de Marvin Gaye, Diana Ross & The Supremes, Michael Jackson, Lionel Richie, Stevie Wonder o the Commodores, por nombrar unos pocos. Recuerdo esas colecciones de singles, todos con unas portadas espectaculares en las que unos tíos y unas tías con unos pelucones del quince sonreían con esos pedazo de piños enormes y blanqueados con Blanco Nuclear. Oír esta música marcó mi vida. Aún hoy en día, si he de elegir entre la bazofia actual y cualquiera de esas viejas leyendas, siempre acabo con los clásicos.

    El daño fue tan grande que en la actualidad, es decir mismamente en este momento, mi canción favorita es This is my life de Shirley Bassey, canción que he descubierto gracias a los anuncios de la cerveza Amstel Light y que llevo días escuchando sin prisa pero sin pausa.

    Vistos los comentarios en algunas entradas de esta bitácora y la forma en la que algunos defienden a esos nuevos grupos que a mí no me dicen nada, supongo que me verán como un viejo dinosaurio caminando entre ellos. Por mi parte, ¡que coño!, que viva Gloria Gaynor, Bonnie Tyler, Queen y todos esos grupos y solistas que hacían una música genial.

    Hay más información sobre Amsterdam en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos de Amsterdam

    Technorati Tags: Amsterdam, viajes

  • Día 3. El fin del viaje

    14 de agosto de 2005

    Praga Julio 2005

    Llegamos al tercer y último día del fin de semana en Praga. Hasta este momento han sido dos días de mucho turismo y conversaciones de esas que todos negamos haber tenido. Esta pequeña opereta en tres actos comenzó en Nos vemos en Praga y continuó en El castillo de Praga y un millón de escalones

    Kostel sv Mikuláše - Iglesia de San NicolásSi hay algo medianamente cierto es que el tercer día me desperté molido. Las subidas de escaleras del día anterior me pasaron factura, aunque no fue hasta un par de días más tarde cuando gocé del dolor de las agujetas en su gloriosa plenitud. Nos levantamos tarde. Ya no quedaba mucho por ver, sólo museos y esas cosas que interesan a los intelectuales y aquellos que quieren parecerlo. Yo ya me he curado bastante de museos de arte. Debo ser el único que lo reconoce públicamente, pero para mí el museo de Van Gogh en Ámsterdam es uno de los sitios más aburridos del mundo, con tanta pintura idéntica de ese tipo. Muy cerquita está el museo nacional y no hay comparación con Rembrandt y amigos. Esos sí que transmitían emociones, miradas, sentimientos y no los putos campos de tulipanes mal pintados.

    Molino de agua en la isla KampaEn fin, dejemos atrás las limitaciones de uno y volvamos a retomar el hilo argumental. Nos levantamos tarde, como ya he dicho. En teoría teníamos que abandonar el lugar antes de las once, pero ya había apalabrado con la sustituta de los dueños el dejar nuestras cosas en la habitación hasta pasado el mediodía, cuando volveríamos a recogerlas. Después de las oraciones matutinas nos echamos a la calle. Como Kike se quedaba en la ciudad un día más, antes de continuar su peregrinación por Europa, buscamos un nuevo lugar para que pernoctara. Cumplida la formalidad, marchamos al centro, al casco antiguo. Estuvimos andando por calles desiertas, lo típico en un domingo por la mañana. Había una gran cola para entrar en el cementerio de los judíos y pasamos de visitarlo. Una curiosidad de esta ciudad es que el barrio judío de la ciudad sobrevivió intacto a la segunda guerra mundial. Los alemanes, tan puestos en eso de limpiar ciudades de dicha raza se abstuvieron de tocar o alterar nada en esta. La razón no era otra que los planes del señor Hitler de realizar un gran parque temático para mostrar a las generaciones futuras como vivía esta gente antes de ser reubicadas en universos paralelos.

    Nuestra reposada caminata nos llevó junto al río Moldava, en donde nos sentamos en un banco a disfrutar de la mañana y ver pasar los barcos por el río. Flotaba en el ambiente una golosa humedad que se pegaba al cuerpo. El agua bajaba plácidamente, ajena a las gentes que habitan en la ciudad y a los numerosos visitantes. Estuvimos allí bastante tiempo, hablando y disfrutando del día sin más, sin prisas y sin agobios. Praga es un lugar que se puede visitar en tres días sin muchos problemas, cuatro si se quiere ir sobrado de tiempo.

    Escaleras del metroPara comer fuimos a un bar de bocadillos muy popular en la ciudad y de precios muy económicos llamado Bohemia Bagel. Tras la pitanza comenzó la operación salida, un poco ajustada de tiempo. Primero fuimos a buscar nuestras cosas al hostal, después a dejar la mochila de Kike en su nuevo alojamiento y tras eso, tranvía, metro y autobús al aeropuerto.

    Ir con gente al aeropuerto es abrir las compuertas de la tristeza. Cuando uno va solo no es más que el paso intermedio al salto que te llevará hacia otro lugar. Cuando vas con alguien, dejas algo atrás, si lo miras desde el punto de vista del viajero y pierdes algo cuando lo miras desde el punto de vista de la persona que acompaña. Facturé y nos sentamos en una de las cafeterías para apurar los últimos momentos. Había llegado la hora de decir adiós a la ciudad y volver a casa. Atrás quedaron tres fantásticos días en una de las grandes ciudades europeas, un lugar que merece la pena visitar y al que espero volver de nuevo algún día.

    Aunque el relato de este viaje termina aquí, en el año 2009 volví a la ciudad de Praga y hubo un nuevo relato y más ideas, sitios que ver y cosas que descubrir. En Mi segunda visita a Praga comienza esta nueva historia.

  • Picapiedras rosa

    14 de agosto de 2005
    Picapiedras rosa

    Picapiedras rosa, originally uploaded by sulaco_rm.

    Estos me tienen confundido. Un grupo de tíos vestidos de algo a medias entre ropa de Agata Ruín de la charca y los Picapiedra, con culos de plástico y unos bastos enormes que algunos usan como símbolos fálicos me da muy mala espina. Tendréis que ver la foto en flickr para ver las notas. La danza que ejecutaban tenía música de Queen.

    Hay más información sobre Amsterdam en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos de Amsterdam

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