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  • Deconstruyendo el cuento de la princesa II

    27 de mayo de 2005

    En el capítulo anterior descubrimos como llegó al mundo esa sucia y rastrera perra que es Samanta. La dejamos trabajando en una hamburguesería cercana a palacio.

    Al principio los dueños del restaurante de comida rápida, famoso eufemismo tras el que se encubren esos antros de comida precocinada Dios sabe donde, de dudosa calidad y servida por unos empleados que reciben unos sueldos miserables, estaban contentos. La gente acudía desde todos los lugares del reino para poder ver en acción a la que en un futuro sería su reina, al igual que los medios de incomunicación. Samanta, a la que le gusta más una cámara que chupar una polla untada en sirope de fresa, se lo pasaba bomba, dando entrevistas y saludando. Sin embargo, la alegría inicial se trocó en pánico cuando la gente dejó de acudir a dicho recinto y ciertas historias se propagaron por el tradicional y poco controlable sistema del boca a boca.

    Al igual que en ocasiones anteriores, llegó un momento en el que resultaba insostenible el mantenerla en su puesto de trabajo y la animaron a continuar por el sendero del éxito a través de empresas más ambiciosas. A Samanta le dolió un poco, pero acostumbrada como estaba a la precariedad laboral inherente a su estatus de princesa, se lo tomó con filosofía tántrica y se fue de compras. Volviendo al palacio le dio un arrebato y se bajó del vehículo oficial para caminar un rato por un parque.

    Era una de esas eternas tardes de fin de primavera y por todos lados se podían ver parejas copulando indiscretamente en la hierba mientras simulaban estar leyendo libros. Resultaba muy difícil engañar a una observadora tan puesta en estas lides cuando todos practicaban el Dale, Don, Dale mientras embestían a sus hembras y en algunos casos, a sus machos. También había una pareja de lesbos que a falta de Dale, Don, Dale se tenían que conformar con hacerse la prueba del algodón la una a la otra. Samanta miraba melancólicamente a su alrededor, pensando si merecería la pena interrumpir alguno de los actos y tomar posesión del macho. Andaba distraída junto al agua de uno de los pequeños lagos que como gotas de rocío perlaban el parque cuando sin darse cuenta se encontró con un sapo enorme que la miraba sin arredrarse.

    Se mantuvieron la mirada durante unos milisegundos que a ambos parecieron eones. El sapo, desde la piedra en la que reposaba, contemplaba asqueado aquel cacho de carne mal hecha. Por la cabeza de la Princesa cruzaron las leyendas y cuentos que hablan de este tipo de ocasiones y decidió arriesgarse. Agarró al sapo antes de que pudiera huir, se lo acercó a los morros y le plantó un soberano beso.

    Nunca antes en la historia real un ósculo fue tan repugnante. El pobre animal trató de impedirlo pero su pequeño tamaño lo colocó en inferioridad de condiciones. Ella le restregó su áspera lengua por el hocico mientras cerraba los ojos y pedía su deseo. Cuando acabó con él lo depositó en el suelo.

    Una espesa niebla surgió de la nada y los envolvió a ambos. Corrientes de aire salidas del vacío removían el humo y ejecutaban una endiablada danza que parecía no tener fin. Cuando por fin acabó el espectáculo pirotécnico, al lado de ella se encontraba un hombre. Era más alto que ella, esbelto, rubio guapísimo, con un delicado tono de piel y una fina capa de vello en sus brazos. Sus manos bien arregladas permanecían pegadas a su cuerpo, tratando de taparse. Sin embargo, no estaba desnudo. Tenía unos leotardos rojos, una faldita pequeña azul y una camisola con volantes blanca. De los puños de la camisola salían unas protuberancias horrorosas. Sus zapatos parecían de bailarina y llevaba un pequeño gorro a juego con la falda que coronaba su espléndida melena amarilla. Su pelo no tenía las puntas abiertas ni caspa en las raíces. Sus labios eran carnosos y con un seductor tono rojo.

    Samanta comenzó a lubricar inmediatamente. Todas las partes de su cuerpo comenzaron a tomar posiciones ante el inminente acto de pasión carnal que allí iba a tener lugar. La gruesa y babosa lengua de la princesa relamía sus labios festejando el placer venidero. Su organismo se comportaba como un mecanismo de precisión que iba a ejecutar los movimientos para los que había sido programado de manera inmediata. Su pelvis comenzó a agitarse levemente y sus piernas comenzaron a abrirse. El hombre mientras tanto no dejaba de recorrerse con la vista y su rostro no podía ocultar el horror que sentía ante lo que veía. Se sujetaba la falda con una mano para evitar que se la levantara el viento. Miraba hacia ella y sentía aún más pánico. Después se volvía a mirar sin terminar de creérselo. Su pelo perfectamente libre y natural ondeaba al viento lanzando destellos dorados. Sus dientes eran de un blanco inmaculado. Se veía reflejado en los ojos lascivos de aquella tipa que estaba frente a él. Sus sentidos le decían que algo muy malo estaba a punto de suceder. El vello de punta en sus brazos era una clara advertencia. No sabía si tirarse al suelo de rodillas a implorar clemencia o tratar de huir y esquivar a los guardaespaldas.

    Los dejamos aquí, frente a frente, Samanta y el sapo convertido en príncipe.

    Aquí acaba esta segunda entrega. El cuento continúa en Deconstruyendo el cuento de la princesa III

  • Tulipan Rodolfo

    27 de mayo de 2005


    Tulipan Davenport, originally uploaded by sulaco_rm.

    El tulipán de hoy está dedicado a Rodolfo, uno de los lectores y comentaristas asiduos y uno de los pocos que trata de corregir las imperfecciones ortográficas y gramaticales que perpetro tan a menudo, fruto del batiburrillo idiomático en el que transcurre mi vida. Rodolfo es el autor de una bitácora cuyo nombre, Estoy hasta las pelotas, ya prepara al lector sobre lo que se puede encontrar por allí. En lugar de comentarios, tiene un foro en el que gentes de espectros opuestos se baten ladrillo en mano y de alguna forma, Rodolfo consigue moderar ese sitio y sacarlo adelante. Yo soy de los que entran pero raramente opinan.

    El tulipán que le dedico es en colores rojo y amarillo y tiene unas hojas terminadas con un flequillo muy cachondo. La perspectiva de la foto nos permite disfrutar de las figuras concéntricas que forman los colores. A este tulipán se le conocía como Davenport pero nosotros lo llamaremos tulipán Rodolfo.

    Si estás pensando visitar Holanda para poder ver estas maravillas, tienes más información en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos de tulipanes en el Keukenhof o el Álbum de fotos de Amsterdam

  • Star Wars Episodio III: La venganza de los Sith – Star Wars Episode III: Revenge of the Sith

    26 de mayo de 2005

    Ha pasado una semana desde que se estrenó el capítulo que cierra la saga de las galaxias, Star Wars Episodio III: la venganza de los Sith. Aunque muchos creyeron que correría a verla el primer día, en el primer pase, esa nunca fue mi intención. Gracias a la Fuerza estoy dotado de gran paciencia y permití que pasaran unos días. Lo malo de ir cuando se estrena es que tienes que sentarte en una sala en la que hay un cuarenta por ciento de seguidores fieles de la saga y un sesenta por ciento de pollabobas, lamemierdas, comeculos y gilipollas varios que sólo van para joderte la película y para poder criticarla más tarde. Como el asesinato selectivamente indiscriminado de esas mierdas humanas aún no se permite en el territorio de la Unión Europea, opté por el recogimiento y la meditación. Mientras llegaba el día, observé estupefacto como tras dar el disparo de salida él primer cagado con ínfulas de poder blogosférico arremetendo contra la película, todos los que le comen los pelos del culo habitualmente se lanzaron a despellejarla. Supongo que habrán visto cuan importante y poderosa es su fuerza en el universo que escapa al control de dicha blogosfera (conocida en otros ambientes como la mierdasfera). La película rompió todos y cada uno de los records y la gente no pareció seguir sus consignas. Los latinos siempre tienden a ver el lado que les interesa, así que imagino que ellos se acostarán con la satisfacción de saber que miles de millones de lectores han sido salvados de semejante película. ¡Pobres infelices!

    Volviendo al tema, cuando me acerqué al cine descubrí con sorpresa que muchos más habían optado por retrasar su visionado. La sala se llenó al completo. Era la más grande de los multicines Pathè de Munt, cerca del mercado de las flores, en Amsterdam. Hasta que comenzó la película, nos quedamos callados, meditando sobre las ventajas que tendría el establecer un mercado de cotización libre de midiclorianos.

    Al principio solo hay letras que se mueven hacia el fondo del universo. Esas letras son grandes por la música que las engarza. John Williams, el hombre que redefinió el concepto de Banda Sonora y lo llevó a cotas jamás soñadas, arranca con una tonada que llevamos grabada en nuestra sangre y a partir de ahí nos arrastra por toda la historia durante las más de dos horas que dura. La Banda Sonora es sublime y posiblemente me quede corto. Al igual que sucedió con las anteriores, me compraré el CD para disfrutarla en la intimidad.

    George Lucas sabía que no había más cartas en la baraja, que se lo jugaba todo en esta mano y al final la suerte estuvo de su lado y le ha salido bastante bien. Ha conseguido una película de aventuras, cine entretenido que tanto la vieja guardia como las nuevas hornadas aplaudimos. Visto como acabó la película anterior y como comienza la cuarta, no tenía muchas opciones y de alguna forma tenía que cerrar la brecha entre ambas. Ahora podemos dormir tranquilos porque la historia es una y grande. Por supuesto que el guión tiene sus lagunas y que los diálogos son en ocasiones cuestionables, pero siempre ha sido así. Han sido seis películas y en todas ha sucedido lo mismo.

    Esta tercera entrega supone la redención de Darth Vader. Ahora sabemos por qué se volvió al reverso tenebroso. A pesar de su papel y de que nos ha tomado más de dos décadas, Darth Vader ha conseguido nuestro perdón. En su fase como Annakin Skywalker lo vuelve a interpretar Hayden Christensen, un actor con más carencias que un hueso descalcificado. El personaje le puede y auqnue el intenta joderlo, se ve incapaz. Tanto Annakin como Darth Vader son mucho más grandes que él. A su lado, Natalie Portman saca su poderío de hembra en toda su plenitud y su gloria y nos deja abobados. Su personaje evoluciona desde la película anterior y se vuelve un poco llorona, pero todo se le perdona cuando te mira a los ojos y sabes que un ser tan hermoso no debería sufrir lo que ella tuvo que pasar.

    Junto a esta pareja, Ewan McGregor continúa su paseo triunfal hacia el Olimpo de los héroes. Su interpretación de Obi-Wan Kenobi es maravillosa. ?l sólo, con su actuación en esta película le da mucho sentido a lo que vendrá en las siguientes. Sus arranques, sus paradas, sus dudas, sus certezas, lo hacen el más humano de los caballeros Jedi y el más próximo a los espectadores.

    De entre los malos destacar a Ian McDiarmid, haciendo de malo malísimo en su doble papel como el canciller supremo Palpatine y Darth Sidious.

    Para no alargarlo más, diré que es cine puro y duro de aventuras espaciales, cine de palomitas, cine para los que hemos estado ahí durante todos estos años sin perder la fe. Merece la pena verla no una, sino múltiples veces. Merece la pena verla en versión original, escuchar las voces de todos ellos y escuchar a Darth Vader cuando habla por primera vez. He de recordaros que mi opinión es tan subjetiva como la de cualquier otro con la verdad absoluta a sus espaldas y que por eso le doy a esta película la máxima puntuación.

  • Tulipan Erre

    26 de mayo de 2005


    Tulipan Rockery Master, originally uploaded by sulaco_rm.

    Seguimos dedicando tulipanes a los tertulianos asiduos. Aunque lo tenía en mente para las dedicatorias libres, al final se armó de valor y lo pidió voluntariamente. Tras el nombre de Erre se esconde una de las cuatro mentes que escriben en Cogiendo Caracoles. También ha sido visto en el Taller, una bitácora colectiva en la que se publican pequeñas historias. Si visitáis Cogiendo Caracoles descubriréis que Erre tiene cierta obsesión por las hormigas.

    El tulipán que he elegido para él es rojo degradado con unos brochazos de blanco. Tiene una línea rompedora con las hojas acabadas en punta. Es esbelto a la par que bonito. Su nombre original es tulipán Rockery master, pero nosotros lo conoceremos por tulipán Erre.

    Si estás pensando visitar Holanda para poder ver estas maravillas, tienes más información en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos de tulipanes en el Keukenhof o el Álbum de fotos de Amsterdam

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