Distorsiones

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  • Barca

    6 de abril de 2005
    Barca

    Cuando estuve en Galicia, hace unos meses, hice bastantes fotos. Ayer las estaba revisando y me topé con esta. Una barca en el puerto de Ribeira, en la provincia de la Coruña. De todas las fotos que he hecho durante esas vacaciones, es mi favorita. Me da la impresión de que desprende un aura de paz y tranquilidad.

  • Omán quinta parte - Sur

    5 de abril de 2005
    Arabian Tour 2005

    Tras más de una semana relatando mi diario del viaje, sigo insistiendo en el orden adecuado de las historias, que es el siguiente: Comienzo del viaje, Arabia Saudita, Qatar primera y segunda parte, Moscate, Camino de Sur y Sur, primer y segundo día. Aún queda mucho por contar, así que quizás deberías mirar los episodios anteriores antes de continuar leyendo si aún no lo has hecho.

    Mi tercer día en Sur comenzó como el anterior, yendo a la oficina en la guagua de los elegidos. Cuando llegamos a nuestra oficina, antes de volver al edificio en el que trabajaba, me pongo a mirar los paneles de avisos y me veo una foto de una araña como la mía. Era un aviso para que la gente ande con ojo que se han visto arañas tigre. Según parece son muy agresivas y pueden causar bastante pupita con su veneno. De hecho avisaban de que ya habían atendido el primer paciente por picadura de la susodicha. Y yo tan feliz. En el poster contaban que a esos bichos les encanta meterse en las botas y para evitar que entren en los contenedores-vivienda, nos sugieren dormir con la luz encendida, no poner los zapatos en la calle y comprobar las sábanas antes de dormir. Os imaginaréis como se me ha puesto el cuerpo. Me pica todo. He revisado esto de arriba abajo dos veces para ver si la hijaputa sigue aquí dentro. Esta noche no duermo, haré guardia.

    Por la mañana he acabado mi trabajo bastante pronto y a las once le he dado un curso de una hora a la omanita que trabaja en la recepción. La chica es muy simpática y zalamera, pese a estar toda tapada. Se le ve que si hubiera nacido en otra cultura hubiera sido una chica super viva, pero aquí ha tenido que sobrevivir a base de agachar la cabeza y aguantar. [Nota del autor: vosotros no lo podéis ver porque esto es escrito, pero quiero que sepáis que estoy subido a la silla, en cuclillas, escribiendo este episodio en mi portátil, porque me da miedo poner los pies en el suelo, que la guarra esa de la araña puede que siga aquí dentro. Rezad por mí, por favor]

    La chica a la que educo es bastante inteligente y en una hora lo ha aprendido todo. Después me he ido a comer al mismo comedor del día anterior, solo que esta vez he ido con el omanita que ha trabajado con nosotros. He optado por comida hindú y me he sentado en la mesa de los musulmanes, todos con sus camisolas blancas y yo con mi polito Springfield. Una escena total. Mi jefe se tendría que sentir orgulloso si me viera socializando con la morisma esta. Ya por la tarde, he pasado más rato con mi morilla para resolver sus dudas. Yo a esta la metía debajo del mostrador de la recepción y de dos viajes la bautizo (Cristo bendito, este país empieza a afectarme …)

    Fijándome un poco y andando por el edificio he descubierto la pauta. Al contrario de lo que sucede en Europa, aquí los baños de las mujeres y los de los hombres no están juntos. De hecho, están en lados opuestos del complejo. Las mujeres hacen sus agüillas menores y mayores en el lado derecho y los hombres mean y jiñan en el ala izquierda del edificio. De esta forma uno no se cruza con una hembra medio desnuda al pasar delante de una puerta. Para hacerlo más simple, la puerta del baño es la última del pasillo, así que no hay razón ninguna para que un hombre pueda estar por allí. Aparentemente hay uno al que se conoce como el hermano cuya misión es velar por la integridad moral. Si el tío ve a una chica hablando mucho con hombres, la reprenderá y si persiste, se encargará de que la trasladen o la echen. He tenido suerte y parece ser que está malo estos días, aunque ahora que lo pienso, quizás no sea suerte sino mi milagrosidad latente. Supongo que eso explicará la efusividad de las chochas. Por la tarde cuando estaba allí con mi alumna, apareció un grupo de cuervos de estos, por lo menos cinco tapadas del coño pa? arriba y del coño pa? abajo y me vieron allí sentado con ella y se privaron todas. Cotorreaban continuamente y le preguntaban a la otra, que super-orgullosa les explicó lo que yo hacía por allí. Me recordó a la escena de el Retorno del Guanijuay cuando C3P0 está hablando con los Ewoks y estos están excitadísimos. Pues esto era igual, sólo que en vez de Ewoks teníamos fantasmas negros. Creo que han pasado a lo largo de la tarde todas las mujeres del edificio a echarme un vistacillo. Se ponían como locas cuando me alongaba para coger algo y mi polillo de Springfield se subía y me veían el ombligo. Esta noche hay más de una por estas tierras que va a dejar el cepillo de dientes sin cerdas a base de restregárselo por cierta parte. Probablemente es la primera vez que ven un poco de carne fresca y de la buena. Es que estas son las cosas por las que Dios me envió aquí a desarrollar mi proyecto evangelizador. Estas mujeres han visto la luz y ya no querrán seguir entre sombras. Donde esté un ombliguillo peludo español que se quiten las chilabas de los demás …

    Después del trabajo, opté por una mezcla entre comida hindú, europea y japonesa. Me sorprendió encontrar en la parte hindú unas albóndigas que yo juraría que eran de carne de vaca, o al menos yo siempre he entendido que beef es carne de vaca. A ver si va a resultar que los hindúes comen vaquitas sagradas. Eso sí que sería un milagro de cojones. Tras la comida, saqué a pasear a mi araña, que hay que cuidarla y tratarla bien. Después, al bar como siempre, que todo el mundo me invita a birrillas y esto de la cerveza gratis es muy adictivo. No tengo ni idea de cual es el precio de la cerveza porque siempre me las han regalado o he pagado con los cupones que me dio mi admirador nipón, el rompetechos. Ahora que me acuerdo, todos los amarillos estos me llaman sulaco-SAN. Yo les he explicado que es SAN-sulaco, pero ellos siguen trocando el orden. Al menos es gratificante saber que un oriental presiente inmediatamente mi poderío. Esa última noche no pasó nada que deba ser reseñado en esta mi bitácora. Por la noche me levantaba a mear dando saltos continuamente, por si la arácnida estaba de guardia. Es un poco difícil mantener la puntería, pero con voluntad y sacrificio se consigue. La escena me recordó a estas películas de boxeo en donde el entrenador está todo el tiempo machacando al púgil para que baile. Yo ahora lo hago de motu propio. No dejo un pie en el suelo más de un segundo por si acaso.

    Esta historia continúa en Omán sexta parte – Sur y de vuelta a Moscate

  • A Home at the End of the World

    5 de abril de 2005

    A veces veo alguna película anunciada en la filmoteca del poblacho y voy a verla sin más. A veces me llevo un palo que me deja escardado durante semanas y a veces salgo de la sala con la sensación de haber visto una buena película. Esto último fue lo que me sucedió con A Home at the end of the World de la que desconozco su título en español.

    La historia es un poco retorcida. Dos chicos se conocen de pequeños y flirtean un poco entre ellos, con pajillas y tal de por medio, aunque por avatares de la vida acaban como hermanastros. Más adelante, vuelven a vivir juntos y el fuego entre ellos se aviva, aunque a uno no le van las mariposas sino las almejas y acaba enamorándose de la compañera de piso del amanerado. Los tres establecerán un triángulo en el que la amistad triunfa sobre los instintos carnales.

    El director de todo esto es Michael Mayer, un director que se estrenaba en el oficio con esta película y que lo ha hecho bastante bien. Al frente hay un trío encabezado por Colin Farrell, al que le cogí una tirria increíble en gAyLEXANDER. Aquí hace del hermano atontado y medio totorota y lo hace francamente bien, sobre todo por su incapacidad para expresar emociones, que aquí le va al pelo. Es también el queso en este sandwich, haciendo de colchón entre los otros dos protagonistas, que son Robin Wright Penn, una chica que está teniendo una madurez bastante interesante y que aquí está que se sale. Se ve que le gustan los papeles con algo de substancia y no esas cosas que se hacen últimamente en Hollywood en donde la madurez de una actriz se mide por los centímetros cúbicos de silicona que lleva en las tetas. El tercero en discordia es un tal Dallas Roberts, al que yo no conocía y que lo hace muy bien. Está muy creíble como flor de loto enajenada mentalmente y enamorada hasta las chacras de su hermanastro. Un poco en segundo plano pero también con un papel bastante importante aparece Sissy Spacek, una de las grandes damas del cine americano actual y que sencillamente abruma con su interpretación.

    En definitiva, si sois capaces de ver un drama y tenéis la capacidad de abstracción suficiente para disfrutar con una buena película, entonces merece la pena. Si vuestro cerebro embrutecido no va más allá de la línea del bikini de Yola Berrocal y de los sopapos de cualquier chulo de discoteca, entonces ahorraros la pasta y gastárosla en putas.
    gallifantegallifantegallifante

  • Omán cuarta parte - Sur

    4 de abril de 2005
    Arabian Tour 2005

    Tras más de una semana relatando mi diario del viaje, sigo insistiendo en el orden adecuado de las historias, que es el siguiente: Comienzo del viaje, Arabia Saudita, Qatar primera y segunda parte, Moscate, Camino de Sur y Sur, primer día. Aún queda mucho por contar, así que quizás deberías mirar los episodios anteriores antes de continuar leyendo si aún no lo has hecho.

    Mi primer día real de trabajo comenzó temprano. En este sitio se trabaja seis días por semana, diez horas por día. La jornada laboral empieza a las siete de la mañana y hay que coger la guagua que te lleva al complejo a las seis y media en punto. Comprenderéis que es la guagua de los poderosos, que la tropa viaja en otras. Así que desayunamos y nos metimos en nuestro transporte. Sur montañas OmanYa a las seis y media empieza a apretar el calor, aunque a esa hora no son más de veinticinco grados. Nuestro vehículo lleva una media de un pasajero por fila. Delante nuestro iba una guagua TATA con seis indios por fila, apiñados. Paramos en la entrada del recinto para el control de seguridad ficticio, en el que el guardia asoma la cabeza, nos ve a nosotros, los europeos y nos deja pasar sin más, mientras que a los hindúes poco menos que les chequean hasta los calzoncillos. He puesto una foto de la vista desde el campamento hacia las montañas, para que os hagáis un poco una composición de lugar. Si la queréis ver en grande, haced clic en ella.

    Después de revisar un poco mis papeles me llevaron al curso de Inducción, obligatorio para todo el que tiene que trabajar allí. Creo que ya comenté que fue un curso a-la-carta, la versión lolailo y festiva del real. En total fueron quince minutos y dos pequeños vídeos antes de ponerme a hablar sobre los jugadores del Real Madrid con el morito que simulaba ser profesor. Tiene guasa que el tipo se encargue de la seguridad y se llame SAIF, que la gente pronuncia como SEIF y que en inglés, por si alguno no lo sabe, significa seguro. Tras la inducción esa, el obligado café con el omanita y de cabeza al trabajo. Primero me fui a la recepción a conocer a las chochas que parte de mi negocio por aquellas tierras tenía que ver con ellas. Las chochas van vestidas de negro de arriba abajo. Mucho velo y tal y tal y tal, pero estas llevan él óvalo de la cara descubierto, en plan monjas. La más simpática y la que ha estado todos los días es un poco fea, con una nariz nada agradable, pero supongo que como diría Torrente, con la luz apagada y remangándole los trapos seguro que se puede follar.

    Aparte de la evangelización de estos paganos, tengo que instalar un equipo nuevo con su software correspondiente para las operadoras, actualizar otro e instalar un equipo en el cuarto de telecomunicaciones. No daré más detalles para no amargaros el día. De lo que debía estar, estaba la mitad. De lo que tendría que haber llegado, llegó y robaron cuarto y mitad. Mira que hay seguridad en las puertas, pero así y todo los hay que practican el latrocinio. A la hora de comer nos invitaron al comedor de ese edificio. Entenderéis que es al comedor de hombres, porque las mujeres supongo que tendrán el suyo en la otra punta del edificio o quizás en otro. De hecho, junto al comedor sólo hay un baño de hombres. Aquello estaba lleno de extranjeros, de hindúes (que eran la mano de obra que mantiene todo en funcionamiento) y de omanitas, todos con su jaique blanco y su gorrito chimpún. Para honrar un poco a la patria nos sentamos en la mesa de los holandeses. Para todo el mundo en aquellos lares yo era el primer español que veían por allí, lo cual confirma la voluntad viajera de nuestra raza. Es un milagro que colonizáramos América con el atajo de gandules que tenemos en nuestro país. En Omán cuando dices España todos te nombran a Raúl y Real Madrid. Son las marcas más conocidas de nuestro país.

    Para que veáis que no me toco los huevos, como muchos insinuáis habitualmente, trabajamos hasta las ocho y media de la noche. En total, fueron doce horas y media de trabajo y dejamos casi todo listo para el bautizo. Se quedó con nosotros un Omanita, más gandul que los calzoncillos del padre Apeles y que se resignó a pasarse allí la noche si hacía falta, porque mi determinación era acabar a toda costa en la franja de tiempo prevista.

    Tras el trabajo, nos fuimos a celebrar el éxito al bar y quizás también porque la cantina ya estaba cerrada y habíamos encargado unos bocadillos para recoger allí. Invité a mis acompañantes con los cupones que me dio el japonés, que fueron seis. Se quedaron helados cuando vieron todos los que me había dado. Por lo que se ve era un montón de dinero. El inglés que venía con nosotros me dijo que seguramente el japo era mar-y-quita y me aconsejó trancar la puerta con la silla por dentro por si quería venir a mi contenedor a lavarme los dientes con su cepillito amarillo. Estábamos con ese cachondeo cuando aparece el japonés en persona y viene a hablar con nosotros. Estos cabrones ya no lo dudan. El japonés está por mí. Si le pico un ojo se me despatarra allí mismo y me pone el culito en pompa. Creo que no lo he descrito físicamente, así que cerrad los ojos y pensad en Rompetechos y es clavadito a él, sólo que un poco más ajaponesado, pero igualmente calvo. En un lado del bar descubrí una puertilla y pregunté para qué era. Me explicaron que los hindúes no están autorizados a entrar allí, así que tienen una especie de anexo de segunda división regional en el que pueden beber. Es como la casa de los ricos y la casa de los pobres del Gran Hermano, solo que los pobres son más pobres y los ricos somos siempre nosotros.

    Para entrar en el bar hindú, estos tienen que cruzar unos metros por el nuestro. Cuando estábamos bebiendo aparecieron seis hindúes y corrieron a su zona. Me lo confirmaron mis colegas pero no hacía falta. El rastro de aceite los delataba. Era el colectivo mariquita del campamento y por lo que me dijeron, siempre dispuestos a hacer un servicio extra a cualquiera de los hombres que tras meses de estancia en este lugar esté dispuesto a introducir su aparato reproductor masculino en un orto. A veces me pregunto por qué Dios tiene tanta saña con algunos, porque con uno de ellos se ensañó a conciencia y lo jartó a ramalazos, tanto que se le veía la pluma desde el faro de Alejandría.

    Ya más tarde en mi cuarto, medio colocado a cerveza, me meto en mi cutre baño y me encuentro una araña grande y peluda. Era del tamaño de un huevo de gallina. Me hizo un montón de ilusión tener una mascota, así que la dejé estar y me fui a dormir. Por la mañana ya no estaba a la vista y no le dí más importancia.

    Esta historia continúa en Omán quinta parte – Sur

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