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  • La ?pera

    7 de febrero de 2005

    Nuestra búsqueda de la intelectualidad nos está llevando por los caminos más misteriosos. Superada la infancia y la eterna adolescencia, en nuestra madurez nos hemos establecido unos objetivos que exigen mucho de nosotros. El camino hacia el reconocimiento intelectual está plagado de obstáculos que a primera vista siempre nos parecen insalvables.

    Hace poco tuvimos una nueva prueba. En la empresa del turco le dieron entradas para ir a una ópera de Wagner, en el fantástico teatro de Ámsterdam, un edificio precioso y con una arquitectura muy vanguardista. El turco trató por activa y por pasiva de embaucarme, pero yo me negué de plano. Mi intelecto no está preparado para un baño de cultura semejante y además, aún tengo frescos en la memoria los vídeos que nos obligó a ver la profesora de música en el instituto. El hombre echó mano del chantaje emocional, pero sin éxito. Yo desde que presiento que me manipulan me vuelvo autista y no hay quien me saque del PoZi y del PoZNo. Así que visto que no torcía el brazo y que la fecha se le venía encima, tuvo que recurrir a la turca, su hermana. La chica en el tiempo que lleva en Holanda no interacciona mucho con nosotros. Fue enterarse que la llevaban a la ópera y se puso como cabra en el monte. Salió galopando a comprarse un tremendo traje de galas de ópera, a pedir cita en la peluquería y al ingeniero estilista. El turco miraba todos esos movimientos con un poco de aprensión. Al fin y al cabo, no es más que un espectáculo en el que unos panolis gritan desde el escenario mientras la gente los escucha embelezados. Así pasaron los días, con la excitación por el magno evento.

    Y llegó el gran día. La turca en el taller de chapa y pintura preparándose para el evento. Todo listo. El traje espectacular listo para recibir el cuerpo de su ocupante. Unas horas antes de la presentación en la sociedad amsterdamita el turco comunica que va a la ópera en vaqueros y camiseta, que eso de ir engalanado se estilaba en los setenta y en los ochenta, pero la juventud de hoy en día ya ha superado esos clichés. Os imaginaréis que la bronca fue épica. En los miles de años del idioma turco nunca se escucharon las palabrotas e interjecciones que se escucharon ese día. Volaban reproches como dardos envenenados de un lado a otro. El turco mantuvo posiciones indignamente y se salió con la suya. No sólo se puso vaqueros, sino que para más INRI se puso los que tiene totalmente rotos y le permiten enseñar los lamparones de los calzoncillos. La otra no dijo nada, pero su mirada fue de las que echan mal de ojo.

    El teatro está muy cerca de donde viven, lo que les permitió ir andando. Llegaron con tiempo y se encontraron el lugar vacío. Prácticamente ni un alma. Para un evento que tenía agotadas las entradas era algo muy raro. El turco fue a lo suyo. Se metió en el bar y a pasarse por el forro de los gayumbos las normas del profeta y pegarse unas cervecillas. La turca mientras tanto estaba como gallo en gallinero. Yendo de lado a lado del gran salón para que los pocos que allí estaban pudieran admirar su traje y su estilismo. A diez minutos para el comienzo, aquello se llena. El turco levanta su vista del vaso y se percata que allí todo el mundo era 65+, todo chicas y chicos en la tercera juventud, calditos maduros y sabrosones. También nota el cambio en el ambiente producido por la columna de laca que se elevaba hacia el cielo desde aquel edificio provocando un agujero en la capa de ozono que protegía la ciudad. El tufo a laca mezclada con perfumes es insoportable. Todas vestidas con horrorosos vestidos, maquilladas como cualquier indio Cherokee antes de la batalla y todos los ancianos con traje. El turco relucía entre toda aquella gente como una rosa en una montaña de estiércol. Se sintió un poco avergonzado, pero ya no había cura, así que apuró el ritmo de bebida. La turca no ayudaba, restregándole su error una y otra vez. La gente los miraba y mostraba su desagrado. ?l no era uno de los suyos. Todos pensaban que debía ser un nuevo rico que traía a la ópera a su caprichosa chica, aquella que parecía una fulana trabajando en el edificio.

    Entraron en el teatro y tomaron posiciones. A su lado quedaban dos asientos vacíos. Cuando falta escasamente un minuto aparecen sus vecinos. El director de la empresa del turco estaba allí, trajeado, con su esposa, que parecía un expositor de joyería de hipermercado de tan cargada de abalorios como iba. El turco perdió el color. Encima el hombre lo reconoció. Tierra trágame. Aquello era una Desgracia con mayúsculas. Por suerte la función comenzó al momento y no hubo tiempo para la tertulia.

    Nadie les había dicho nada de la ópera. Y claro, la cultura es universal y no tiene idiomas, así que el hombre tampoco se había preocupado en buscar información por Internet. Cuando los dos panolis que estaban en el escenario empiezan a cantar en alemán, el turco se llevó el primer disgusto. En la parte superior del escenario había un panel en el que se podía leer la traducción al holandés de lo que decían. Después de cinco minutos con aquellos dos gritando en germano sin que les entendieran nada, el turco comienza a amodorrarse. Sus párpados se vuelven pesados y tienden a caer. No pasan ni dos minutos y ya está roncando. La turca le arrea un codazo y lo despierta. Se sacrifica y consigue aguantar casi un minuto despierto hasta que vuelve a dormirse y comienza su particular canto. Otro codazo, pero esta vez aguanta menos tiempo despierto. Entre sueño y sueño, aquellos dos siguen en el escenario, en las mismas posiciones y cantando lo mismo. Para él todo sucede entre dos velas. Duerme y despierta, mira a aquellos dos gritando en un idioma extraño y vuelve a caer dormido. Así durante toda una vida. Pasa el tiempo, pero no ocurre nada. Esto debe ser el infierno.

    Dios el misericordioso, nuestro católico Dios, se apiadó de él y llegaron al intermedio. La turca le susurró al oído la palabra mágica: cerveza. Saltó de su asiento. Salieron y la fémina le dijo que mejor se iban, que ya a ella la había visto todo el mundo y aquello era una mierda infumable. Ella habla alemán pero no se había enterado de nada y encima no podía concentrarse porque se pasaba el tiempo despertándolo para que no montara escándalo con sus ronquidos.

    Tomada la decisión, se movieron estratégicamente hacia la salida de una manera despreocupada y casual, como quien sale a fumarse un pitillo. Cruzada la puerta perdieron la dignidad y se echaron a correr. Cuando ya estaban a una distancia prudencial aflojaron el paso. Mirando a su alrededor se dieron cuenta de que no eran los únicos que habían huido. Otros corrían como almas que lleva el diablo por la misma calle, junto al gran canal Amstel. Es más, ¿no son aquellos dos que van por allí delante el director y su esposa? PoZi. Después de todo no salió tan mal. El director nunca supo que el turco también había huido.

  • Blade: Trinity

    7 de febrero de 2005

    Tarde o temprano todas las sagas acaban. A veces tienen unos finales fantásticos y otras llegan a su fin de forma miserable. Eso es lo que ha sucedido con la película de hoy, Blade: Trinity. Yo soy fan de esta saga. Por descontado vi las dos anteriores. Y no hay color. Desgraciadamente no hay color.

    El principal problema de esta continuación es el guión. Hace agua por todos lados. Es rematadamente malo. No tiene ni pies ni cabeza. Wesley Snipes tampoco está en su mejor momento. Parece aburrido. No logra transmitir nada, salvo el estupor que me produjo su pelo, que se ve tan falso que debe ser auténtico. Le ha crecido en el cabezón una moqueta negra azabache que da impresión. Cada vez que salía en pantalla me quedaba alelado mirando esa alfombra. Era lo mejor de su papel. El otro actor de las películas anteriores que vuelve a salir es Kris Kristofferson, que tiene un pequeño papel. Hay que ver lo estropeado que está.

    El director de esta tercera parte fue un tal David S. Goyer y espero que sea la última vez que le dejan coger una cámara, porque el pobre la ha cagado. Cada película de esta trilogía ha sido dirigida por un director distinto y a este pobre le ha tocado el Sambenito de haber hecho la peor de las tres.

    El único que hizo algo digno de mención fue Ryan Reynolds, un actor que cada vez me gusta más. Se pasó toda la película de cachondeo y todas las escenas dignas de recordar fueron interpretadas por él. Todos los gallifantes que le doy a la película se los merece él. Si hubieran quitado a Blade y lo hubieran puesto a él de protagonista, hubiera sido mucho mejor, no me queda la mejor duda.

    Y resaltar un detalle para que os fijéis cuando la veáis. Los buenos usan ordenadores Apple, blancos e inmaculados, super potentes y con un software que hace de todo, mientras los malos tienen horrorosos ordenadores negros, vulgares y sucios. La película es un gigantesco comercial de Apple. La chica mata vampiros escuchando música en su iPod, música que se compra a través de la tienda iTunes. Es un escándalo como colocaron cosas Apple en cada rincón.

    Si eres descerebrado, si has visto las dos anteriores y te gusta el cine de acción, si no eres muy exigente y vas al cine por la comodidad de las butacas, entonces esta es tu película. Para los demás, a esperar el DVD.
    gallifantegallifante

  • El eterno viajante

    6 de febrero de 2005

    De nuevo en ruta. Ya sé que hacen exactamente veintiocho días desde que volví de España, pero la sangre tira mucho y aprovecho las vacaciones de invierno en la escuela, le sumo los carnavales de Gran Canaria, hago un redondeo superior y entre pitos y flautas, esta tarde me vuelvo a casa por una semana. Como en ocasiones anteriores, viajo cargado con todos mis suplementos tecnológicos así que seguiré escribiendo desde allí.

    A ver cuando los científicos que pagamos con nuestros impuestos se sientan a pensar y arreglan el principal estigma de la tecnología: los cargadores. Y ya puestos, que agrupen cacharros, que me voy con Portatil, máquina de afeitar eléctrica, cepillo de dientes eléctrico, iPod mini, telefonino, cámara de fotos digital y los SEIS cargadores asociados. Prácticamente todo el peso del equipaje en cabina es para los artilugios tecnológicos sin los que mi vida no sería la misma.

    Para los que sienten curiosidad por saber la compañía con la que vuelo, en esta ocasión es Transavia y por aquello de los billetes tirados de precio, que yo solo compro saldos, mi aeropuerto de salida es el de Rotterdam y el de regreso Amsterdam.

  • Gestos en Firefox

    4 de febrero de 2005

    Y llegó el día de los gestos. Ya hemos visto como configurar un poco el navegador Firefox. Por si no habéis leído los capítulos anteriores, en el primero aprendimos algunos trucos para usar el Firefox, la semana pasada vimos como mejorar nuestro navegador usando las extensiones en Firefox y esta semana nos centraremos en la navegación con gestos.

    Primero, como supongo que a muchos no os suena de nada y esto de los gestos da la impresión que es algo como ponerse a dar palmaditas al aire enfrente de la pantalla o zapatear mientras se navega, ya que la RAE define esta palabra como movimiento del rostro, de las manos o de otras partes del cuerpo con que se expresan diversos afectos del ánimo os diré que la navegación por gestos no es más que una forma sencilla de optimizar la experiencia con el navegador. Vamos a ver, cuando estáis en Internet, ¿dónde está siempre una mano? En el ratón, obviamente, ¿y que hacéis con el ratón? Gestos. Subís el cursor a la parte de arriba para cambiar de pestaña, o para minimizar, o cerrar una pestaña, darle hacia atrás y volver a la pantalla anterior y similares. Si os fijáis, os pasáis gran parte del tiempo moviendo la mano para subir al área de navegación. Lo que hacen estas extensiones es crear un nuevo lenguaje que os permiteunav de una forma rápida y sencilla realizar estas tareas.

    Así que pensad que usar los gestos requiere de algo de tiempo de aprendizaje y considerad que una vez los hayáis aprendido a usar, os será muy difícil el utilizar navegadores subdesarrollados y obsoletos como el que viene con vuestro sistema operativo Windows.


    Aunque hay bastantes extensiones de gestos, he elegido dos. La primera que veremos es muy sencilla de manejar, tiene una curva de aprendizaje casi nula, pero no se basa en gestos, sino en menús. Yo comencé usando esta extensión y unos meses más tarde me pasé a la segunda que vamos a ver hoy. Si no os queréis complicar la vida, instalad EasyGestures. Si queréis más velocidad y potencia, id directos al All-in-one Gestures, aunque este último requerirá algo más de tiempo para que le saquen provecho.

    Comencemos con EasyGestures. Lo primero será instalar la extensión.Haced clic aquí para descargarla. Como sucede siempre que instaláis una extensión nueva, tendréis que cerrar el navegador completamente y volver a abrirlo.
    Extensión EasyGestures
    Al hacerlo, id al menú de Herramientas -> Extensiones y haced clic con el botón derecho sobre el icono de EasyGestures y elegid Opciones, como podéis ver en la imagen anterior. Se abrirá el menú para configurar esta extensión. Id a la pestaña de Acciones. La siguiente imagen muestra lo que os encontraréis.
    Opciones EasyGestures
    En este menú podréis cambiar las acciones que queréis realizar cuando realizáis un gesto. Por ejemplo, para mí era mucho más sencillo el cerrar pestaña en la flecha que va hacia abajo y pestaña anterior en la flecha inferior izquierda (o sea, intercambiarlas). Una vez hayáis ajustado esto a vuestro gusto, darle a Aceptar y listo. Abrid cualquier página, por ejemplo esta misma y para activar los gestos haced clic con el botón central (o la rueda). Os debería aparecer algo parecido a la siguiente imagen:
    Easy Gestures funcionando
    Y eso es todo, no hay más con el EasyGestures. Es así de sencillo. Los movimientos que no podáis hacer aparecerán sombreados en gris y el resto en color. Es simple y sencillo de manejar. La extensión os ayudará a saber el significado de cada cosa mostrando un pequeño texto (que podéis deshabilitar en las opciones). Está en español de Argentina, así que no os sorprendáis con las traducciones.

    Ahora veamos la extensión All-in-one Gestures, mi favorita. La podéis descargar haciendo clic en este enlace. De nuevo, acordaros de cerrar el navegador para que termine de instalarse. Esta extensión no suministra tanta ayuda como la primera que hemos visto pero sin embargo es mucho más rápida e infinitamente más potente. Yo me conozco unos veinte tipos de gestos.

    Una vez instalada, miraremos primero las opciones de configuración. Para ello, ya sabéis lo que tenéis que hacer. Id al menú de Herramientas -> Extensiones y haced clic con el botón derecho sobre el icono de All-in-one Gestures y elegid Opciones. Se abrirá el menú para configurar esta extensión. Id a la pestaña de Gestures Customization. La siguiente imagen muestra lo que os encontraréis.
    Opciones All-in-one Gestures
    Si queréis cambiar los gestos, este es el lugar adecuado. Os explico uno de los cambios que hago en mi navegador. Por supuesto, no tenéis por qué hacerlo. Por defecto, esta extensión abre una nueva ventana de Firefox cuando hacéis un gesto hacia abajo. Yo encuentro más útil el cerrar la pestaña en la que me encuentro usando el gesto de flecha hacia abajo. Así que lo que haremos será intercambiar ambos gestos. Haced clic sobre Open new Window in Foreground y cuando está seleccionada (en azul oscuro) haced clic en el botón de Swap gestures que está en la parte de abajo. Ahora id a la opción de Close current tab y volved a hacer clic. Listo. Habéis asignado el gesto «abajo» a la acción de cerrar la pestaña actual.

    Para usar los gestos, abrid cualquier página, por ejemplo esta misma y para activar los gestos haced clic con el botón derecho (y no el central como en la extensión anterior). Manteniendo el botón derecho pulsado, haced el gesto correspondiente. Por ejemplo, para abrir una nueva pestaña en blanco, haced una línea hacia arriba y soltad el botón. Gestos con All-in-one Gestures Al instante se abrirá la nueva pestaña. Si estáis navegando y queréis volver a la página anterior, haced una línea hacia la izquierda. Las líneas las veréis en la página en color rojo, como se puede apreciar en la figura. Otro ejemplo, si tenéis varias pestañas y queréis ir a la anterior, haced el gesto arriba+izquierda y para ir a la siguiente pestaña, arriba+derecha. Como véis es muy sencillo, pero en este caso os tendréis que aprender los gestos y recordar que hace cada uno. Podéis aprenderos los básicos: arriba, abajo, izquierda, derecha, arriba+izquierda, arriba+derecha, arriba+abajo, izquierda+arriba y similares.

    Bueno, a divertirse un rato. Espero que no haya sido muy difícil. Si tenéis dudas, dejarlas en los comentarios y ya respondo por ahí. La próxima vez hablaré de algunas otras características que hacen del Firefox un navegador tan potente.

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