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  • Teatro del dolor

    22 de enero de 2005
    Teatro del dolor

    Miró las llamas comerse la foto. Así acababa todo. Sin embargo, quemando las fotos no obtuvo la satisfacción deseada. Un huracán barrió sus recuerdos y lo lanzó de nuevo a revivir los momentos de felicidad, los momentos que esa foto representaba. Eran otros tiempos. Todos eran felices, eran jóvenes y no se preocupaban, no eran conscientes de que mientras estaban allí, en aquella fiesta, posando para la foto, avanzaba el tiempo, que la vida es sólo una charada.

    Vivió de nuevo aquel momento, se encontró de nuevo con sus amigos, bebiendo, en una de esas fiestas de sábado a las que solía acudir y en las que siempre representaba su papel, ahora lo sabía, ese gran papel en el que como siempre estaba muy bien. Que gran actor de tragicomedia que fue siempre. Si entonces hubiera sabido lo que ahora conocía, que mal final de un gran guión podría haber evitado. Todo habría sido distinto. Ella no lo habría dejado, su amor no habría ardido igual que ahora ardía la foto. Lo peor que le puede pasar a uno es vivir el futuro. Sobre todo cuando este no es como lo habíamos soñado. Añoramos el pasado, queremos revivirlo para cambiar cosas y evitar lo inevitable. No nos damos cuenta de que por mucho que cambiemos, seguiremos tomando absurdas decisiones que nos llevarán a donde no queremos ir.

    Su corazón roto se negaba a reconocer lo inevitable. Que la función había acabado, que después de que se apaga la ovación final, sólo queda la soledad. Eso es lo único que tenía ahora. Ella se había ido, sus amigos, los mismos que juraron estar siempre con él, también se marcharon y lo dejaron, siguieron con sus vidas, sin mirar atrás. El telón había caído. Ahora sólo sentía su decepción y humillación y pensaba que no podía llegar más bajo. La vida enseña sus lecciones a palos y cuando crees que ya has tocado fondo, te muestra fosas insondables y te lanza a ellas. El mundo es un escenario donde todo empieza y acaba, y no somos más que marionetas que corren por el sin poder controlar sus vidas.

    Confiaba en que el fuego que ahora consumía sus recuerdos lo purificara, le abriera las puertas de una nueva obra, con nuevos actores. Nuevas esperanzas e ilusiones. Esta vez haría lo imposible para que todo saliera bien. No se podía permitir más errores. Estaba cansado de llegar al final de la función, de ver como todos abandonaban el teatro dejándolo atrás. Quería marcharse con ellos, ser uno más, formar parte del público. Maldijo su suerte y allí mismo, frente a las llamas, juró que no volvería a cometer errores.

    Su gran amor debía seguir ahí fuera, esperando, sin saber que sus vidas estaban destinadas a encontrarse. Tenía que seguir buscando y tenía que hacerlo mejor. Esta no era la primera vez que lo quemaba todo, aunque siempre esperaba que fuese la última. Siempre deseaba hasta las lágrimas el poder dejar este teatro del dolor en el que le había tocado vivir. Ansiaba lo que la vida siempre le había negado: ser una persona normal. Ser un gran actor no le había valido de nada, no le había traído la felicidad, ni el amor, ni todo aquello por lo que lloraba. El dinero, la fama, no sirven si al llegar la noche no hay alguien a quien amar, alguien que te espere y te de la bienvenida al entrar en el hogar.

    A lo lejos sonaban unas campanadas que anunciaban algo, algún oscuro presagio, quizás más dolor. Su sonido llegó flotando por el aire y lo despertó de su ensimismamiento. Miró la caja y entre lágrimas cogió otra foto y la echó al fuego.

    … que mal final de un mal guión
    que absurda decisión
    por eso aquí se acaba la función.

    Para leer más historias de esta serie, haced clic en este enlace.

  • National Treasure – La búsqueda

    22 de enero de 2005

    A veces hay películas de las que la gente habla con opiniones extremadamente contrapuestas. Unos la adoran y otros la odian profundamente. National Treasure, conocida en España como La Búsqueda, es una de esas películas. Algunos de mis amigos me habían comentado que era lo peor de lo peor y otros sin embargo habían salido del cine encantados. Lo mejor en estos casos es echarle huevos, ver la peli y luego opinar. Y eso hice.

    National Treasure no es más que una película de aventuras, muy al estilo de las que se hacían en los ochenta. Tenemos chavalote super-anormal que siempre está en todos los fregados, tenemos a la chica guapa y metomentodo, tenemos a los malos malísimos y los llevamos de un escenario a otro continuamente para que sufran mucho antes de llegar al final. No hay más. Y tampoco hace falta. Si os gustan las películas del estilo de Indiana Jones, entonces sabéis de lo que hablo.

    El director, un tal John Turteltaub que no había hecho nada muy conocido hasta ahora, navega por el mar de tópicos de películas de aventuras y llega a buen puerto. En su barco lleva como bandera a Nicholas Cage, que tiene la edad justa para no estar demasiado lejos de las adolescentes ni demasiado cerca de las menopaúsicas. Este hombre lleva dando el callo más de veinte años en el cine, aunque para mí su mejor papel fue en Arizona Baby, fantástica película de los hermanos Coen. Volviendo al tema, aquí no lo hace nada mal. Se pasa casi dos horas corriendo, sudando, esquivando, pensando, deduciendo y en definitiva, haciendo lo que todo héroe de este tipo de cine suele hacer. Por supuesto no está solo. Siempre tiene que haber una hembra a su lado, una hembra con la que pueda retozar y pelearse tanto como sea necesario. La susodicha es Diane Kruger, a quien los que tuvieron la mala suerte de ver esa mierda de película llamada Troya, quizás logren recordar, si consiguieron mantenerse dentro de la sala durante toda la proyección.

    En definitiva, cine de aventuras, cine de palomitas y jolgorio y cine al que se puede ir con la chocha o con los amigos, ya que es el tipo de evento insubstancial y vulgar que puede gustar a ambos grupos. Si habéis superado la edad del pavo y estáis en la fase del cine de autor, entonces quizás deberías absteneros.
    gallifante gallifante gallifante

  • Yo no estaré allí

    21 de enero de 2005

    La gran fiesta
    Hoy es el gran día. Aquellos que entran de una forma regular recordarán que a principios de Diciembre hablé de la madre de todas las fiestas, un superevento organizado por un comité fantasma creado en la empresa en la que trabajo y que casualmente se celebra hoy. Como ya conté entonces, decidí no acudir a dicho acto social. De las cerca de cuatrocientas personas que trabajamos en Hilversum, yo fui la única a la que aparentemente no le ha importado decirlo alto y claro. Los otros, mis hipócritas compañeros, han criticado hasta la saciedad pero al final muchos de ellos han ido, que ya se sabe que el perro vuelve siempre a comer de la mano del amo. Hubo un grupo que trató de zafarse, rechazando la invitación mediante correo electrónico, pero fueron debidamente convencidos y al final estarán allí.
    Después tenemos el grupo de los que dicen que van y luego inventan excusas y no aparecen. En ese grupo se encuentra mi amigo el chino. Hoy llegó a la oficina simulando un dolor de cuello y andando todo el día con la cabeza torcida. Ahora sé que el chino es un pedazo de actor y que debería estar entre las nominaciones a mejor actor principal en los Oscars de este año. El chino ha hecho un esfuerzo sublime por aparentar su enfermedad, aunque a mí no me engaña y al final ha tenido que reconocer lo obvio y evidente: que es todo cuento para tener una excusa. Como el chino, hoy los hemos tenido que han estado todo el día con bufanda, simulando resfriados, otros con jaquecas y los incapaces de actuar optaron por llamar esta mañana y declararse enfermos.
    Finalmente está la gente que desde el principio respondieron afirmativamente y hoy estaban excitadísimos ante la perspectiva de pasar seis horas con comida y bebida gratis en compañía de todo el cuadro de directivos. Sobre estos últimos no sé si sentir lástima o desprecio. Que haya gente que sienta que su vida adquiere un nuevo sentido por poder estar cerca de aquellos a los que les da pánico hablar es algo que nunca comprenderé.

    De alguna manera se ha sabido que yo no acudía, no porque yo lo haya ocultado, sino porque alguien lo ha filtrado. La noticia ha corrido por todos los departamentos. He contado más de veinte personas dejándose caer por mi despacho para preguntarme: «Vienes a la fiesta, ¿no?«. Mi paciencia es finita, así que con los últimos he sido un poco cruel. Mi jefe, que ya se graduó con honores en el master de comprender la mente de un canario en holanda, se abstuvo de abrir esa linda boca, porque sabe que sería un craso error, o lo que el populacho en la Isleta llamaba una cagada de escándalo. A todos los que vinieron y aducían al supuesto atributo de Team Building de dicho acto, les he recordado que el último viernes de cada mes se organiza un «Café» en la cantina y en este no solemos ser más de quince personas, a pesar de que hay «comida» y «bebida» gratuita, y les he remarcado el carácter de Team Building de dichos Cafés. Eso suele bastar para que salgan con el rabo entre las piernas, porque no pueden refutar el argumento. Yo jamás he faltado a uno de esos Cafés y de hecho, los que vamos somos siempre los mismos, incluyendo a mi vicepresidente, al manager general y a todos los pelotas que lo rodean. Así que todos ellos me conocen muy bien y nunca he tenido problema alguno en hablar con ellos y decirles a la cara lo que pienso de su gestión.

    Tengo que admitir que de haber ido, podría haber hecho fotos para poner contenido en la bitácora los próximos dos meses, porque ver ese despliegue de rusas, checas, polacas y ucranianas no tiene desperdicio. Toda la planta de desarrollo, es decir, todos los frikis de los desarrolladores, se han casado a base de comprar esposas por catálogo, como ya expliqué en hembras à la carte. En mi planta los frikis optaron por las camboyanas, vietnamitas, malayas y uno de ellos por esposa colombiana. O sea, un catálogo de película de terror. Sólo conozco dos desarroladores que tengan esposa holandesa y son los únicos normales que hay en ese grupo.

    La estrella de todo este evento, la que pondrá glamour y estilo, la que le dará un toque chic, la que romperá todos los moldes de escayola que le pongan por delante, será mi compañera transexual (aunque el turco y el chino prefieren que use el género masculino por no estar operado/a), que se ha pasado mes y medio buscando el vestido de noche perfecto para la que será su puesta de largo, que ha acudido ayer a la peluquería, que se ha pintado las uñas a juego con su traje, que demostrará a todos los presentes que es una top-woman y que ella, como ninguna, representa el ideal de la mujer del siglo XXI, mujer que viene equipada con un interfaz adicional que le permite metértela doblada, o sin doblar, a poco que te descuides.

    En lugar de eso, pasaré la noche de cacería con mi amigo turco por el pueblo, que con el frío las hembras andan acorraladas dentro de los locales y es más fácil atosigarlas…

  • Usando el Firefox

    21 de enero de 2005

    Hoy vamos a sermonear un poquito y mostrar una de las funciones más útiles del Firefox. Sé que muchos lo habéis instalado, pero me da la impresión de que no le estáis sacando rendimiento, imagino que por haber sido alienados durante años con el IE de Microsoft. A veces cambiar hábitos es muy difícil.
    Navegando con pestañas Comencemos por algo fácil. A estas alturas todos estamos usando las pestañas para navegar, o al menos eso quiero creer. En la imagen de la izquierda podéis ver mi navegador con varias pestañas abiertas. Para conseguirlo, hay varías formas. CTRL-T es la más sencilla. Abrirá una nueva pestaña vacía. Aquellos que tengan un ratón con tres botones, deberían saber que pulsando en un link con el botón central abrirán el link en una nueva pestaña y sin perder el foco de la página en la que se encuentran. Esto es muy útil por ejemplo cuando queréis leer varias noticias en vuestro periódico favorito online. Vais haciendo la compra, clickeando en todas las noticias que queréis leer y más tarde las leéis una a una. Aquellos que en lugar de tercer botón tengan rueda central, deberían comprobar si esta hace las funciones de tercer botón en el ratón. En la mayoría de los casos, podéis hacer clic con la rueda y obtendréis el resultado que ya he explicado. Dos últimas formas para abrir una pestaña son: hacer clic en el icono que tenéis a la izquierda de la pantalla con un pequeño «+» (ese botón sólo aparece cuando tenéis abierta más de una pestaña) o directamente haciendo un doble clic en algún área libre de la zona de pestañas.


    Ya con el concepto de pestaña meridianamente claro, veamos la mejor de las funciones del Firefox. Las búsquedas. En el desfasado IE, teníais que pulsar CTRL-F o ir al menú de Editar -> Buscar (en esta página) para realizar una búsqueda. En Firefox, esto es mucho más sencillo. Busqueda Digamos que queréis buscar los lugares en los que aparece la palabra mujer en este texto. Simplemente empezad a escribir la palabra. Mágicamente, los dioses de Mozilla abrirán en la franja inferior de vuestro flamante navegador una zona en la que iréis escribiendo y hay un sistema de navegación básico. En la imagen podéis verlo claramente. Podéis buscar la aparición anterior de la palabra mujer, la próxima vez que mujer aparezca en el texto, o resaltar.

    resultadoAl mismo tiempo, el foco de la página cambiará al lugar en el que Firefox ha encontrado la palabra mujer y la señalará con un tonillo verde super cachondo.

    resaltarEn caso de que queráis ver todas las veces que aparece la palabra mujer en el texto, si activáis la opción de resaltar (Highlight en inglés) podréis ver en toda la página como todas las apariciones de la palabra mujer han sido marcadas. Chachi, ¿no?

    resultado2 Esto, los que navegan con Internet Explorer sólo lo pueden conseguir usando alguna de las barras disponibles, como la de Google por ejemplo. Nosotros, los avanzados navegantes que cruzamos estos mares con buques nuevos, lo tenemos incorporado en nuestro equipo.

    Actualización:A partir de un comentario en esta entrada descubrí que no todo el mundo tiene habilitada la búsqueda mientras escribe por defecto. En caso de que no os funcione, seguid el siguiente procedimiento para activarla.
    Id al menú Tools (Herramientas, supongo), elegid Options (Opciones, supongo nuevamente). En la parte de la izquierda están las diferentes areas, elegid Advanced (Avanzadas) y en la parte de la derecha de esa ventana, el primer grupo se encuentra Accesibility (Accesibilidad quizás?). La segunda de las opciones de ese grupo debe estar marcada. En ingés es «begin finding when you begin typing» o en cristiano comenzar a buscar cuando empiezas a teclear«. En este enlace podéis encontrar un pantallazo de la ventana de opciones a la que me refiero.

    AVISO: Si alguien me dice las traducciones correctas a la versión en español, las pongo. Soy demasiado gandul para instalarlo y ya estoy acostumbrado a la inglesa .:lol:

    Otro día escribiré algo más sobre el Firefox

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