Cuentan en los documentales de Discovery Channel que las probabilidades de que surja la vida son tan minúsculas que es adecuado hablar de milagro. Se tienen que dar tantas coincidencias y casualidades, tantas variables han de alinearse, que raya lo imposible. Yo os cuento que los hados están tan centrados en el tema que las probabilidades de que LaMasmo y el Pana coincidan en clase de holandés son aún más pequeñas. Hoy ha vuelto el Pana, pero la reina, la señora de todas las señoras no estaba allí para poder ser inmortalizada.
Y a mi esto me empieza a afectar, porque estamos en la semana NUEVE del curso de holandés, y nos quedan exactamente 11 oportunidades para hacer la madre de todas las fotos. Con tanto prerequisito, no sé si va a ser posible. LaMasmo tiene que venir a clase con uno de esos modelos perpetrados por ella misma, el Pana ha de estar allí y Yo tendré que realizar todo tipo de maniobras distractivas para que la mayor diseñadora de los últimos cien milenios no se de cuenta de que le estamos robando una foto.
Una amiga me ha dicho que organice una foto de grupo con todos los estudiantes, pero eso no es lo que quiero. Yo quiero LA FOTO, capturar para la mediocridad un fogonazo de mal gusto, un destello de ordinariez y vulgaridad. Las lenguas bífidas que comentan por estos lares dirán que para mal gusto ya está este modesto Web. A esas mismas lenguas les recuerdo que en cuatro semanas estoy en España de vacaciones de Navidad y que las perseguiré una a una.
Entre mis sospechas de por qué no vino hoy a clase LaMasmo, intuyo que el que tuviéramos el examen del segundo nivel pesa bastante. Una intelectual de la incultura como ella no querrá que su fracaso más que evidente quede escrito en los papeles. Sólo los que tienen lo que hay que tener, o carecen de lo que hay que tener han venido a clase. Los que no tenemos miedo al ridículo más espantoso y al peor de los resultados y los que de tan sobradamente preparados que están, dan asco hemos acudido a la cita con los cuatro folios de examen.
En mi cabeza, o en lo que queda de ella, comienza a asentarse una idea poderosa. Una directiva de primer nivel que se impone a cualquier otra. HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO. Ni un puto idioma más. Si consigo llevar a buen puerto esto del neerlandés, recordadme que NUNCA MAIS. El español (o lo que me queda de él), el inglés (cada vez más bruto) y el asqueroso neerlandés serán mis tres únicos idiomas. Si quieren que aprenda otro, tendrán que inventar píldoras idiomáticas porque yo no paso por otro curso de estos. A Dios (el católico, claro) pongo por testigo que no aprenderé otro idioma. A Dios pongo por testigo de que viviré solo en paises en los que se pueda sobrevivir con cualquiera de ellos o con una combinación de los mismos.