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  • Adiosito Lucas

    13 de abril de 2022

    Todos somos conscientes que yo no quiero ser obeso mórbido como algunos comentaristas y por eso, no solo me hago una caminata de más de veintiséis kilómetros, al día siguiente salgo a correr y hago mis seis kilómetros como casi siempre, aunque esté más cansado. Así, el lunes, después de levantarme, la parte que odia correr de mi cerebro comenzó su bombardeo sistemático para recordarme que estaba cansado, que el día anterior ya hice bastante ejercicio, que en la cama se está tan a gustito, que mejor me hacía un glorioso desayuno y lo disfrutaba y así hasta el fin de los días. Ya estoy acostumbrado, así que la ignoré, me levanté, hice los mínimos ejercicios de precalentamiento y me fui a correr. Pese al palizón del día anterior, mis tiempos eran bastante decentes y similares a los de días anteriores. Hice mi ruta habitual y avanzaba sin problemas hasta pasado el cuarto kilómetro. Estaba escuchando un audiolibro, con uno de los juegos de auriculares bluetú que tengo y durante gran parte del recorrido, voy cerca, pero no muy cerca del agua, salvo en el punto en el que tengo que pasar por un túnel que hay bajo una autopista, momento en el que el agua está a mi derecha mientras comienzo mi descenso. Fue en ese instante, en el único lugar en el que lo más terrible podía suceder, cuando mi auricular derecho decidió saltar del orejón y fue directo al agua, en donde lo oí golpear la superficie y hundirse. ¡Tremendo drama, cristiano! Como son de esos de los nuevos que se conectan independientemente al telefonino, el izquierdo siguió funcionando, sin saber que su mellizo nos había dejado por siempre y para siempre, que en ese agua turbia yo no me meto ni jarto de calimocho y menos por un chisme que puedo reponer relativamente fácil.

    Estas cosas yo creo que siempre están interconectadas. Yo uso cuatro juegos distintos de auriculares de tres marcas diferentes y casualmente, un par de semanas antes, decidí comprarme unos nuevos porque de los cuatro, dos están siempre en la mesa del escritorio y en la mesa de la cocina y los uso cuando ando por esos lares y los otros dos son los más nuevos y los que me llevo cuando salgo de mi casa. Uno de los viejos está mostrando señales de agotamiento, le deben quedar muy pocas lunas y por eso había comprado otro, que debería llegar a mi casa en algún momento de las próximas dos semanas y que iba a provocar que justo el par del que he perdido a uno de sus miembros, pasara al escritorio o la mesa. Después de llegar, hacer mis ejercicios con la rueda de abdominales, ducharme y desayunar, me compré otro par que también llegará en algún momento del mes de mayo, ya que sigo teniendo que reponer un par. Por ahora, los viejos, con sus tres añitos, tendrán que seguir dando el tipo durante unas semanas más.

    El martes cuando volví a salir a correr, al llegar a la zona lo hice con muchísimo cuidado, pensé en agarrarme los orejones hasta pasar ese vórtice de peligro que confirma la ley del joputa de Murphy, que de seis kilómetros que corro, hay unos ciento cincuenta metros en total en los que si se me cae, seguramente lo pierdo, porque o estoy en el puente sobre la autopista o pegado al agua y mira que bien que funcionó la puta ley esa y como se me cayó el cacharro en el sitio adecuado, aún más difícil que la autopista porque el tramo junto al agua deben ser unos veinte metros.

    Esperemos que esto no se convierta en un vórtice de desgracias y que el gaferío ya se haya ido hacia truscoluña, que no es nación.

  • Un poco de costa rocosa

    13 de abril de 2022

    Creo que vamos a bajar a las rocas que se ven por el mar, pero antes de hacerlo, una vista de la parte de la costa que tiene menos playas y más montañas, que no impide que se construyan hoteles y bungalows para los turistas. Estas zonas suelen tener unas vistas más espectaculares, pero al final yo prefiero las partes llanas porque con tanto verde, con tanta vegetación, vienen las sinfonías estruendosas de grillos y otros animales similares por la noche, que no paran y además los mosquitos, que viven en estas zonas en las que hay más agua.

  • Caminando y caminando

    12 de abril de 2022

    Se ha corrido la voz entre mis amigotes que como yo no quiero ser obeso mórbido como algunos comentaristas que mejor no mentar que son muy sensibles, además de correr seis kilómetros cuatro veces por semana y de caminar los otros días al menos diez mil pasos, cada dos semanas en domingo, si el tiempo lo permite, me voy a caminar por la mañana y este año he hecho varias de esas caminatas solo, de entre doce y quince kilómetros. Uno de esos amigotes, que ya se está entrenando para la Vierdaagse de Nimega, el mayor acontecimiento mundial y del universo conocido de marcha y en el que él participa siempre en la modalidad de cincuenta kilómetros y como todos sabemos que vierdaagse son cuatro días, el chamo, en esos cuatro días camina DOSCIENTOS kilómetros, comenzando cada día a las cinco de la mañana. Lleva desde que lo conozco dándome la vara para que participe y yo ninguneándolo, que le he explicado por activa y por compasiva que yo carezco de ese instinto que tiene la gente que va a esos eventos porque quieren ser más seres humanos o algo así. Bueno, el chamo me dijo que vendría a caminar conmigo algún domingo para entrenarse y lo hizo este pasado, así que yo organicé una ruta de unos veinticinco kilómetros saliendo de mi keli, aunque al final hicimos alguno más y mi total del día llegó a los treinta.

    Usando la página de la organización de caminantes no hay camino pero se hace al andar neerlandesa, combiné dos rutas con otra inventada por el Elegido, seguimos parte de la ruta de las Limes romanas, que era el sistema fronterizo del imperio Romano (los primeros cinco kilómetros de la gráfica anterior) y que por aquí seguía el río Rin y lo arrejunté por la caminata que va junto al Kromme Rijn (a partir del kilómetro doce), el Rín sinuoso o meneoso, o temblequeoso. Este ramal del río Rín en su delta tiene unos veintiocho kilómetros de largo y acaba, termina, culmine, llega, a la parte sur de la ciudad de Utrecht, justo en el lugar en el que la ciudad está rodeada de dos canales que la protegían. El río viene serpenteando por llanos y es muy bonito. En el pasado era navegable pero se llenó de arena en la edad media y a partir de ahí se usaron otros ríos en la zona para navegar, pero sigue siendo famosísimo y queridísimo.

    Salimos de mi keli sobre las diez y media de la mañana y nos tomó unas cinco horas y media incluyendo el tiempo que estuvimos en dos cafés tomándonos el cafelito, que hicimos parada técnica en Odijk y en Ameliesweerd. También en Odijk perdimos algo de tiempo haciéndonos fotos ofensivas delante de unos edificios de la policía para mandárselas a un colega que labura allí. Mi amigo vive convencidísimo que alrededor de mi keli no hay nada lindo y hermoso en la naturaleza y lo flipó porque el paseo es espectacular. Justo en el momento en el que llegamos al Kromme Rijn, en el kilómetro doce, vemos el primero de varios castillos que estaban a la vera del río, o casoplones, que el concepto de castillo neerlandés no es el medieval español.

    En la foto vemos justo el lugar en el que comenzamos la ruta al lado del Kromme Rijn y el castillo Beverweerd está a nuestras espaldas y al frente tenemos el poblacho de Odijk. A la izquierda se puede ver el sendero para los caminantes, sendero en el que no se permiten bicicletas, ni coches, con lo que sé de dos culocochistas que no podrían hacer este paseo. El día estaba perfecto para caminar, con nubes y claros, cuando te daba el sol la temperatura subía a los diecisiete grados y cuando se nublaba, bajaba un poco, pero sin viento se podía seguir sin ponerte la rebequita o la chaqueta.

    Al llegar a mi casa, aún pudimos tomar el solito un rato en mi jardín antes de atacar la cena, que preparé por la mañana Burritos de congelador y tenía un tercio de tortilla de papas con cebollas rojas en una bolsa al vacío y con eso y algo de queso canario con medalla de oro del lidel y jamón serrano, rematamos el día.

    Si el julay elige repetir, la próxima será ir hasta el punto en el que el Kromme Rijn se integra en Utrecht, pasar la ciudad por el Oudegracht y llegar al portón en el que comienza el río Vecht, que básicamente es este mismo pero con otro nombre y después seguirlo hacia el norte hasta casi Breukelen y desviarnos al este por debajo de Loodsdrecht para acabar cerca de Hilversum. Esa será una caminata de treinta kilómetros.

  • Playas y más playas en Koh Samui

    12 de abril de 2022

    Seguimos paseando por la isla de Koh Samui y creo que este fue el viaje que conté meses y meses después y esta excursión ni la mencioné, que desde que comencé a mantener mi diario con el iPad en vivo y en diferido, estas cosas no suceden y ahora me veo indagando tours de la isla para averiguar en donde paramos porque además, mi cámara de esa época no geolocalizaba las fotos, como hacen todas las cámaras cutres y decentes ahora. Sé hacia donde íbamos y en el camino paramos aquí y tenemos esta vista de la costa este de Koh Samui llena de playas de arena blancas y que parecen estar todas conectadas.

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