Paseando por Lisboa, el Palacio Real de Queluz y Óbidos


En diciembre, un par de semanas antes de regresar a Gran Canaria para pasar la Navidad, estuve en Lisboa para una escapada de viernes a domingo y creo que esta fue mi tercera visita a la ciudad. En realidad no voy con más frecuencia porque en muchas ocasiones no hay nada barato para volar hasta allí desde Holanda, los aviones van siempre petados y las compañías que conectan ambos países se aprovechan. Para esta escapada la elegida fue Easyjet, compañía que por razones que desconozco, salvo por el Reino Unido, el resto de destinos desde Holanda son siempre caros. En el lado positivo de la balanza, vuelan desde Amsterdam, aunque lo hacen desde la terminal de bajo costo o las salas como hangares desde las que se corre al avión.

Avión de Easyjet en Schiphol

Ese día trabajé desde mi casa hasta la hora de acercarme al aeropuerto y una vez en el mismo, pasé el control de inseguridad y esperé en la zona comercial hasta que anunciaron la sala de embarque. En la foto se puede ver nuestro avión esperando por la tripulación y los pasajeros. Tanto en la ida como en la vuelta me asignaron asiento de pasillo con lo que nos ahorramos el suplicio de los despegues y aterrizajes y además, los aeropuertos de Schiphol y Lisboa están bien cubiertos con otros vídeos que hemos visto del tema.

Habitación en el hotel ibis Lisboa Centro Saldanha

El vuelo no tuvo incidencias, llegué a Lisboa en hora y después seguí mi ruta en metro hasta la estación de Saldanha, zona que elegí en esta ocasión porque está muy bien comunicada y además me apetecía alejarme un poco de la parte costera más turística. El hotel elegido fue el ibis Lisboa Centro Saldanha, que como todos los de esta cadena, resultan cómodos y familiares. En la foto anterior se puede ver el catre.

Baño en habitación del hotel ibis Lisboa Centro Saldanha

Y también tenemos el jiñódromo, lugar crucial ya que tarde o temprano te apetece darle vida al jiñote que estás macerando y esta es una tarea delicada y compleja que en mi caso requiere de un baño limpio. Para cenar elegí el Salsa Rosa Bistro que no estaba muy lejos y la comida resultó buena. Justo al lado había un supermercado así que aproveché para aprovisionarme con un kilo de castañas, que en aquella época todavía estábamos en temporada. Este año he comprado castañas en Holanda, Italia y Portugal y sin dudarlo un segundo, las italianas fueron las mejores. Cené un plato con pez espada por aquello de comer algo que no hay en los Países Bajos y después de cenar decidí bajarme al nivel del mar andando, que no quiero que se me desarrolle el culocochismo como a algunos comentaristas.

Estatua de António Ribeiro Chiado

Se me había olvidado que en Lisboa quieren matar a los peatones y las aceras están hechas de unos trocitos de azulejo o así que son mortales de necesidad. Ese día estaba húmedo y la ruta fue interesante, aunque no me caí. Por el camino me crucé con la estatua de António Ribeiro Chiado, portugués famoso que se cachondeaba de truscoluña en el siglo XVI (equis-uve-palito), época en la que tampoco era nación.

Praça Luís de Camões

Mi destino final era la Praça Luís de Camões porque al lado está la Manteigaira y me quería comprar unos pasteles de Nata por aquello de encochinarme. La plaza estaba petadísima de turistas españoles y ya gozaba de adornos navideños y seguro que la véis en el vídeo que si todo sale bien estará al final de esta anotación. Por allí hay una entrada para llegar a través de unos túneles y escaleras mecánicas hasta la estación de metro de Baixa-Chiado y regresé al hotel usando este conveniente transporte público, ya que lo de pegarme tres cuartos de hora cuesta arriba y quizás con llovizna no me molaba nada.

Salón en el Palacio Nacional de Queluz

Mi plan para el sábado era bastante completo y por supuesto no comenzaba después de la hora Virtuditas sino muchísimo antes y de hecho, creo que fui la tercera persona que desayunó en el hotel. Calculé el transporte público para ir hasta el Palacio Real de Queluz llegando a la estación de tren de la zona un par de minutos después de que hubiese abierto. Pillé la audioguía para enterarme de todas las movidas que hay en el lugar y así tener una visita sub-intelectualmente más completa, ya que uno hace lo que puede para no ser un cacho de carne con ojos como muchos de vosotros que no voy a señalar porque me faltan dedos en las manos y los pies. El palacio es espectacular y tiene unos jardines preciosos.

Fachada desde el jardín del Palacio Real de Queluz

En el jardín hasta tenían un tramo de canal por el que navegaba la familia real, tramo todo azulejeado con azulejos preciosos y azules y que por supuesto veréis en el vídeo. Para que después la gente los critique, que los ricos sí que saben vivir. Ese sábado supuestamente iba a llover pero en la foto anterior se puede ver que la suerte me estaba acompañando y pillé unos cielos preciosos.

Fuente en el jardín del Palacio Real de Queluz

Al ser ese fin de semana parte del puente de diciembre favorito de los españoles, aquello era como andar por algún lugar de España, solo se oía nuestro idioma. La parte del jardín en la que están las fuentes es la más bonita y fotogénica y tanto en el vídeo como en las fotos anteriores se puede ver que el lugar está muy bien cuidado y en óptimas condiciones para vuestros selfies o sea, esas fotos que os hacéis con el teléfono estirando la mano de manera poco natural y procurando tapar con vuestro cabezón aquello que queréis mostrar. Cuando acabé la visita comencé una complicada y calculada operación de transporte para ir a Óbidos, un poblacho a unos setenta y cinco kilómetros de Lisboa y al que se puede ir en guagua y que es famoso en el universo entero. Al ser fin de semana, había menos autobuses y tuve que calcular muy bien el salir del museo, pillar el tren hasta una estación de metro y desde allí ir hasta la estación de metro de Campo Grande, aunque como iba sobrado de tiempo el tramo del metro lo hice andando. La guagua tarda una hora, tiempo que se puede aprovechar perfectamente para hacer tus ejercicios diarios con el duolingo.

Azulejos en una de las Puertas de Óbidos

La guagua te deja en la misma puerta del poblacho y ese día había una multitud que no veas, en parte por ser sábado y en parte porque en Navidades montan allí una especie de parque temático para gente con niños. Todo el poblacho era propiedad de la reina de Portugal y gracias a eso se conservó bastante bien y ahora aquello es una mina de oro y un lugar horrendo para vivir. La puerta para cruzar la muralla más popular (y la única que vi) es la de la foto anterior.

Altar de iglesia en Óbidos

El lugar, pese a que allí debían vivir y viven cuatro gatos, tiene varias iglesias porque nunca se pueden tener suficientes sucursales de organizaciones en las que se agrupan presuntos tocadores de niños y algunos otros que son peor calaña, como la monja esa asquerosa que hay en truscoluña. En la foto anterior se puede ver el altar de una de las micro-iglesias, ya que de capacidad son más bien como clubs de barrios.

Iglesia de Santiago en Óbidos

La zona en la que se hacía el mercadillo navideño era por detrás de la Iglesia de Santiago, que ya no es iglesia, sino librería. Para entrar en el mercado había que pagar y por lo que pude ver estaba como muy pensado para los niños, así que pasé. Después escuché a gente comentando la visita y quejándose y creo que no me perdí gran cosa. A la derecha de la iglesia había un camino que te permitía subir a la muralla del pueblo y prácticamente le di la vuelta completa, faltándome solo el tramo del mercado navideño porque lo bloquearon.

Muralla de Óbidos

El paseo por la muralla es toda una aventura y si tienes vértigo es aún más interesante, sobre todo cuando te cruzas con gente que va en dirección contraria.

Vista de Óbidos desde la muralla

La foto anterior cuando llegué al otro extremo del poblacho. Al fondo se puede ver el castillo y a su izquierda la iglesia que vimos anteriormente. En el pueblo, que vive mayormente del turismo, hay varias casas que se han reconvertido en posadas y algunas fastuosas y de lujo tienen hasta piscina.

Enredaderas y muralla en Óbidos

Esta siguiente foto es prácticamente a la anterior y la pongo solo para que se vea lo diferente que puede parecer un lugar mirándolo dos metros más a la izquierda. Por toda esa muralla caminé y se puede apreciar la absoluta falta de barandillas para asegurarse que el que se cae se escoña. En gringolandia algún desgraciado se tira a propósito y después denuncia para cobrar los millones. En Portugal, se escoña igual y como mucho le darán un carné de tullido para que se ponga en la puerta de algún centro comercial a pedir guita.

Castillo de Óbidos

La parte que se puede caminar de la muralla va desde la torre que está a la derecha en el castillo hasta el lugar en el que hice la foto y se puede hacer todo el circuito en una media hora, contando que no te de vertigo y que no haya una multitud que te obligue a agarrarte a la muralla para no caer, que puede suceder y sucede. Por detrás del castillo estaba la feria navideña.

Portal de Belén en Óbidos

En Óbidos aproveché para almorzar y entre otras cosas me comí una especie de pan que ya hacen al horno con el chorizo dentro que estaba épico y legendario. También compré castañas pero vamos, más de la mitad tenían bicho y yo no tengo la capacidad que tenía mi abuela, que se las jincaba igual. Enfrente de una de las iglesias tenían montado en un local un portal de Belén y como estas cosas son siempre cutres vayas donde vayas, aproveché para hacerle una foto. Regresé de Óbidos sobre las cinco de la tarde, llegando a Lisboa a las seis y para cuando llegué al hotel estaba más muerto que vivo y como al día siguiente me esperaba otra quemada, opté por comer algo (no mucho), en un sitio llamado Companhia Das Sandes que estaba cerca del hotel.

Más o menos así transcurrieron la llegada el viernes y el sábado que estuve por Lisboa. En el vídeo que culmina esta anotación podemos ver la sala de espera de vuelos de bajísimo costo en Schiphol, después tenemos la Praça Luís de Camões con su vidilla nocturna y la bajada por túneles y escaleras a la estación de metro de Baixa-Chiado antes de darnos un paseo por el Palacio de Quelus y sus jardines y después por Óbidos. Todo está amenizado con la canción Tightrope cantada por Michelle Williams en la película El gran showman – The Greatest Showman. Si no aparece por debajo de este párrafo, el vídeo está AQUÍ:

El relato continúa en Cascaes, Belém y el Parque de las Naciones


Una respuesta a “Paseando por Lisboa, el Palacio Real de Queluz y Óbidos”

  1. Pues que lástima de videos de despegues y aterrizajes, yo es que es como la empanada de atúin que no puedo parar de comerla.
    El video muy bueno, pero lo mejor de lo mejor, la voz de la cantante, me ha entusiasmado!!!
    Nunca he oído hablar de ese pueblo… 🙁
    Y lo que dices de los resbalones, tienes toda la razón, cuantas veces me he cagado en los muertos del responsable de poner esos azulejos altamente resbaladizos en las aceras, hace falta ser gilipollas!!
    Mi abuela, como la tuya, no solo se zampaba las castañas con bicho, eran las únicas que comía, las sanas no le gustaban 🙂
    Salud