El relato de este viaje comenzó en Es un mundo muy muy seguro – primera parte
Antes de comenzar a caminar por Nueva York merece la pena que comente algo de la capital de los Estados Unidos, Washington D.C., ciudad en la que he estado en varias ocasiones. Hace tres años, en mi visita a Nueva Orleáns del 2004, pasé cinco días en Washington visitando a la familia y haciendo algo de turismo. No era la primera vez que estaba en la ciudad. De hecho, he pasado allí dos veranos completos cuando era un mozo. Allí fue donde me contagié del inglés por primera vez y tengo muchísimos recuerdos asociados a esa ciudad. Puedo caminar sin rumbo fijo por ella sin perderme, conozco todos los museos, monumentos y rincones que merece la pena ver y aún así, nunca he hablado de ella. Imagino que es algo similar a lo que me sucede con Gran Canaria, que ya no lo considero un lugar turístico.
Washington DC es una ciudad que a primera vista disgusta. Le falta el calor humano y le sobra planificación. Para el gobierno de los Estados Unidos era importante tener una ciudad en la que celebrar su corta historia y los grandes éxitos (y fracasos) del país y la encontraron allí, en ese lugar a medio camino entre dos de los estados fundacionales de la Unión. La ciudad es un ente independiente que no pertenece a ningún estado, soberana en sí misma. A su lado pasa el río Potomac y aunque la ciudad tiene millones de habitantes se puede considerar absolutamente aburrida. La culpa la tiene tanto mausoleo, tanto memorial y tanto político. Los Estados Unidos se rigen desde allí, con el Capitolio en el centro de la ciudad marcando los cuatro sectores en los que se divide. Las calles forman una cuadrícula donde unas tienen números y las otras las letras del abecedario. Resulta casi imposible perderte en ese lugar. El centro de la ciudad es una extensión enorme y abierta en la que se suceden los museos y monumentos. Para hacer fotografías es un lugar increíble, lleno de grandiosos edificios que se dejan querer por la cámara. Por desgracia no hay mucho más, por la noche, cuando todo el mundo vuelve a casa se convierte en una ciudad fantasma, con grandes avenidas vacías y tomada por la guardia nacional desde lo acontecido el 11 de septiembre.
Pese a esto merece la pena pasar un par de días por allí. Hay varias compañías que tienen autobuses de esos que paran en todos los puntos turísticos y te puedes subir y bajar para ver cada uno de ellos. También se puede hacer con el metro pero entonces no verás nada y si el día se presta y te gusta caminar, es posible la caminata. En diciembre yo elegí este último sistema pese a los dos grados que hacía en la calle. Comencé por el Memorial de Iwo Jima y el Carillón regalo de los Países Bajos en agradecimiento por la liberación durante la Segunda Guerra Mundial, desde allí me fui en metro hasta el centro, pasé por la Casa Blanca para hacer fotos desde afuera, ya que entrar en la Casa Blanca se ha vuelto misión imposible. Tienes que informar con más de doce semanas de antelación y a través de la embajada de tu país de tu visita. Te asignan día y hora y por supuesto recibirán un montón de información tuya para comprobar que no eres una amenaza a la Seguridad Nacional. Son las cosas de este mundo en el que vivimos. Recuerdo cuando yo entraba con trece años, solo, sin hacer colas y nada más que por ver el chabolo del presidente. Después de ver este monumento caminé hasta el Memorial de la Segunda Guerra Mundial, el último en inaugurarse (fue en el 2004 y yo estaba en la ciudad cuando sucedió), una plaza de diseño bastante elegante en la que se recuerda a los muertos en la Gran Guerra. Desde allí se pueden ver las piscinas reflectantes y el Memorial de Lincoln a un lado y el Monumento de Washington en el otro (un obelisco frente a la Casa Blanca y en línea con el Capitolio y el Memorial de Lincoln). Caminé por los parques hasta el Memorial de este hombre, hice unas cuantas fotos y me gocé una manifestación en contra de la segregación racial y la igualdad educativa para todos. Eran organizaciones de negros o personas de color que es como prefieren llamarlos hoy en día. Que yo recuerde todos tenemos color, no hay humanos transparentes y no creo que sea peyorativo el calificarlos como negros. La manifestación estaba amenizada por una orquesta muy chula con unas chicas que pasaban un frío de morirse, medio desnudas para mayor gloria de la banda. Junto al Memorial de Lincoln está el de la Guerra de Corea y el de la de Vietnam. Del primero decir que me parece horroroso. Es una banda de julays soldados caminando por un campo de minas o similares. Dan miedo. He hecho unas fotos de noche que asustan. No lo veo muy acertado. El de Vietnam es una L enorme que se hunde en el suelo y enl a que están escritos los nombres de todos los que murieron en la guerra de Vietnam y si no recuerdo mal es en el orden en el que lo hicieron. Siempre me ha parecido un poco frío y falto de tacto. A veces ves gente llorando junto a un nombre o tratando de pegar alguna flor o algo allí. Al terminar con las broncas en las que se han visto envueltos los americanos decidí seguir caminando y enfilé hacia el monumento de Washington, el cual se puede subir gratuitamente pero necesitas pedir cita. Lo mejor es ir temprano para que te den la entrada para algún momento durante el día. Como está a medio camino de todo viene siempre bien.
Desde allí comienzan los museos. A ambos lados de la gran avenida que va hacia el Capitolio tenemos un despliegue impresionante de museos (lo llaman National Mall), todos de la Smithsonian Institution y todos gratis. De entre ellos recomiendo el National Air and Space Museum, mi museo favorito y al que he ido más veces en mi vida. Es el museo más visitado del mundo y en él puedes disfrutar con la historia de la aviación desde sus orígenes, con el avión original de los hermanos Wright, lanzaderas espaciales, el Espíritu de San Luis y hasta hace unos años podías tocar un trozo de roca lunar. Han abierto otro cerca del aeropuerto Dulles International en el que hay un transbordador espacial y un huevo de aviones. Podría escribir durante días sobre este museo, es una de las sucursales del paraíso en la tierra. A veces me siento en un rincón a mirar un avión y a la gente que se queda abobada ante la belleza de esos aparatos. Definitivamente recomendado.
Esto se alarga así que continuaremos con el paseo por la capital de los Estados Unidos en la próxima entrega, Paseando por Washington DC – Segunda parte
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12 respuestas a “Paseando por Washington DC – Primera parte”
Me encantaría tener un guía la mitad de bueno que tú en mis viajes. Casi podía decir que mientras leía estaba volando sobre los lugares que describes. Fantástico.
Esto está siendo una vista muy general de la ciudad porque podría hablar dos semanas completas con todo lo que ver y hacer. Si hay un lugar que conozco es Washington DC y alrededores.
Yo he estado dos veces, pero poco tiempo.
Es curioso que, en el Mall, parece que está todo alineado y, en realidad no lo está. El obelisco no está en el cruce de los ejes del Lincoln Memorial y el Capitolio, y del Jefferson Memorial con la Casa Blanca, aunque lo parece.
Si estuviera todo alineado, la foto desde el Lincoln Memorial hacia el Capitolio con las piscinas reflectantes y el Washington Monument sería una caca. Gracias a Dios pensaron en los que como yo quieren ese recuerdo. Aún así, es un centro de ciudad increíble y único en el mundo.
A mí también me gustó mucho.
La historia de la no alineación me la contó un americano (yo no me había dado cuenta). Lo curioso fue su reacción: Si hubiéramos sido europeos estaría todo alineado, pero los americanos somos unos chapuceros y lo hacemos todo demasiado rápido, casi sin pensar.
Demos gracias al Señor por ello. Tampoco son tan chapuzas. El Capitolio lleva doscientos años aguantando el tipo y la forma en la que diseñaron la ciudad, con grandes avenidas y todo cuadriculado debería copiarse en otros lares. Creo que solo he visto algo así en Búfalo, cerca de las cataratas del Niágara.
No hay nada como Barcelona.
Veremos. Contaré los rumanos que me encuentre y que me acosen.
El nivel de los edificio de Washington (el centro al menos) es increíble. El comentario chapucero es de mi amigo americano, no mío. Washington es una ciudad muy europea. A mí me recordó a Múnich o Milán, e incluso a Barcelona, salvando las distancias.
Te hablo de la ciudad y del plan Ildefons Cerdá (con acento en la a), no de sus habitantes (como si la viera desde Google Earth).
In I Go, el problema sigue siendo que es tan monumental que a las cinco de la tarde se va todo el mundo a casa, cierran los museos y se convierte en una ciudad muerta, salvo en la calle 14 porque allí están las putas. Por lo demás es un lujo de ciudad para hacer fotos y ver edificios bien hechos y memoriales a lo grande. El de la Segunda Guerra Mundial es una belleza, con las piscinas reflectantes y el monumento a Washington rodeándolo. A mí me gustaba cuando íbamos a los jardines cerca del memorial de Thomas Jefferson y mi primo jugaba al fútbol y te tirabas en la hierba a disfrutar del sol y del calorcito. El sitio es genial.
Psikke, veremos. Lo tiene fácil porque odio Madrid y salvo que me roben la cámara y nos ataque algún hijoputa de Rumanía u otro país, no lo puede hacer peor que la capital del país.
Ay, don Ilde. Un maestro.