Puesta de sol en Prambanan y el ballet de Ramayana


El relato comenzó en Desde Utrecht a Kuala Lumpur pasando por Abu Dhabi

Mi último día completo en Yogyakarta comenzó en plan relajado. Además de ir a recoger mi ropa a la lavandería, solo quería visitar el Taman Sari, un parque que en sus días de gloria en el siglo XVIII (equis-uve-palito-palito-palito) era el lugar de esparcimiento del sultán y los suyos, lleno de piscinas, jardines y demás. Lo diseñó un arquitecto portugués El lugar se conoce también por el nombre en holandés, waterkasteel y después de alguna guerra y algún que otro terremoto, solo quedan un par de piscinas y alguna torre. El sitio no me pareció gran cosa. El resto de la mañana lo pasé en la piscina, disfrutando del agua, de un buen audiolibro y del sol.

A las dos de la tarde me vinieron a recoger para ir a ver el templo de Prambanan el cual conforma el mayor templo hindú en Java pero aquí exageran y no se quedan cortos y dicen que es el mejor templo a Shiva del universo universal. El complejo se construyó entre los siglos VIII y X (uve-palito-palito-palito y equis). Por supuesto, la UNESCO ha convertido el lugar en Patrimonio de la Humanidad. El viaje desde la ciudad es rápido, unos cuarenta minutos y éramos un grupo compacto, ocho personas, de varias nacionalidades (y algunos con más de una :-)). Era una visita combinada con el espectáculo de baile posterior y la puesta de sol así que teníamos tres horas para visitar el templo, lo cual según el conductor era demasiado y se ofreció a llevarnos a otro lugar por una cantidad adicional pero le dijimos que nones, que nos quedábamos allí. A mí el tiempo se me pasó volando. Estuve cerca de dos horas en el templo de Prambanan, haciendo fotos, entrando y saliendo de los diferentes edificios y disfrutando del lugar Después fui a ver (dentro del mismo complejo) los templos de Lumbung y Bubrah, que no me parecieron gran cosa y también visité el templo de Sewu o Mil templos, un complejo de templos budistas con uno grande en el centro y rodeado de cuatro anillos con 240 templos pequeños cada uno.

Para la puesta de sol regresé al templo principal, al Prambanan, monté el trípode y me harté a hacer fotos, sobre todo usando el filtro ND (Neutral Density) para oscurecerlas. Fabulosa la puesta de sol. Después me uní a los otros viajeros y el chófer nos llevó a cenar a un restaurante local. Allí nos hicimos todos amiguitos y después de cenar fuimos a ver el Ramayana Ballet Prambanan. Mi amiga la Chinita dice que es la pasada pero yo no estaba muy convencido. Se supone que son los mejores de Java y ese día era el primero en el que había representación en el teatro al aire libre, ya que la temporada de lluvias ha acabado y salían del teatro cubierto. Todos teníamos asientos en diferentes zonas. Al comienzo anunciaban las universidades y diferentes grupos que habían venido a la representación desde diferentes lugares de Indonesia y ellos se auto-vitoreaban como locos.

La obra es la historia de Ramayana, y que básicamente trata de un rey que organizó un torneo de julays para vender a su hija. Lo ganó Rama y se llevó a la chama (llamada Sita) con él a su país (Ayodya). Al parecer una chama celosa le dijo al rey de Alenka que el tal Rama y sus colegas la habían molestado (vamos, que la empitonaron) y todavía no sé muy bien por qué Después el tal Rama va con su hembra y otro peregrinando disfrazados de pobres hasta que llegó el rey ese y secuestro a la chama, enviando a uno de sus seguidores, el cual tiene un nombre muy desafortunado ya que se llamaba MARICA. Cuando el río suena, agua lleva, así que si a este lo llaman Marica, le debe gustar un cipote más que un caramelo a un tonto. Después del secuestro el Rama se rebotó todo y empezó a buscar a su chama y consiguió matar al Marica, aún no sabemos si se la endiñó por su chocho de hombre o no porque la historia no es muy clara, pero visto el amaneramiento, yo voto de que SÍ. A la chama Sita la pusieron al cargo del pájaro Jatayu, el cual no se muy bien como acabó muriendo pero le dijo a Rama que su hembra estaba secuestrada por el rey Ravana y lo puso al día de la movida. En estas que el Rama se tropieza con Anoman, un mono blanco que iba a luchar contra un tal Subali que también había secuestrado otra hembra. A estas alturas está claro que si tienes un chocho de uso exclusivo y vivías por la zona, lo mejor era encerrarla para que no te la quiten. El Rama ayudó al Anoman y después en agradecimiento el rey Sugriva ayudó a Rama a encontrar a Sita. Hubo una guerra y mataron al Subali y después fueron a por el otro para liberar a la Sita, a la cual el que la secuestró la intentó matar porque no le dejaba ponerle la pierna encima (por supuesto con güevos y demás equipamiento). El evento lo espió el mono Anoman que le dijo a la chama que la ayuda estaba en camino. A esas alturas viene el Rama con su ejército, compuesto por monos y peces del mar y tuvimos la guerra Brubuh, famosísima en otros pueblos que no son el mío. Los buenos casi siempre ganan y así Ravana murió y Rama se reencuentra con la Sita en un momento de felicidad máxima, que queda truncado porque el Rama está convencidísimo que la chama es más puta que la gallita Turuleta y ha dejado que le pongan encima un güevo, dos güevos y hasta tres y cuatro y la repudia, después de dos guerras y un montón de movidas y muertes. La tía se rebota toda y para demostrar su pureza, algo que me chocó porque ya estaban casados y no creo que fuera muy pura, a menos que tuviera el problema de la virgen de nuestra religión, que se casó con un mariconsón y tuvo que esperar a que el Ángel de la Guarda le viniera a hacer un apaño. Bueno, la tía se tira al fuego amargadita pero es tan pura, tan pura, que las llamas le rebotan y escapó intacta. Entonces el Rama se da cuenta que le ha sido fiel (aunque sé a ciencia cierta que el culito lo tenía rotísimo de tanto pepino) y se vuelven a arrejuntar, comieron perdices y fueron felices con gran emoción y sentimiento de felicidad.

Bueno, todo eso dura dos horas, es un masque del copón porque la historia no la cuentan, lo lees y es todo con unos cutre bailes y gritos y gemidos y una música chunguísima. Después de cuarenta minutos se había ido la mitad del aforo y solo quedábamos los turistas y un puñado de nativos. Los indonesios no paraban de hablar entre ellos y se la sudaba enormemente lo que sucedía delante de ellos. Cuando acabó, la gente se lanzó como loca al escenario para hacerse fotos con el ballet. Os recomiendo encarecidamente que veáis los vídeos que he puesto en mi llutuve. Salimos de allí quemadísimos y todos estamos de acuerdo en que una versión de treinta minutos se agradecería una jartá. Por lo que se ve, una vez al mes hacen el espectáculo durante toda la noche, OCHO HORAS. El consejo en mi guía turística es: TRAIGA ALMOHADA. Regresé al hotel y empecé a empaquetar porque al día siguiente me iba.

El relato continúa en Camino del monte Bromo


6 respuestas a “Puesta de sol en Prambanan y el ballet de Ramayana”

  1. El video de la guagua es cojonudo, escapaste por milímetros, ya sabes pa la próxima no te sientes junto al conductor, sino en la retaguardia 😉

    Suerte y que sigas disfrutando del viaje.

  2. Una pena, el Marica, si hubiera vivido ahora se podria casar en España con otro maricón y a vivir felices y comerse lo que quisieran.:)
    A mi me gustó el teatro o musical, lo que fuera, pero «un poco amanerados» si que parecian si …:)
    Tampoco fue tan inminitente lo de la guagua, xagerao…jajaja
    Salud

  3. Genin, ese fue uno de muchísimos. No estoy todo el tiempo con el teléfono en la mano en modo vídeo esperando que una guagua o camión se quiera estampar con nosotros. El que grabé fue por casualidad

  4. Te quedaste casi petrificado…o mantuviste la sangre fría (casi helada), porque no te tiembla el pulso en el momento clave. También debes tener alguna visión de futuro; porque mira que estar con la cámara a punto… Lo que no entiendo es por qué me sonrío cuando veo el video, si en el fondo estoy asustada. ¡Cosas raras que pasan en la mente humana!…

    La historia, la música, y las 2 horas, ¡qué horror!… la verdad es que esta gente tiene muy poquita gracia (artísticamente hablando) ¿no?; al menos, yo no se la veo.