Que manía de llamarlo amor


El domingo recorría mi reino de un extremo a otro sin caballo, admirando sin prisa, pausa ni agotamiento la belleza de mi nuevo césped, buscando fresas o moras y cuando observaba uno de los arbustos que hay en mi jardín me topé con dos intrusos. Resulta que dos insectos se me habían metido en el jardín pá’ follá y estaban afanados en la tarea. Por circunstancias físicas terribles de su vida, cuando quieren echar un kiki se tienen que cambar todos y terminan creando la forma de un corazoncito, de esos que tenemos todos salvo los truscolanes, esa especie rastrera y miserable que se hace poniéndole dos ojos a un trozo de mierda y dándole vida. Probablemente a estos insectos les engañó un poco la especie de veranillo que tuvimos la semana pasada y que siempre tiene el mismo resultado. Los animales más básicos se creen que aún queda una hartada de verano, traen una nueva camada al mundo y después ven como se les muere cuando la temperatura de el tradicional bajón que sucede en estas fechas, que además viee acompañado de unas baldadas de agua que no veas.

Mientras les hacía la foto con mi dispositivo mágico y maravilloso me reía pensando en una amiga más cursi que las bragas de la Rosaura y que de ver la escena, te diría que están haciendo el amor, que es al parecer lo que ella siempre hace cuando se despatarra toda en el catre y la monta su hombre. La pobre vive en sus mundos de Pumuki, negando de manera completa y absoluta que ese friccionamiento salchichoso bendecido por la Santa Madre Iglesia de los Presuntos Tocadores de Niños siempre que no se empleen cortapisas de algún tipo pueda ser definido por horrendas y ofensivas palabras, ya que es únicamente la realización física de un sentimiento intenso hacia otra persona que nos atrae y que nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear. Digo yo, que hasta que no empiezas a chingar a una pava con saña, básicamente no amas y los niños por tanto son bestias pequeñas que a menos que un presunto tocador las ponga operativas, no son capaces de amar. Lo voy a dejar aquí porque siempre me pasa lo mismo y acabo desvariando …


8 respuestas a “Que manía de llamarlo amor”

  1. Se nota que no eres padre. Los niños aman mucho más que los adultos, porque aman sin condiciones. Y si eres una persona mínimamente normal, tú los amas a ellos más que a tu propia vida, también sin condiciones.
    Follar es solo follar, para mí no es la representación de nada más que de las ganas. Que yo me folle a alguien no significa que lo ame. Ni mucho menos. Uy, que me van a excomulgar!
    Por cierto, los bichejos ya pueden tener ganas, porque eso es más que contorsionismo!

  2. Aunque Sulaco escribe lo que quiere todos sabemos que como buen holandés se encuentra en un proceso de selección de rusa por catálogo (ya sabéis sus gustos, cara de modelo, buenas berzas y cintura de avispa) para convertirla en la que será su primera esposa. Y al igual que en un pozo de petróleo, él la perforará con saña hasta que brote el amoooorrrr.

  3. Todos sabemos que los rusos son seres despreciables y asesinos de neerlandeses y como tales, se merecen el mismo desprecio que cualquier truscolán que haya salido hoy de manifestación. Antes me arrejunto con una manca, tuerta y coja saudí que con una rusa. No creo en los contratos para legalizar la presencia en el lecho …

  4. No mientas bellaco!!!!! No me creo que prefieras a una de las del burka ni de coña antes que a una rubia esquelética y tetona a la que encima no tienes ni que hablar, ni que molestarte en entenderla… es cuasi perfecta para ti!! 😛

  5. Imagino que tu trato con los de ese lado del universo ha sido más bien escaso. Al primer rebote, te despieza y te tira en un chiquero para que te coman los cerdos. Ayer mismo tuve (o tuvimos porque afectó a más gente) una agarrada con una que se cree que somos perros a su servicio y no solo no consiguió nada de nosotros sino que probablemente tiene moratones en los sitios en los que se arrancó matojos de pelos del coño por la rabia tan grande que se tuvo que coger. Yo creo firmemente que la guerra con ellos es solo cuestión de tiempo.