El relato comenzó en Desde Utrecht a Fuvamulah
Con la exitación de un primer día en el que ví no solo los tiburones tigre sino también un pez marlín, que lo cuatripito, esos no te los topas buceando todos los días, es rarísimo verlos, todo un acto de un Ángel de la Guarda bien poderoso y si no, que se lo pregunten al alemán que lleva buceando toda la vida y no tuvo suerte hasta que se cruzó conmigo. El segundo día ya comenzaba con la rutina, levantándome a las seis para desayunar y salir hacia el club de buceo y ya sabíamos que la inmersión en el zoológico de tiburones tigre sería la última.
Después de desaparecer dos alemanes porque regresaban se nos unió un australiano, con lo que éramos cuatro para bucear La primera inmersión era en Farikede, el mismo lugar en el que hicimos la primera del día anterior y en donde vimos un tiburón zorro. Esta vez había mucha más marea, que dicen que se acerca un temporal y entramos por otro lado. Bajamos y comenzamos a dejarnos llevar por la corriente del fondo. Por allí no había nada, o más bien, no había nada grande, hasta que pasó cerca de mi un tiburón de punta de aleta blanca pequeño y un rato después nos encontramos un banco de peces gigantesco y varios tiburones de punta de aleta blanca haciendo pasadas y comiéndo algunos. Después de eso, seguimos avanzando y se nos acababa el tiempo y el aire y no veíamos nada. Los otros ya estaban muy cortos porque lo derrochan buceando a gran profundidad mientras que yo lo conservo por si hace falta y aquí fue cuando entró en la ecuación mi Ángel de la Guarda y la hizo. De repente, el guía local que va delante mío se lanza en una carrera frenética hacia adelante y yo lo seguí. Vio un tiburón ballena, enorme, gigantesco, puede que el más grande que he visto hasta ahora, calculamos que más de once metros y si exageramos, sesenta y dos. El chamo iba a una velocidad de vértigo y yo lo seguía. Él pasó por encima del tiburón y después como que lo fue obligando a girar, con lo que regresó hacia mi y pasó a mi lado, gigantesco, no cabía en la cámara que va con el modo de gran y Grandísimo angular. Lo flipamos todos. Tras esto ya salimos. Yo comencé la aventura con el tiburón ballena con ciento veinte bares en mi tanque de aire y salí a superficie con cincuenta, me bebí setenta bares en muy poco tiempo. Los otros ni se movieron porque cuando esto sucedió ya estaban con cincuenta o cerca de los cincuenta y solo pensaban en salir.
Después del subidón de ver un tiburón ballena y de verlo tan bien, el resto es historia. En el bar que hay en el muelle los de los otros clubs de buceos se tragaban raciones de a kilo de envidia de la peor. Para la segunda inmersión, decidieron volver a Farikede para volver a ver el tiburón. Yo ya les expliqué que no lo veríamos porque así no funciona mi Ángel de la Guarda pero no me hicieron caso y al final estuvimos cuarenta y tres minutos y solo vimos peces pequeños y un tiburón de punta de aleta blanca, con lo que los otros decían que fue la inmersión más tonta de las que han hecho desde que comenzaron a bucear.
Tras esto teníamos dos horas para almorzar y yo me quedé en el puerto y fui a comer con unos británicos, que conocen un lugar por la zona. Antes de eso también estuvimos en el mercado de pescado del muelle en el que los pescadores traen los atunes que cogen y los venden y hay tres tipos que los limpian y preparan y es espectacular verlos trabajar y sacar toda esa carné roja de esos bichos. En esta isla, durante la pandemia podemita y truscolana, sin turismo alguno, aquí sobrevivieron por el pescado, que están rodeados del susodicho. En la isla solo se cultivan plátanos, el resto hay que traerlo de afuera y con el mundo cerrado, estaba complicado. En el bar que almorzamos, me pedí una hamburguesa de atún, con un filete de atún fresco cocinado, huevo frito y queso que estaba para cagarte por las patas pa’bajo.
La tercera inmersión era en el zoológico de los tiburones tigre. En esta se nos unieron tres que o eran indios o eran locales, por suerte tienen un montón de Dive Master y les asignaron dos a esos, que si no nos joden la inmersión. Esta vez había una marea con una corriente enorme, que removía el fondo marino del agua del mar y lo enturbiaba. La corriente también hacía más complicado lo de agarrarte al fondo y los tiburones estaban también más agitados. De nuevo tuvimos la media hora más loca y excitante que te puedes imaginar, controlando tu espalda, por encima de ti y hasta por debajo porque los tiburones tigre son como de cuatro metros de largo y se mueven continuamente buscando el hueco. Los tres locales, como que no querían llevar las barras de protección y alguna vez algún tiburón se acercó a ellos peligrosamente y ellos ni se enteraron porque sucedía a su espalda. Cuando nos marchamos del lugar, dos tiburones nos seguían, lo cual acojona un poco porque pueden venirte de arriba, de abajo, de frente o por la espalda, con lo que te vuelves paranóico. Cuando salimos a mar abierto para hacer la parada de tres minutos a cinco metros, fueron tres minutos interminables. Ya fuera del agua te puedes relajar.
Al regresar a la pensión, me duché y salí a pasear. Fui a la charca de agua que está en dirección norte, que es como un lago pequeño en el que han montado un negocio de alquiler de canoas, pero vamos, que por el tamaño del lago, remar, lo que se dice remar, como que no, nunca estás a más de cien metros del muelle, la charca esa la llaman Dhadimagi Kilhi. Después seguí por ahí hacia la costa norte, por donde hay playa y estuve viendo la playa. En el extremo noreste de la isla está la playa Thoondu y por allí hay un restaurante que dicen es el más grande de la isla y también el más carero por las vistas, que al parecer pagas para ver la puesta de sol. Después seguí rodeando la isla por el otro lado hasta que llegué más o menos a la mitad, que es en donde se encuentra mi pensión y desde allí fui hacia el restaurante del día anterior, en el que cené. Tras eso, regreso a la habitación que el tercer día comienza de nuevo a las seis de la mañana.
El relato continúa en Tercer día de buceo en Fuvamulah, el acoso de los tiburones tigre
Una respuesta a “Segundo día de buceo en Fuvamulah, tiburón ballena”
Pues no lo entiendo, se supone que la mayoria de esos tiburones atacan a todo lo que se mueve ¿No? Será que te huelen y piensan que no te comen ni de vaina, que hueles fatal a africano podrio…:)
Por lo que leo, estás en un sitio para encochinarse con pescado del bueno, que de pinga!!!
Salud