Segundo día. Una escapada a Córdoba


El relato de este viaje comienza en Primer día. Paseando por Sevilla

Nuestro segundo día comenzaba viajando a Córdoba en tren y para despertarme a tiempo puse la alarma de mi fantástico reloj Casio, el cual nunca sabremos si sonó porque no lo oí. Aún así, Eme se desperto a tiempo y gracias a nuestra cuidadosa planificación y a los tiempos adicionales que siempre se añaden no tuvimos grandes problemas en llegar a la estación de Santa Justa. Desde la guagua pudimos ver la Muralla de la ciudad, otro de los hitos que queríamos visitar y que al final se cayeron de la lista. Íbamos en un AVANT a Cordoba, unos trenes de Alta Velocidad que funcionan con distancias no muy grandes. Una señora que había caducado al menos mil años antes estaba sentada en nuestros asientos y hasta nos lo discutió. Por desgracia para ella, Yo no me equivoco con esas cosas y se tuvo que tragar sus palabras y cambiarse a su verdadero asiento. Me fascinó el pseudo-control de seguridad que hay que pasar al entrar al tren. Pasan por un escáner tu equipaje pero por la velocidad y la desgana conque lo hacen, dudo que alguna vez hayan encontrado nada. El viaje fue muy rápido y la verdad que acostumbrado a usar trenes sacados directamente de India en mis anteriores visitas a España aluciné por lo bien que funcionan y lo puntuales que son. Para aquellos que no lo recuerden, pueden buscar la polémica que hubo entre los comentaristas con los cercanías de Barcelona, que muchos calificaban como los mejores del mundo e incluso de algún Universo paralelo a este. Si fuera rencoroso les empapelaría sus casas con todos los problemas que han plagado esos trenes en los últimos trescientos sesenta y cinco días pero como no quiero que se me cierre ninguna chacra dejaré correr el río.

Al llegar a Córdoba fuimos en la misma estación al puesto de información turística en donde nos dieron un pequeño mapa y nos explicaron como llegar al centro. Como tenían marcada una ruta optamos por seguirla pero empezando por el punto más cercano a la estación. No voy a relatar todas las iglesias que vimos, tanto por fuera como por dentro, pero para que os hagáis una idea, la primera fue la Iglesia Parroquial de la Trinidad, seguida de la Iglesia de San Juán, la Iglesia Conventual de Santa Ana y el Colegio e Iglesia de Santa Victoria entre otras. Era un recorrido entre calles estrechas que vista la densidad de iglesias que tenía nos hacia pensar que allí la gente es muy, muy, muy creyente.

Bajamos por la calle de San Fernando hasta la Iglesia y Claustro de San Francisco, la cual no pudimos visitar ya que hay que tener entrada y no la venden en el lugar. Había un vigilante que carecía de recursos comunicativos y vista su mala cara optamos por pasar y seguir hacia aquello que nos había traído a la ciudad. Nos acercamos a la Mezquita Catedral por la calle Cardenal González y la calle llama la atención por su empedrado y su aspecto reluciente.

Aquí quiero hacer un inciso para comentar que si lo llegamos a saber antes igual nos compramos la Cordoba Card, con la que tienes acceso a todas las cosas que hay que ver en la ciudad y también al autobús que va a Medina Azahara. Como no lo sabíamos compramos nuestras entradas en las taquillas que están en el Patio de los naranjos de la Catedral. Nos costó ocho eurolos. El Patio de los naranjos es más espectacular que el de la de Sevilla. A un lado está la Torre, la cual no se puede visitar. Al parecer los naranjos provienen del siglo XV aunque imagino que los han ido substituyendo de cuando en cuando. La entrada a la Catedral es a través de la Puerta de las Palmas. Solo cruzar la puerta te das cuenta que aquel es uno de los templos más espectaculares y preciosos del mundo. Te quedas anonadado. La mezcla entre los distintos estilos ha creado un escenario absolutamente único. Durante la siguiente hora nos perdimos entre arcos y altares. Para los totorotas que ahora se llenan la boca de mierda reclamando su devolución a los terroristas islámicos, decirles que previa a la mezquita había en el lugar un templo cristiano que fue destruido por dichos terroristas para construir su mezquita cuando invadieron y ocuparon España y que tras recuperarla y enviarlos de vuelta al infierno del que nunca debieron haber salido se volvió a acondicionar como templo Cristiano. Me gustó particularmente la Capilla Mayor y por supuesto el Tesoro Catedralicio. Con las facilidades que hay hoy en día para viajar, todo el mundo debería pasar por Córdoba y visitar su Catedral.

Al salir fuimos al Real Alcázar o Alcázar de los Reyes Cristianos y tras pagar cuatro euros entramos. Me llamó la atención que cierren al mediodía durante un par de horas. Por suerte teníamos tiempo. Al principio el lugar no me pareció gran cosa. En ese lugar los Reyes Catolicos pasaron unos años mientras limpiaban España de terroristas islámicos. Subimos a un par de torres desde las que había unas vistas bonitas pero un alcornoque enorme no dejaba ver bien el jardín y solo se veían las piscinas con peces. Lo que han hecho en ese edificio es un tanto extraño puesto que en la llamada Sala de los Mosaicos han puesto un montón de Mosaicos sacados de otros sitios y que se colocaron allí tras sacarlos de los yacimientos en los que fueron encontrados. Imagino que estas cosas ya no se hacen hoy en día. Bajamos a la parte inferior del edificio para ver los baños reales que se remontan a la época musulmana. Nada del otro mundo, diría yo, pero quiero recordaos que soy un inculto.

Lo que convirtió la visita al Real Alcázar en especial fueron los jardines de inspiración mudéjar. Cuando llegamos a los mismos nos quedamos pasmados por tanta belleza y por lo grandes que son, con una superficie de más de cincuenta y cinco mil metros cuadrados, llenos de palmeras, fuentes, estanques, naranjos, limoneros y otras plantas.

Al salir nos dejamos llevar por la emoción y caminamos sin rumbo fijo por la Judería, entre calles pequeñas y edificios que parecían monumentos. Llegamos hasta la espectacular Puerta de Almodóvar y tras las fotos de rigor volvimos a entrar en la zona antigua. Como llegaba la hora de comer buscamos un sitio y acabamos en un bar que está en la calle Céspedes, junto a la Catedral. Tras el almuerzo cruzamos el río Guadalquivir por el Puente Romano, disfrutando con las vistas de la ciudad y de los Molinos que había en el río. Sorprende la diferencia en caudal que lleva el río aquí en comparación con Sevilla, es mucho menor, algo extraño. Por desgracia la Torre de la Calahorra está empapelada con paneles por culpa de unas obras de restauración y luce bien fea y no quisimos entrar en el museo que alberga. Nos sentamos un rato por allí a procesar la comida y luego continuamos hacia el Puente de Miraflores. Teníamos pensado tomar un cafelito en la Plaza de la Corredera pero al pasar por la pequeña y coqueta Plaza del Potro descubrimos que había algún tipo de feria medieval y no iba a ser posible. Una multitud había tomado el lugar y decenas de puestos trataban de vender de todo. La marabunta nos llevó casi en volandas hasta la Plaza de la Corredera la cual nos encontramos petada de gente y de chiringuitos. El sitio estaba tan lleno que era casi imposible caminar. Entre las cosas más espectaculares que vimos fue una gente con aves rapaces que soltaban y que volaban alegremente sobre el público. Cuando conseguimos salir del sitio fuimos a ver el Templo Romano y los restos de Murallas. Es una pena que lo tengan todo rodeado con una valla horrorosa y que prácticamente impide hacer fotos. En cualquier otro sitio estarían orgullosísimos de mostrar semejante tesoro.

Nos tomamos un café por allí y volvimos a sumergirnos en la masa de gente para retroceder hasta el Museo de Julio Romero de Torres. Vuelvo a repetir que yo soy de natural inculto pero como el museo no es muy grande no se me hizo pesado y como este hombre tenía una cierta cosa por retratar a hembras enseñando el potorro o los interbalísticos, la cosa no estuvo nada mal y aunque desconozco el estilo o la historia detrás de todas las pinturas, me gustaron y eso es al final lo que cuenta. La entrada al museo cuesta dos euros.

Tras salir seguimos paseando por la feria pero ya comenzábamos a estar algo cansados y decidimos volver por otra ruta a la estación y tratar de cambiar nuestros billetes para volver un poco antes, lo cual conseguimos sin grandes problemas y así a las siete y veinte de la tarde estábamos sentados en un AVANT para volver a Sevilla.

Lo dejamos todo en el apartamento y cenamos en uno de los Mesones Serranito, concretamente en el que está en la calle Alfonso XII. Se come bien y barato y después nos acercamos a la Antigua Estacion de Córdoba, la cual han reconvertido en centro comercial con multicines. Tomamos algo y fuimos a la sesión de medianoche de la nueva película de Mortadelo y Filemón, volviendo al apartamento de madrugada.

El día anterior se me olvidó comentar que pasada la medianoche nos topamos con un paso de esos que pasean a los Santos y las Vírgenes en Semana Santa. Estaban entrenando por las calles vacías. Creo que el que vimos era el de la Iglesia de Jesús del Gran Poder.

Nuestro segundo día nos dejó agotados y listos para la traca final del tercer y último día.

El relato continúa en Tercer día. Los puentes sobre el río y el Monasterio


5 respuestas a “Segundo día. Una escapada a Córdoba”

  1. Pues a mí la mezquita de Córdoba me horrorizó. Sí, es muy bonita, pero esa cagada de fusión con cosas católicas tendría que ser penado con la muerte.

    En cualquier caso…lo del río…lo que viste en Sevilla es uno de los ramales del río. El río se bifurca en dos, formando la Isla de la Cartuja (Triana, Remedios, Cartuja), y el que pasa por la ciudad es una dársena…quicir…que el agua está estancada. De hecho a veces da la sensación de que el río vuelve a Córdoba. Esto explica también que esté guarro de cojones…algo que no se aprecia bien desde arriba, pero en prácticas de Ecología di fe de que eso es así (peces muertos en la orilla, bolsas, etc).

  2. Me alegra que te gustara Córdoba, la verdad que no has escogido un buen dia para visitarla. El paseo entre la Plaza del Potro y la Plaza de la Corredera es muy ameno pero con el mercadillo medieval es imposible, yo también estuve el sábado en la Plaza de la Corredera y no se podía andar.
    Si repites incluye Medina Azahara creo que te sorprenderá.

  3. Aura, si llegamos a saber lo de la Córdoba Card, la compramos y vamos a Medina Azahara en alguna de las excursiones. Volveré cuando la Torre de la Calahorra luzca con todo su esplendor.

    Desde el tren vi un castillo medieval en lo alto de una loma que también molaba mazo pero supongo que no se puede visitar. Estaba a diez minutos de la ciudad en Avant.

  4. Es el Castillo de Almodovar del Río y si que se puede visitar.
    Una parte no porque es del Opus Dei y está cerrada, pero los salones si que se pueden visitar y puedes subir a las almenas.
    Todo lo han ambientado en la época medieval incluso hacen espectáculos con comida medieval incluida.
    Este año en el calendario de la NASA han incluido una foto de la conjunción de la luna con venus sobre el castillo de Almodóvar, hecha por un paisano mío, que es impresionante.