Señor Manglehorn – Manglehorn


A veces pienso que si existe un Dios en el universo y se ha fijado en mí, algún viernes por la tarde en el que me planteo ir a la filmoteca en Amsterdam debería parar el tráfico ferroviario al completo en esa dirección para evitar que yo termine pasando por cosas terribles como Manglehorn, película que por desgracia parece que se estrenará limitadamente en España la semana que viene con el título de Señor Manglehorn y que os recomiendo encarecidamente que evitéis.

Un masque de julay no se merece una película

Un cerrajero amargado, obsesionado con un puto gato asqueroso, con un hijo que es un gilipollas y encoñado obsesivamente de una pava que lo dejó deja la vida pasar mientras una chama que debe ser daltónica o tonta del culo le tira los tejos y como que le quiere hacer chimpún mientras él se revuelca en su sufrimiento hasta que nos hace vomitar de puritito asco.

Si el guión de esta película tiene más de dos páginas es un milagro. Esto es una sucesión de iteraciones de las mismas escenas que se repiten una y otra vez en pequeñas variaciones. La historia no aburre, más bien mata de tedio ya que no parece pasar nada. Al Pacino debía estar necesitado de guita y se apuntó a esta cosa y es sin lugarlo un solo instante lo peor de la película. Su carácter no es creíble, sus movidas y sus reacciones se ven estúpidas y falsas, es como si el director pretendiera meter cuatro o cinco niveles de matices en cada escena y lo único que consigue es cagarlas. Holly Hunter hace lo que puede pero no es suficiente aunque sus escenas son lo mejorcito de la película. Esto es un drama que no convence, no da pena y no entretiene. Hubo algún momento en el que habría preferido caer dormido en el cine y desconectarme por completo pero no tuve esa suerte, aunque reconozco que en otros sí que dormí. Algunos de los diálogos los deben haber hecho con un generador de frases aleatorias porque no dan pie con bola o quizás sea que Al Pacino está senil y el director lo único que quería es poder decir que rodó con él y se la traía al fresco el producto. Salí del cine con la sensación de que no me habían contado nada, simplemente había dejado pasar ciento diez minutos de mi vida y jamás los podré recuperar.

Esto puede matar instantáneamente a cualquier miembro del Clan de los Orcos que se vea expuesto a la película. Tampoco creo que tenga el nivel requerido por los sub-intelectuales con GafaPasta. Otra de esas para siesta de domingo con ruido de fondo producido por la tele.


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