Soof


Este año hemos tenido una cosecha de comedias románticas holandesas increíble, prácticamente todas las películas han tocado este género. Hace un par de años la moda era hacer películas con marroquíes y los problemas de integración pero parece que llegaron a la conclusión que el resto de la población no está interesada en ellos y han optado por hacer un cine que se fija en la mitad del país, en las mujeres y en las movidas en las que se embarcan cada vez que se les desquician las hormonas, lo cual sucede con una frecuencia espantósamente regular. Uno de esos productos insubstanciales y con un buen rollo de escándalo es Soof, película que s poco probable o más bien imposible que llegue a ver una sala de cine española ya que estas cosas se consumen en el país y no abandonan las fronteras.

Una julay en plena crisis de todo se encoña de un pavo inglés mientras su negocio arranca y su marido ve como le están levantando su chichi y no sabe qué hacer para evitarlo

Una chama que tiene un negocio de catering para eventos se estampa contra el candelabro cuando un famosete en Holanda, un británico que es juez en uno de esos concursos de talentos le comienza a decir a todo el mundo que su comida es riquísima, aunque el chamo más bien le quiere comer la almeja y darse un empacho a marisco fresco. Mientras la mujer anda desbordada y acalorada con los envites del Vitorino inglés, su marido deja el trabajo, entra en crisis existencial y ve como su hembra se le escapa de entre las piernas sin que pueda hacer mucho por evitarlo. Entre medias, las cosas siguen su curso y sé de dos que colaboraron para incrementar el dichoso calentamiento global.

En teoría y según el trailer, esta era una comedia con toque romántico que debía hacerte reír hasta rabiar. Lo malo es que alguien eligió las mejores escenas para el trailer y lo que quedó para rellenar el resto del metraje es más bien mediocre. Tenemos demasiados momentos que no funcionan, demasiadas escenas alargadas innecesariamente y que comienzan con gracia y acaban con tedio y lo peor, tenemos a un inglés que seguramente es un juez de baile fabuloso pero que no sabe actuar, un tal Daniel Karaty. El pobre da lástima y ni cuando hace sus ganzadas engancha con la cámara, que parece tenerle una tirria rencorosa y mismamente nacida en territorio truscolán, ya que es insidiosa. La protagonista es Lies Visschedijk (méate toa para pronunciar eso), que ha salido en algunas otras películas que he visto pero que nunca me ha terminado de cuajar, ya que no sé por qué siempre me parece demasiado basta. La rodearon con niños pero ni eso salva la cosa. La película comienza bien pero pronto se frena en seco y todos esperamos que recuperen el hilo, lo cual sucede demasiado tarde y lo de poner una escena de baile al final como que no mola nada, es un recurso barato y que satura cuando te emperras en que los espectadores vean el cutre-vídeo al completo

Igual funciona con las chamas pero conmigo como que no y puesto que jamás saldrá de las fronteras del Benelux, los miembros del Clan de los Orcos e incluso los sub-intelectuales de GafaPasta están a salvo y no tienen que preocuparse. Una película sosa y aburrida.


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