Ted 2


El lunes tenía entrada para una de las sesiones especiales que la cadena de multicines a la que estoy abonado hace cada mes y medio. Es un estreno exclusivo, solo para aquellos que tenemos la tarjeta del cine y además de ver la película, puedes ganar algún premio y te dan comida y bebida, en este caso, un paquete de cotufas enorme y una cerveza Grolsch. La película era lo único flojo en la oferta, la segunda parte de la película Ted y cuyo trailer, barrunta pallufo que no veas. Por supuesto eso no me detuvo y así fue como vi Ted 2, la cual se estrena en España esta semana con el mismo título.

El julay de peluche se casa y quiere preñar a su hembra sin un rabote que no veas

El humano del dúo ya se ha divorciado de su pava y está deprimido y el oso de peluche se casa y quiere tener un hijo, lo cual al parecer activa las alarmas del gobierno, que por fin se entera de que hay un oso de peluche que habla y lo meten en juicio para demostrar que es solo la propiedad de alguien y no un ser vivo. Ayudados por una abogada guapa pero lerda que no veas, tendrán que desenredar el entuerto y hasta un ciego sabe quién será el que le ponga la pierna encima a la abogada.

Todo lo fresco y original que tenía la primera película se ha perdido. La idea no es nueva, todos la conocemos y necesitan mucho más para mantener el tinglado. El problema es que no lo tenían. Hay un par de momentos geniales y también hay muchos de más-de-lo-mismo. La escenas parecen demasiado forzadas en algunos momentos y toda la traca final, que aprovechan para hacer en una de esas convenciones de frikis que hacen en América y en las que la gente va vestida según sus héroes favoritos, es previsible y lenta. Yo sigo sin saber a ciencia cierta si el protagonista humano es Matt Damon o Mark Wahlberg y de verdad, de verdad que creo que son la misma persona que hace el papel de dos actores, como cuando Superman se ponía las gafas y la lerda aquella que trabajaba con él no veía que es el mismo tío. La película no llega a aburrir pero tampoco a encandilar. Se queda en tierra de nadie. Seth MacFarlane vuelve a ponerle la voz al bicho y a dirigir y quizás ese sea el problema, que por más que lo intente, no tiene lo que hay que tener para ser un buen director, se centra demasiado en su personaje y se olvida del resto. El humor de la peli casi siempre va por la ruta de lo grosero, zafio y vulgar peor incluso ese camino, fácil y que siempre funciona, les falla. En fin, que no lo lograron.

No creo que esto divierta a los miembros del Clan de los Orcos. Tampoco es el tipo de cine para los sub-intelectuales de GafaPasta. Básicamente, una película para ver si la dan por la tele y no tienes nada mejor que hacer.


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