The Program


Esta semana, de chiripa y puedo jurar y juro por snupi que no lo he hecho a posta, tres de las películas de las que voy a hablar son como biografías de gente que ha sido muy famosa y tal y tal por un motivo o por otro. Igual es que ahora resulta que finales de noviembre y comienzo de diciembre es la época en la que se estrenan esas pelis, justo entre las de terror y los peliculones navideños. La primera de ellas es The Program y hasta donde llega mi corto entendimiento, no tiene fecha prevista en España aunque se rumoreaba que el título iba a ser Con o sin programa, truscoluña no es nación.

Un julay jacoso tiene una mala baba épica

Seguimos a Lance Armstrong desde sus comienzos, su cáncer y su subida a los altares de la gloria gracias a una eficaz dosificación de substancias dopantes de todo tipo para él y para su equipo con vistas a convertirlo en un hombre épico y legendario que no sería nada sin su dosis de jaco. El colega irá ganando los Tours, uno detrás de otro y demostrará que como ser humano, es odioso y posiblemente truscolán.

Igual es porque de siempre he pensado que en el ciclismo se deberían permitir las drogas a destajo y los equipos deberían estar patrocinados por los laboratorios, ya que para una vez que hay un grupo de pollabobas que se ofrecen como cobayas para mejorar la especie y encontrar productos que nos pueden servir al resto, es de locos no aprovecharlo. En esta película vemos como hay que tener el gen del tres por ciento, como los truscolanes, para destacar en el Tour de France. Lance Armstrong es un bicho rastrero que no veas, sin escrúpulos y que justifica todo por la gloria. Lo interpreta Ben Foster, que lo hace bien, pero es que la historia quizás sea demasiado conocida y no tiene mucho interés. La película procura evitar el ciclismo y se centra en los dramas personales, en las relaciones entre unos y otros, los juegos de poder, de manipulación, de acoso y derribo. Fascina pero no asombra, siempre se queda floja de algo. Dustin Hoffman debía necesitar algo de calderilla para su pastillero del barrio porque tiene un micro-papel. El más interesante es Chris O’dowd, que hace del periodista que lo destapa todo y que le roba planos a todo el mundo siempre que está en pantalla.

No es el tipo de cine que les mole a los miembros del Clan de los Orcos porque no hay efectos especiales y todo el mundo habla mucho. Tampoco creo que interese a los sub-intelectuales de Gafapasta.


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