Un día después


Lo que vivimos por aquí arriba durante cuatro días seguidos fue algo difícil de creer. El aclamado autor del mejor blog sin premios en castellano ya contaba el viernes, mientras sucedía, lo que estaba pasando en Dudley, Eunice y quizás Franklin pero es que continuó dos días más, con Franklin y al final tuvimos algo que no había sucedido en cien años, un triplete de temporales brutales, uno detrás de otro, a lo largo de cuatro días. El segundo, Eunice, fue el más fuerte y según dicen, es un temporal truscolán, que son los que se alargan eternamente y en este caso, el temporal duró ONCE horas, desde las tres de la tarde a las dos de la mañana y en el momento en el que el viento era más fuerte, tenía una velocidad de CIENTO CUARENTA Y CINCO kilómetros por hora, pero por primera vez, esas velocidades no se midieron en la costa, como ha sucedido siempre, esa velocidad fue a menos de diez kilómetros de mi keli, en el interior del país, algo que jamás había sucedido y que le ha dado el récord de ser la racha de viento más fuerte jamás de los jamases medida en el interior del país. Murieron cuatro julays, rescataron a uno del río IJ en Amsterdam y por ahora, hay más de quinientos millones de leuros en daños, que se pueden ver por todos lados, con árboles derribados, con tejados con calvas porque desaparecieron tejas, casas con plásticos cubriendo zonas por las que les entró agua y los suelos, por todos lados, llenísimos de trozos de ramas de todos los tamaños porque los servicios de limpieza simplemente no pueden recogerlo todo en un pís-pás. Eunice se ha colocado directamente en la tercera posición de las peores tormentas medidas en los Países Bajos desde que se empezaron a guardar los registros, por detrás de una tormenta que sucedió en 1990 y que es la que tiene la medalla de oro y otra que sucedió en 1976 y se quedó con medalla de plata.

La cantidad de agua que cayó entre el jueves y ayer a cinco kilómetros de mi keli, en donde está el instituto nacional de meteorología y brujería, fue de unos cincuenta y siete milímetros, de los que solo el domingo cayeron treinta y cuatro milímetros, cuando lo normal para todo el mes de febrero son sesenta y tres milímetros y este mes por culpa de esa matraca ya llevamos CIENTO VEINTICUATRO milímetros de lluvia y todavía nos queda por contabilizar lo que caiga de aquí al lunes que viene y yo no estoy en la zona en la que más ha llovido, que hay un par de lugares que ya han sobrepasado los ciento ochenta milímetros de agua. En la gráfica que está antes de este párrafo, hay unas marcas rojas en las barras que corresponden con la cantidad de horas que llovió y el domingo esa cantidad fue unas dieciséis horas, pero llover de verdad, no mariconadas de llovizna y encima con viento, que esperando que escampara para poder ir al super, que lo anunciaban siempre para una hora y media más tarde, como nunca llegó a suceder, acabé abriendo una de mis preciosas latas de fabada y eso fue lo que cené porque lo que tenía planeado se me chafó.

El primer árbol que cayó fue en la calle de acceso al barrio, pero como por suerte (para todos excepto los propietarios de la keli), cayó hacia una keli, la carretera no se cortó y por la mañana las brigadas de limpieza llegaron, lo cortaron en trozos manejables y se lo llevaron. El lunes paseando vi que a unos ochocientos metros de mi keli cayeron otros dos enormes, en el carril bici que uso con frecuencia y que se puede ver en la imagen. Por detrás de mí está el centro de salud en el que se encuentra la farmacia de la zona y si miráis el canal y más lejos, veréis el segundo árbol caído, tan grande o más que este, solo que estaba en el otro lado del canal. Notaréis que no hay raíces, simplemente, el viento empujó y empujó hasta que separó al tronco de las raíces y lo tumbó. Estos árboles los plantaron a principio de los ochenta, cuando se creó el barrio, con lo que en su obituario tendrán que poner que han muerto a los cuarenta tacos. Bajando por esta calle en dirección a mi casa, prácticamente no hay tejado al que no le falten tejas, fue un estropicio. La culpa la tiene que es una línea abierta perfecta que va de norte a sur, amplia y con el viento soplando desde el sur, no había nada que lo parara y provocaba más daños. Aunque los que no viven por allí no lo noten, el canal está petado de agua, lo normal es que tenga unos cuarenta o cincuenta centímetros menos.

Tanto el sábado como el lunes, conseguí salir a correr y hacer mi rutina habitual, aunque alterando mi ruta y procurando mantener el viento siempre que fuese posible a mi espalda o de lado y corriendo por una zona que está protegida parcialmente. Por mí ya he tenido bastante de viento y de lluvia, que llegue la primavera pero que ya y se acabe esta mierda de tiempo.

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5 respuestas a “Un día después”

  1. Por aquí nada de particular, en el norte sacaron en la tv algunas escenas de alto oleaje y viento.

  2. Pues esas tejas voladoras irán a parar a alguna parte, yo que tu iría considerando ponerme un casco con pincho, como los alemanes de la primera Guerra Mundial… 🙂
    Salud

  3. Por mi casa pasó por la calle un panel solar que se soltó de algún tejado. He estado mirando los tejados y parece que nosotros aguantamos mucho mejor que el resto. Mi teoría es que al estar más al sur de la ciudad, estábamos parcialmente protegidos por la barrera que hay para eliminar el ruido de una autopista y el parque que está detrás de la susodicha, que es como una colina y eso empujaba el aire hacia arriba y nos mantenía en una pequeña burbuja.

  4. o simplemente tuvisteis suerte y no os tocó lo gordo del viento… tu buhardilla aguantó bien entonces?

  5. La buhardilla está del lado norte y el viento daba del otro lado. No he visto ninguna que haya sido arrancada. Estas cosas están bien sujetas a la casa. La empresa que la hizo me mandó un correo avisando que cerrara ventanas, recogiera persianas exteriores (que yo no tengo) y que si el temporal le provocaba daños, estaban fuera de la garantía de ellos y contactara con el seguro de mi casa.