Un espacio entre nosotros – The Space Between Us


Película de ciencia ficción con naves espaciales y vida en Marte. Paramos aquí, no hace falta que me digan más. Fue ver el trailer y convertir el visionado de esta película en una de las razones fundamentales para seguir viviendo, junto con el odio acérrimo de truscolanes, koreanos-de-mielda y miasma-terrorista-musulmana. El día que se estrenó, en el primer pase, allí estaba yo, con tanta mala suerte que hubo una alerta roja por vientos requetequeteque-huracanados y ni eso me detuvo para ir al cine en bicicleta pese a que todo volaba a mi alrededor. Se trataba de The Space Between Us y al parecer se estrena en España llegando al final de abril con el título de Un espacio entre nosotros ya que todos sabemos que los artículos determinados e indeterminados son lo mismo pero con diferentes letras y el pollaboba que tradujo igual tenía una picha en el culo en ese momento y se le fue el baifo al cielo.

Un julay con más calenturas que las calderas del infierno viaja de Martes a la Tierra PÁ’MOJÁ

Un chamo nace en el planeta Marte después que a los pollabobas de la NASA se les pasara por alto que su madre astronauta era más puta que la gallina Turuleta y viajó preñadísima. La madare muere, el niño vive y lo mantienen en secreto en la base sin decir ni pío, pío. El chiquillo chatea con una pava de la Tierra y se imagina empetándosela hasta los pelos de los güevos y por eso, se esconde en una nave, viene a la Tierra, se escapa de un edificio hiper-mega-protegido y lleno de securatas y en base al olor o algo parecido y sin tener ni puta idea de como funciona nuestra sociedad, encuentra a la pava y trata de camelársela como si él fuera un pavo. Ella que tiene un agujero que le pide carne, se deja embaucar y juntos se embarcan en una misión para encontrar al papuchi del chiquillo y mientras, la NASA, la CIA, el FBI y hasta la madre que parió al joputa-rubio ese acarajotado que llegó a presidente lo tratan de capturar pero que no pueden.

Al final, la parte de ciencia ficción es al principio y es fabulosa y fantástica y maravillosa pero por desgracia, esto era una especie de película romántica para pre-adolescentes, algo que noté cuando yo era la persona más viejuna de la sala pero con una diferencia de edad que no se puede contar ni con todos los dedos de las manos y de los pies. O sea, chico conoce chica por Internet, ella no le manda ni le enseña sus tetas pero él se calienta igual, chico se fuga para buscar a la hembra, chico y chica escapan, copulan y copulan y vuelven a copular pero no lo vemos porque es una peli para jóvenes y quieras que no, tienen que sufrir un montón y eso para poder tener su final feliz. La película está bien hecha y entretiene, pero no asombra ni alucina. El protagonista es Asa Butterfield al que prácticamente puedo confirmar y confirmo que lo he visto crecer porque empezó en el cine cuando era un espermatozoide. A él le van estos papeles de acarajotado que se sorprende con todo y ese parece ser el único papel que puede hacer. Ya empieza a estar mayorcito para hacer de adolescente pero como necesitaban a alguien alto por lo de la gravedad de Marte, pues cuela. La que no cuela mucho es Britt Robertson, que hay que tener un poquito de por favor, que ponerla de chama de instituto es pasarse dos semáforos en rojo, que la chama tiene casi veintisiete años. La película entretiene pero si hay algo mejor en el cine, se puede evitar.

Supongo que las más jóvenes de las hembras del Clan de los Orcos, esas que preñaron a los quince o catorce fliparán y se dejarán las uñas en el cine dándose gusto. Esto está hecho para ellas. Los sub-intelectuales con GafaPasta huirán aterrorizados de una sala con esta película.


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