Whiplash


Igual es porque voy al cine demasiado pero me da la impresión que hoy en día hay muchas más películas musicales o girando alrededor de la música que hace unos años cuando solo la Disney se atrevía a poner música de alguna manera en sus películas animadas. En este caso no se trata de cantar, sino de convertirte en un maestro de un instrumento al que no le tenemos una gran estima. La película se llama Whiplash y se estrenará en España a mediados de enero con el mismo título, aunque sopesaron llamarla truscoluña no es nación.

Un julay se toca los timbales por activa y por pasiva mientras el profe le da caña que no veas

Un chaval que toca el tambor está en una academia musical muy buena y el profesor más borde y prestigioso que tienen se fija en él. El hombre tiene un método de aprendizaje que se puede ubicar entre el sadismo y la perversión y el chaval quiere y quiere pero siempre parece que está con el trauma de no poder. La relación entre ambos irá de mal en peor y se volverá destructiva para ambos.

Esta historia es básicamente un duelo a muerte entre Miles Teller y J.K. Simmons. Al primero lo conocemos por multitud de películas para adolescentes en las que hace de descerebrado y jamás de los jamases se me pasó por la testa que supiera actuar. Aquí se transforma en un pedazo de actor del copón y brilla mientras sufre y nos hace sufrir con él. Su obsesión, su perfeccionismo, su frustración y sus miedos se transmiten perfectamente desde la pantalla. El profesor y malísima persona es J.K. Simmons y borda su papel. Hay momentos en los que no sabes si lo hace porque le encanta joder a la gente o porque realmente quiere llegar a la perfección pero siempre te tiene dominado y su imagen llega a asustar. Hay otra gente en la película pero poco menos que no existen, estos dos hombres los anulan por completo. La historia es poderosa, el nivel de tensión es sencillamente insoportable y estás enganchadísimo al relato desde el principio al final, único momento en el que aflojan un poco. La música es un elemento fundamental y en este caso tenemos jazz, que brilla también y se te cuela en el cabezón, saliendo del cine tarareando alguna de las canciones. La película ni es simple ni simplona, tiene varios giros argumentales que no te esperas y que funcionan bien y siempre está bañada de un aura dramática que llega a doler.

Probablemente si un miembro del Clan de los Orcos entra a ver esto, saldría del cine a los diez minutos espantado. Por otra parte, es de visionado obligatorio para los sub-intelectuales de GafaPasta.


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