Un día antes de irme de vacaciones a Gran Canaria fui al cine en Amsterdam para una megasesión. Cuando cuadraba las películas que iba a ver entre los dos multicines a los que siempre voy (y que están separados por menos de cien metros) tuve que elegir una de esas pelis para adolescentes que acaban en televisión más pronto que tarde y a las que por decoro ya no suelo acudir. Llegué tarde al cine y cuando entré las luces estaban apagadas y no vi la fauna que había allí dentro aunque sí que noté que aquello estaba de bote en bote. La película se llama Wild Child y cuando se estrene en España en noviembre la conoceréis como Megapetarda. Como en ocasiones anteriores, me pregunto que retorcida debe ser la mente del capullo que hace las traducciones de algunos títulos para cagarla de tal manera y condenar la película al fracaso solo con una palabra tan desafortunada. Espero que a ese pájaro consiga un pleno de arretrancos con todas sus hijas en castigo por lo que ha hecho.
A una julay quinceañera la meten en un internado y se dedica a joder hasta al tubo de pasta de dientes
Una niña rica es encerrada por su padre en un internado británico de esos en los que los niños parecen psicópatas y los profesores podrían muy bien pertenecer al clero pederasta de cualquier iglesia. La pobre llega con toda su ropa de marca, su glamour, su soberbia y tiene un aterrizaje dramático. Su mundo se viene abajo y lo único que quiere es escapar de allí. Para eso tendrá que conseguir que la echen y ayudada por unas compañeras que tampoco la quieren se pone a trabajar duro para conseguirlo. Cuánto más lo intenta, más le gusta el lugar y hará un montón de descubrimientos que cambiarán su vida para siempre.
No hace falta que me lo diga nadie. Es una película para adolescentes. No hay ninguna concesión para el intelectual que ninguno llevamos dentro. Puro divertimento insubstancial y perecedero. Y funciona. Todo un ejercicio fascinante de como un petate en potencia se puede enderezar y convertir en un putón verbenero que sabe apreciar y disfrutar de las grandes cosas que tiene la vida, como pueden ser el maquillaje, la ropa, las amigas tontas y un buen maromo que se la meta hasta los güevos. En esta película no hay descanso, las trastadas que va organizando esta chiquilla se suceden unas a otras y en todas te tienes que reír, tienen un gran encanto y aunque cualquiera que la vea lo negará, sales del cine con la sensación de haber pasado un muy buen rato, simple y quizás sin esos diálogos rebuscados propios de un guión basado en una obra de Jane Austen, pero a quien coño le importa si a lo que vas es a entretenerte.
Al encenderse las luces de la sala descubrí que el público estaba compuesto por unas doscientas chiquillas y un servidor y definitivamente, era el más viejo en la sala. Por suerte me divertí tanto como ellas y no tuve que hacer una cola horrorosa en el baño porque no había competencia.
Nadie se acordará de ella para cuando se estrene en España y con el título que le han puesto me temo que no atraerá mucho público pero si tenéis oportunidad, id a verla si lo que queréis es un rato de sano espectáculo.
Una respuesta a “Wild Child – Megapetarda”
Después de ver «Una pija en apuros», ya me trago cualquier cosa 🙂