Chacho, esto comenzó en Todo lo que sucedió, así que no me seas truscolán y podemita y si no lo hiciste, salta al inicio
Cuando las enfermeras notaron que estaba despierto, comenzaron con su rutina de nombre, apellido, fecha de nacimiento, solo que ahora me preguntaron si tenía algún dolor, algo que tuve que responder negativamente porque no lo tenía. Lo que sí que tenía es como un mareo o borrachera, como que el horizonte se hundía hacia el suelo y el cielo bajaba al horizonte y vuelta a empezar, pero me dijeron que esos eran efectos de la anestesia. Después de unos minutos vino una enfermera de la planta y tras lo del nombre, apellido y fecha de nacimiento partí hacia la habitación. Allí me encontré conque estaba llena, con otros cuatro pacientes, que en los hospitales neerlandeses las habitaciones son de cinco pacientes, supongo que por alguna manía que viene del pasado y que son incapaces de cambiar. Entre los cinco, uno era Ancestral y de los otros tres, uno tenía veintinueve años, que mira que ya es joven para haber pillado una hernia, porque allí estábamos todos los que fuimos operados esa tarde del asunto. El Ancestral estaba más que listo para marcharse, dos de los otros estaban comiendo y el cuarto ya había comido y estaba por cambiarse de ropa o algo así. Me aparcaron y me dejaron asentándome con el meneo del mundo y del universo, así que cerré los ojos y opté por meditar, que eso siempre ayuda. Un rato más tarde seguía en pleno temporal con marejada a fuerte marejadilla y al Ancestral lo vinieron a recoger, con una silla de ruedas, que yo creo que habría llegado andando antes a la calle pero parece ser que está prohibido. El que no comía tuvo la charla con la enfermera y le dijo que fuera al baño y se echara un pís y que lo mejor es que se siente como las hembras, que acaban de sajarlo y no está el cuerpo para hacer maniobras a distancia. También le dijo que igual que sin lágrimas no hay victoria y sin dinero no hay amor, que sin pis no se sale a la puta calle. El chamo se encerró en el baño mientras les retiraban los platos a los dos que habían estado comiendo y un enfermero vino a preguntarme sobre lo que quería para comer, que era a elegir entre pan solo y pan con queso, pan con loncha de embutido y excepcionalmente, con mantequilla para untar en el plan. Visto lo lujoso del menú, opté por el pan con mantequilla y embutido, que me confirmaron que era de cerdo y para beber, agua. Un rato después salió el chamo del baño, confirmó que no meo y la enfermera le dijo que se quedaba hasta que echara la gotita. Vino mi comida y aquello era peripatético y como mi vecino me había estado machacando con lo fabulosa y maravillosa que es la comida en el hospital y como tienen un chef y todo lo demás, le hice foto y se la mandé para que compruebe que esos lujos no los tienen en el policlínico. Me comí lo poco que me dieron y posteriormente seguí disfrutando del mareo, que ya empezaba a menguar. Uno de los otros tres pacientes fue al baño y consiguió mear y la enfermera le dio el visto bueno para que se vaya, así que avisó a los que le venían a buscar. El otro se rebotó, se volvió a meter en el baño y al rato salió y confirmó que meó un poco, aunque yo que soy de natural desconfiado, creo que mintió. Ya enralados con el baño, el tercer chamo fue al baño, meó y le dijeron que se podía ir. A mí, la tía me miró y me dijo que ni de coña, que todavía tenía el color de un folio blanco y que me quedaba al menos media hora. Llamó a mi vecina y le dijo que viniera a recogerme a las seis.
Después fueron llegando a buscar a los otros y les quitaban la vía que todavía todos teníamos en nuestros brazos, se cambiaban, se sentaban en la silla de ruedas y se marchaban y así se fue vaciando la habitación y quedamos tres, después dos y finalmente estaba yo solo. Fui al baño y meé sin problemas, sobre todo porque entre medias y en el tiempo que estuve allí me jinqué cuatro vasos y la gravedad puso el agua en su sitio.
Como sabía que ya iban a quitarme la vía, le hice la estremecedora foto anterior, en la que también se pueden ver fuera de focos las bolsas con toda la ropa de cama y demás del que se sentaba enfrente mío, que cuando se iba uno, se enguantaban y quitaban las sábanas, la bata y todo lo demás y lo ponían en bolsas, supongo que para llevar a la lavandería. Lo peor de quitar la vía fue la depilación gratis que te hacen. La chama también me dijo que me iba a quitar la mega-tirita o esparadrapo con venda que cubría las tres aberturas y que me iba a poner una nueva que me tenía que quitar un día después. Eso también implicó arrancar pelo a conciencia. Después puso la nueva venda y me vestí y para cuando llegó mi vecina, yo ya no veía la hora de huir de aquel lugar. Entré a las dos de la tarde y salí justo a las seis. En el coche, me dijo que pusiera el asiento como si fuera a dormir, tumbado y que evitara hacer presión en la ingle, así que durante todo el viaje, lo único que vi fue el techo del coche.
Al llegar a mi casa, pasé el resto de la tarde tumbado viendo series de televisión y antes de ir a dormirme, me jinqué 1 gramo de paracetamol y asombrosamente y pese a que no podía ponerme boca abajo, que es mi postura natural para dormir, dormí cerca de siete horas y gracias a la falta de líquido, ni me levanté a mear por la noche. Por la mañana, más paracetamol y como tenía como flema en la garganta, algo que descubrí cuando me desperté de la anestesia con lo que sucedió en la hora esa en la que estuve desconectado, me jinqué un fluimucil y durante el día, bebí agua a destajo, que era lo que recomendaban y vi episodios y episodios y más episodios de series, en total creo que hice doce horas de series o un empacho. De mi fabulosa nevera había dejado preparado una crema de calabaza con leche de coco tailandesa que está de que te cambas porque no quería comer nada muy pesado. No jiñé. Supuestamente me podía bañar rápidamente y sin champú ese primer día pero como no salí de mi casa pasé del tema.
El viernes, aunque lo intenté, estaba como estreñido, que es algo único e impensable en mi caso, que yo he patentado el JIÑOTE y puedo confirmar y confirmo que soy el poseedor del récord mundial de tupir retretes en diferentes países, que yo he tupido retretes en al menos cuatro continentes. Por la mañana llamé a mi médico y como era uno de los problemas que podían suceder y ya había comprado un laxante, lo hablé con él y me dijo que me jincara dos pastillitas a las diez de la noche con un montón de agua y que eso me desatrancaba por la noche. También me dijo que comenzara a andar al menos treinta minutos, dos veces al día, que eso también ayuda para jiñar, con lo que empecé a caminar, aunque también hubo mucha serie televisiva ese día porque todavía no me podía sentar en una silla, podía estar de pie o tumbado. Por la noche tomé el laxante y me fui a dormir. Antes de ir a caminar me duché y me quité la capa más externa de esparadrapo, la que cubría la segunda capa que está sobre las incisiones. Me acordé de todos los muertos de las enfermeras por no afeitarme la barriga y te puedo sugerir y te sugiero que si vas a un hospital neerlandés para una operación, tú aféitate todo el vello del cuerpo por si acaso porque son unos sádicos. No veas lo que me dolió quitar aquello.
Me desperté a las siete y pensé que jiñaría pero fui al trono, me senté en el susodicho y solo conseguí soltar aire, aunque fue un montón de aire. Volví a la cama y seguí durmiendo y a las nueve y cinco minutos, me volvió a dar otro apretón, me posicioné en el tron y esa vez si que jiñé, aunque no en las gloriosas cantidades que me han hecho mítico y legendario. Después durante el día hice la caminata y traté de mantenerme activo más tiempo y hablando con la otra experta que conozco, mi madre, me dijo que me jincara el laxante otra noche y como ella tiene no uno sino varios doctorados de la sala de espera de al menos dos ambulatorios, decidí hacerle caso. La noche del sábado me tomé de nuevo el laxante junto con un montón de agua.
A las seis y cuarenta y tres de la mañana del domingo me despierto con un dolor horrendo y para cuando mi cerebro se activó, pensé que moriría allí, cagado hasta arriba porque aquello era el hiper-mega-apretón y empujaba tanto que dudaba que pudiese salir de la cama y todo aparentaba que me revolcaría en mi propia jiñada. De alguna manera conseguí controlarlo y pasito a pasito, intentando no modificar el centro de gravedad ni nada de lo demás, logré llegar al trono, me senté y puedo confirmar y confirmo que la cerámica blanca se transformó por medio de alguna interacción mística y quizás mágica en marrón, porque me vacié, pero vacío, vacío y además, seguramente por el laxante el jiñote no se pudo formar y aquello fue una diarrea épica, de esas que muchos cantaran en siglos venideros. Volví a la cama flotando por culpa de la pérdida de peso y dormí otras dos horas más y después de eso ya no jiñé más por estar total y completamente vacío.
Ese día escondí el laxante y no lo pienso volver a usar mientras recuerde esa noche. Ya reduje la dosis de paracetamol de cuatro gramos al día a tres porque no tenía tanto dolor y poco a poco fui incrementando la cantidad de tiempo y la distancia que caminaba y que pasaba de pie. Sentarme seguía siendo complicado.
En los días sucesivos le paracetamol pasó a dos gramos al día y después un solo gramo y finalmente nada. También volví a sentarme y una semana después, o siete días tras la operación, el siguiente hito era quitarme las tiritas, tres, que están sobre las tres incisiones para la endoscopia y las pinzas o cucharones que te meten dentro. La primera me tomó diez minutos y una tortura masoquista brutal con el pelo que arrancó, así que remojé bien las otras dos y las dejé macerando para quitarlas al día siguiente, que fue lo que hice y aún entonces me dolieron. A partir del séptimo día volví a usar la bicicleta, aunque por si acaso y aprovechando que la mía es eléctrica, puse el motor al máximo, en modo Ancestral y yo movía los pedales sin hacer esfuerzo y la bicicleta incrementaba la velocidad hasta los veinticinco kilómetros por hora.
Y así estamos, aún sin correr, aunque podría ir, según las indicaciones del hospital, pero prefiero darle unos días más de tiempo a todo para que se recupere.
6 respuestas a “… y después del vacío”
Aquí cuando la enfermera te manda a mear lo haces en algún recipiente que te Dan, así no hay engaño.
Si, como dice Luis, aquí te dan un recipiente de cristal para que mees, y para compensar, a mi, en la colección de los tres infartos que pasé, siempre me afeitaron el pecho para los chupones del electro y tal y tal…
Muy interesante la narrativa escatológica… 🙂
Eso de tomarte los laxantes a las 22 me ha dejado flipando en colores, tuviste suerte de no cagarte vivo en la cama…
Prefiero nuestra Seguridad Social…
Salud
Y podías subir las escaleras?
Luis, Genín, aquí asumen que dirás la verdad porque es en tu propio interés, así que si mientes y después hay un problema y la diñas, es tu culpa.
Genín, seguí las instrucciones del prospecto y del médico. El producto se basa en el bisacodyl.
Montse, sí, no tuve problemas con las escaleras, aunque por seguridad, subí todos los escalones usando el pie izquierdo primero. Tampoco tuve problemas al bajarlas al día siguiente.
Montse,
Si, por eso te decía que prefería nuestra seguridad social… 🙂
Salud
Solo un hombre podría hacer un relato como una serie de televisión de algo como una hernia inguinal…. aish….