Yendo a Bristol y visitando Stonehenge y Avebury


Siguiendo mi gira mundial y la curiosidad por descubrir una gran parte del universo, salvo por truscoluña, que no es nación, la India y las dos coreas, lugares en los que el índice de alimañas deleznables supera mi capacidad de tolerancia, muy cercana al cero y perfiero no pasar por esas tierras. A la hora de buscar destinos cercanos, lo empiezo a tener muy complicado porque ya he estado en todos y los que me faltan muchas veces no tienen vuelos que coincidan con el fin de semana (Bilbao es un buen ejemplo) o es solo una vez a la semana o directamente, los ciudadanos del país me caen mal, que es el caso de Francia y la razón por la que no voy a ninguno de sus destinos. Mirando en enero las rebajas de Easyjet, vi que podía montarme algún fin de semana en lugares alternativos del Reino desUnido y por si acaso, ubiqué las vacaciones antes del brexit. Mi primera escapada la fijé en el sur del país, en Bristol, después de que un colega inglés de la empresa me hiciese una lista de lugares chulos para ver en su país. Una vez se acercaba la fecha del viaje, conseguí una pensión en la ciudad y después me enteré que no relativamente lejos de allí había varias atracciones fabulosas y espectaculares, pero tenía que alquilar un coche o ir en un tour desde Bath, ciudad relativamente cercana (a unos doce minutos en tren). Opté por esta segunda opción y organicé un tour para el sábado en el que vería un montón de cosas.

En el día que volaba a Bristol, el vuelo era después de las nueve de la noche con lo que tenía plena libertad para seguir con mi vida normal de viernes, aunque ese día opté por trabajar desde casa para hacer un pequeño proyecto en el jardín y en la parte delantera de mi casa del que quizás hable en algún momento. Por la tarde, combiné la ida al aeropuerto con una parada previa en Amsterdam para ir al cine y después de ver la película, en lugar de la ruta habitual andando a la estación de Amsterdam Centraal y desde allí en tren a Schiphol, opté por probar la nueva línea de metro, la que une el norte y el sur de la ciudad y puedo confirmar y confirmo que ahorré bastante tiempo y en menos de media hora fui del cine al aeropuerto. Pasé el control de inseguridad y gracias a que iba fuera de la zona Schengen tenían las máquinas esas maravillosas que no necesitan que saques nada de la mochila y después fue buscar el rincón en el que estaba la puerta de embarque y esperar. Tuve un montón de suerte y cuando me asignaron el asiento, me dieron de pasillo, que es casi una bendición porque así no tengo que hacer cierto vídeo que solo gusta a cierto lector que comenta por aquí. El avión llegó con media hora de retraso y salimos con algo más de retraso, pero como viajamos atrás en el tiempo, llegamos a Bristol a las diez de la noche. La cola en la parada de la guagua para ir a la ciudad era épica y tuve que esperar hasta la segunda guagua doble para pillar asiento. El viaje fue de unos cuarenta minutos y desde el lugar en el que me dejó, unos diez minutos andando a la pensión The Washington Guesthouse que es en donde me quedaba. Ya rondábamos la media noche y al día siguiente empezaba la movida temprano así que fue entrar en el cuarto e ir a la cama.

Me levanté muchísimo antes de la hora Virtuditas, a las seis y poco de la mañana, para ducharme, emancipar el jiñote y salir hacia la estación de tren, ya que mi excursión empezaba a las ocho y media. Un par de minutos después de las siete pillaba una guagua para ir a la estación y me compraba el billete para todo el día, que solo cuesta cuatro libras. Una vez en la estación, recogía mi billete de tren y seguía mi ruta hacia Bath y una vez allí, aproveché que tenía tiempo para desayunar en un café cerca de la estación. A la hora acordada fui a localizar el mini-bus y en total éramos unos catorce julays, con mucho gringo y dos escoceses.

El primer tramo en el vehículo era el más largo, de casi una hora y nos llevó directamente a la puerta de Stonehenge, el monumento megalítico que es Patrimonio de la Humanidad (excluyendo a truscoluña). Este ha estado desde siempre en mi lista de lugares a visitar al menos una vez en la vida pero la verdad pensaba que no sería hasta el retiro, así que bienvenido sea. Llegamos a primera hora, antes de las multitudes, ya que los autobuses públicos desde la ciudad más cercana no empiezan hasta las diez de la mañana. Ese día había una alerta por vientos fuertes tirando a fortísimo y se notaba. Lo bueno es que en cinco minutos podías hacer fotos del lugar nublado y con un cielo azul porque las nubes pasaban a todo meter. El sitio es espectacular, pese a no ser más que un montón de pedrolos que hacen una especie de círculo. Piensa que quien quiera que diseñó ese sitio, con la tecnología de hoy en día posiblemente podría poner a los julays en otra galaxia o hacernos viajar en el tiempo. Trajeron unas piedras de miles y miles de kilos desde un lugar bastante lejano y las colocaron creando esa estructura que no es de los druidas, esos aprovecharon la existencia del monumento para agenciarselo para su fe, esto es muy anterior. Es un sitio fabuloso y realmente mereció la pena. Teníamos una hora y media y pensaba que se me haría corta pero no, tuve bastante tiempo y hasta me sobró, ya que el viento era tan horrendo en algunos momentos que la gente huía y regresaba al centro de visitantes, que está a algo más de un kilómetro y conectado por unas guaguas, para refugiarse en la cafetería.

Desde allí salimos en dirección a otro círculo de piedras, menos famoso pero más espectacular y en el camino paramos a hacer fotos del Caballo Blanco de Cherhill, un caballo escarbado directamente en las colinas, ya que el material que hay debajo de la hierba es creta y que usaban hace cienes y cienes de años los propietarios para indicar sus terrenos. Es fascinante.

Desde allí seguimos hacia Avebury, otro lugar patrimonio de la Humanidad (excluyendo truscoluña) de más de cinco mil años y más antiguo que Stonehenge. Son varios círculos de piedra y el exterior es el mayor de todos los monumentos prehistóricos encontrados en el universo conocido. Algunas de las piedras, que no están esculpidas, como las de Stonehenge, pesaban cuarenta toneladas. El monumento está parcialmente destruido y está en medio de un villorrio. Al contrario que en Stonehenge, que lo vez desde lejos, no te dejan caminar entre las piedras, en este caso sí que te metes entre ellas, paseas y flipas y vuelves a flipar. Muchas de las piedras que faltan en este monumento se destruyeron en el siglo XVI (equis-uve-palito), cuando un consejero truscolán trató de ponerles la pierna encima para que no levanten cabeza. Por todos estos pueblitos se pueden ver las legendarias cabinas telefónicas de la BT, esas rojas, que ahora han vendido o donado a quien las quería y se han reconvertido en todo tipo de curiosas estructuras, desde jardineras en ciudad a pequeños puestos de intercambio de libros. Según el guía, cuando te la donan, te dan dos botes de pintura, uno grande para que sepas cual es el color rojo y otro pequeño para el emblema dorado que tienen las cabinas sobre la puerta. En Avebury, además de los círculos de piedra, tenemos la casa solariega o Señorío, que parece ser lo más apropiado para traducir al español la inglesa Manor y en el mismo poblacho está la bella iglesia de St James, del siglo XI (equis-palito) y muy cerca de la misma está el Red Lion, el pub del pueblo, que ya no tiene ni escuela pero mantiene este pub del siglo XVI (equis-uve-palito) y que según ellos, es el único del universo conocido o por conocer dentro de un círculo de piedras.

Este es un punto perfecto para cortar el relato y así desesperar al ancestral que no sabrá hasta los próximos capítulos si hay o no hay vídeo de avión.

El relato continúa en Lacock, Castle Combe, Bath y de vuelta a Bristol

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2 respuestas a “Yendo a Bristol y visitando Stonehenge y Avebury”

  1. Estuve en Stonehenge hace 2 años , cautiva mucho. Por casualidad coincidió con el solsticio de verano , lo abren por la noche y cuando nos marchamos llegaban miles de personas.