¡Oh capitán, mi capitán!


Vaya racha que llevamos. Buen tiempo, vida social, trabajo a destajo y entre todo ello pinceladas distorsionadas por aquí y por allí. No es fácil encontrar temas distintos y desarrollarlos día sí y día también. Llevo repitiéndome desde el año 2000 y o no se dan cuenta o no les importa. Mi recalentado cerebro lo revisa todo doscientas veces por segundo tratando de encontrar cosas de las que hablar. Vuelan las ideas buenas y las malas. Comienzo cosas que no acabo, investigo temas que dejan de interesarme cuando ya puedo escribir un par de miles de palabras y en otras ocasiones tengo una frase de comienzo en el documento que uso para escribirlo todo durante meses. Hay seis de esas ahora mismo y siguen sin sugerirme nada así que no debe ser su momento.

Hay semanas temáticas y otras en las que los vientos soplan variados. ?pocas en las que todo queda escrito desde el domingo y veces en que no llego a tiempo a la hora que me tengo marcada para publicar. Hay días que me apetece escribir algo que me haga llorar leyéndolo y termino escribiendo otra bobería y cuando busco la risa fácil y la tontería insulsa termino desbarrando sobre mis neuras. Hay veces en que no me apetece escribir pero me obligo a hacerlo porque ya lo dice el gran maestro que esto es ante todo constancia y que queramos o no debemos hacerlo.

No tengo ni idea del camino que lleva Distorsiones y no hay que preocuparse porque esta bestia siempre ha tirado para donde ha querido. Como capitán del barco aún nadie me ha dicho cual es nuestro destino final y solo sé que tenemos combustible suficiente para navegar hacia donde haga falta ir. Me da un poco de pena cuando veo todas esas bitácoras que se han quedado en el camino, que han cerrado su ciclo y dejaron de actualizarse o simplemente desaparecieron sin dejar rastro. Hoy me aburría en el trabajo y me dediqué a visitar algunas de ellas y te queda una sensación extraña en el estómago. Este es un mundo bastante nuevo, las bitácoras con un año de edad ya se puede considerar viejas y las de dos o tres son casi prehistóricas. Espero que esto no le suceda a mi pequeño rincón. Espero poder seguir volviendo aquí dentro de uno, dos, cinco, diez, veinte años y sentarme cada día con mi portátil y pensar en lo que quiero decir y en como he de hacerlo, recuperar palabras, descubrir otras nuevas y mezclarlas de formas distintas, moldear sueños y despertar emociones, hacer vibrar las cuerdas vocales con risas tontas y sentir el enojo de los errores gramaticales cometidos.

Hoy no hay mucho más que decir. Es uno de esos días de reafirmación, de golpe de timón para recordar que soy sobre quien descansa la responsabilidad de llevar a buen puerto este barco y solo hay una forma de terminar esto:

¡Oh capitán, mi capitán!

,

2 respuestas a “¡Oh capitán, mi capitán!”

  1. No es fácil sacarse temas de la manga para poder darnos algo nuevo cada día a las hienas que queremos devorarlo, supongo. Yo ni me lo planteo. Y si hay que estar al pie del cañón dentro de 10 años, se estará!

  2. Dímelo a mí que ya quisiera yo tener una de esas bitácoras de copy paste de noticias tecnológicas y de repetir lo mismo que todos los demás.