Into the Woods


De alguna manera, yo suelo sintonizar con los musicales. No me choca ver que los actores cantan y hasta les sigo el ritmillo y me emociono hasta las lágrimas, eso si todo sale bien, que no es algo que pase con una certeza absoluta. Aunque ya parece que pasó la racha, de cuando en cuando cae alguno en la cartelera como ha sucedido con Into the Woods, película al parecer basada en un musical del que jamás había oído hablar y del que no conocía las canciones. En España se ha estrenado estos días con el mismo título porque el de truscoluña no es nación no estaba disponible.

Un julay pollaboba no se cansa de tocarnos los güevos a todos

Un puto perdedor casado con una acarajotada, por más que la chinga no la deja preñada y al parecer es por culpa de un hechizo hecho por la perra de la vecina que resulta ser la bruja Avería. Esta les dice que han de conseguir cuatro objetos para levantar la maldición y que puedan tener hijos y se lanzan a la carretera para hacerlo. Entre medias pasarán por varios cuentos de los hermanos Grimm cantando sin parar.

No recuerdo un musical que me haya provocado una reacción alérgica tan grande como este desde la primera canción. Me pareció una mierda y ya desde ahí, en ningún momento enganché con la historia, en ningún momento pillé el hilo de interés y ni siquiera la grandiosa Meryl Streep consiguió hacer que rectificara mi opinión. La película se sostiene en actuaciones tan exageradas que resultan insultantes y algunas, tristes y patéticas como la de Chris Pine, que en lugar del príncipe de la Cenicienta acaba pareciendo una maricona locaza que busca macho que le abra el culo y se lo deje como un dónut de grande. El tío daba tanta lástima de verlo que opté por jugar con el teléfono esperando que saliera de pantalla. Con los demás no hay mucho más, las actuaciones están pasadísimas, la música no tiene gancho alguno y las quinientas treinta y seis mil doscientas veintiuna veces que dicen la palabra Woods acaban por dañarte el tímpano y nadie parece muy bien saber lo que está haciendo allí. Johnny Depp se merece un Razzie por su mierda de papel y Anna Kendrick debería leerse las instrucciones de las cajas de tampones y dejar de metérselos por el culo porque le están yendo muy mal. Con una historia patética, unas canciones para nada adictivas y unos efectos especiales de puta pena, la película es un barco que se hunde poco a poco y que en ningún momento tuvo oportunidad alguna de flotar.

Se fueron del cine un tercio de los espectadores así que este es el tipo de película de la que los miembros del Clan de los Orcos se han de mantener bien alejados. Tampoco vale para sub-intelectuales de GafaPasta o cualquiera que le guste el cine. Un trusco.


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