Bienvenido a bordo, el paseíllo por el sur


Esto comenzó en Bienvenido a bordo, el comienzo

El segundo día era el de las visitas tanto a la fábrica de la empresa en los Países Bajos como al nuevo Centro de reparación de productos, lugares en los que se me puede ver de corpore insepulto con frecuencia porque son los lugares a los que yo voy, dependiendo de la presencia de mi jefe, que a veces está en uno y a veces en el otro y mi única razón para ir a la oficina es verlo y poder discutir cosas, así que salto de uno a otro según los vientos y eso me convierte en un bicho raro, ya que tengo tres puestos de trabajo, en tres oficinas distintas y tengo acceso a las tres, cuando lo normal es que la gente vaya a una sola. Eso hace también que conozca a un montón de gente, tanto de la sede corporativa como de la fábrica o el centro de reparaciones. Volviendo al relato, salíamos a las ocho de la mañana en guagua para Bolduque, así que tocaba madrugar y encochinarse con el desayuno del hotel, que yo estoy literalmente consumido y peso nada, pero eso no quiere decir que no me pueda jincar tres platos de comida, sobre todo cuando lo paga la empresa. A las ocho menos cinco, estamos casi todos en el vestíbulo del hotel, nos falta un chaval de la fábrica que conocí el día anterior y que se quedó bebiendo hasta el final conmigo. Como me había dado su número de telefonino privado, lo llamé pero no respondía y los organizadores lo llamaban al de la empresa y tampoco respondía.

Me acerqué a la recepción y les dije que quería hacer una cosa viejuna y que Genín y Virtuditas saben hacer y que quería hablar con una persona llamándolo al número de su habitación, a ese armatoste que ponen en la mesa de noche y que nadie usa. Por el nombre buscaron la habitación, llamaron y cuando respondió aterrorizado porque aquella cosa empezó a hacer ruido, le empeté: ¡Chacho! ¡Que nos vamos! y el colega entró en modo pánico porque con la moña que se cogió se acababa de despertar, así que le dije que tenía cinco minutos para llegar a la guagua e informé a las organizadoras que el pavo vendría a tiempo o algo así.

Según entró, cerraron la puerta y arrancamos. El que llegó tarde se sentó conmigo y me dijo que al llegar a la habitación se tumbó sobre la cama a escuchar música y le dio un jamacullo y lo despertó la cosa esa de la mesa de noche, que tanto su telefonino personal como el de la empresa se habían quedado sin batería. Pillamos un montón de tráfico saliendo de Ámsterdam, sobre todo porque era hora punta y porque llovia y el mal tiempo, suma kilómetros y aunque no llegamos a batir ningún récord, el acumulado de kilómetros de caravanas en todo el país superó holgadamente los mil kilómetros. Con el atasco y la lluvia, llegamos un pelín tarde a Bolduque, a la fábrica. Allí nos dividieron en dos grupos, según el sorteo del día anterior. A unos, nos hicieron la presentación de la fábrica por su director y después la visitamos dividiéndonos, de nuevo, en dos grupos. Nos dejaban hacer fotos y vídeos, que son espectaculares, con la condición de no compartirlos en NINGUNA red social, así que únicamente las personas que se arriesguen a oler mi mortífera carga de metano los podrán ver. Llevaré el telefonino a Gran Canaria en las navidades. La visita a la fábrica es muy entretenida. Después de salir, les tocaba al otro grupo y a nosotros nos tocaba la segunda actividad, que era una especie de juego o algo así, con preguntas sobre unos vídeos que nos obligaron a ver antes. Tras esto, llegó la hora del papeo y si el del día anterior fue terrible, el de ese día fue de llevar al Tribunal Penal de la Haya. Los españoles y los italianos estaban por echarse a llorar y algunos hasta fueron a la cantina a comprarse algo más de comida porque aquello no les molaba pero que nada.

Tras el papeo y la tertulia, fuimos en la guagua al centro de reparación, que también está en Bolduque y es casi tan grande como la fábrica en tamaño. Ese se abrió en enero de este año. Yo usé mi pase mágico para abrir la puerta y una vez dentro, volvió la segregación. Yo estaba en el primer grupo que visitó la parte en la que se hacen las reparaciones y no lo diré ni lo voy a decir, pero los vídeos que tengo son fabulosos e increíbles. Tras el paseo de cuarenta minutos le tocó al otro grupo y a nosotros nos tocó una presentación del director del centro, un portugués muy majo. Cuando ambos grupos acabamos, nos dieron cafelito con Los auténticos bolones de Bolduque, aunque estos eran los pequeños, que solo se pueden comprar por encargo y en lugar de los doce centímeetros de diámetro, deben tener cinco o así y es algo que se puede digerir. Tras esto la tropa se volvía al hotel y yo me quedaba allí supuestamente trabajando. Resultó que un español tenía familia en las cercanías de Utrecht y se me pegó como ladilla a güevo para ir conmigo a la ciudad y cenar con su familia. Hablé un rato con mi jefe y le expliqué que por las circunstancias de la vida, me piraba para llevar a aquel panoli y que supiera o supiese, que con una certeza infinitesimal, había ganado el concurso del día anterior y que básicamente, soy el puto amo a la hora de vender a la empresa y hasta a la madre que la parió. Todo eso con el español escuchando y alucinando. Fuimos en guagua a la estación de tren de Bolduque, en tren al centro de Utrecht y le di el tour exclusivo y fastuoso a la par que fabuloso del centro de la ciudad, en una hora y viendo cosas que jamás vería en ningún otro tour, como los Limes del Imperio Romano, el lugar por el que pasaba el muro que dividía el imperio romano de los bárbaros, o la iglesia que ahora es un gigantesco pub belga y que no se ve desde la calle, o el mega-aparcamiento de bicicletas más grande del universo conocido, con más de doce mil bicis de capacidad y que casi siempre está al cien por cien. El chamo lo flipó. Llegada la hora y ante su negativa a mear en uno de los meaderos que hay en las calles para los machos, que ya antes de salir del centro de reparación le había dicho que se echara un pís, tuvo que pagar setenta céntimos por usar un baño público y eso le dolió. Una vez me deshice del chamo, volví a mi keli y aproveché para ir a correr, cerrando de esta manera ese segundo día en el que en realidad, visitamos los sitios en los que trabajo habitualmente, pero por unas horas, tuve licencia para fotografiar con el telefonino de la manzana podrida y mordida que es una kaka que no veas, que por no poder, no se puede ni programar para que se apague solo.

El relato acaba en Bienvenido a bordo, el desenlace


8 respuestas a “Bienvenido a bordo, el paseíllo por el sur”

  1. Y viendo que el pobre chaval no llegaba, a nadie se le ocurrió ir a buscarlo directamente a la habitación? Ah! y lo de los pasteles esos de 5 cm. me parecen muchísimo más apropiados.
    Un día más que entretenido.

  2. Como él llegó por la mañana no teníamos ni puta idea de dónde estabas su habitación y estaba en otra parte del hotel, no en la nuestra

  3. Desde luego nunca hubiera pensado que te rebajaras tanto y te pusieras a averiguar por donde andaba tu jefe para seguirle a todos los edificios, para, obviamente, hacerle la pelota moruna y africana… 🙂
    Prefiero los dulces de 12 cm, y porque no hay de 20… 🙂
    Pues parece que terminarás dominando todo el cotarro, como de costumbre, no pierdo la esperanza de que encuentres a una bruja enemiga a quien hacer la guerra, así no dedicarás tanto tiempo haciendo turismo persiguiendo el culo de tu jefe por doquier y hacerle la pelota… 🙂 🙂
    Salud

  4. Yo no me rebajo. Trabajo para él y cuando tengo que solucionar algo, si lo tengo al lado, él hace la llamada y cierro el problema en 2 minutos y yo me llevo el crédito con el cliente. Puedo mandarle un correo, que leerá en 2 semanas y tengo un problema durante 2 semanas. Eso lo hacen dos colegas del otro grupo y no los veo muy felices. Al final, él está confiando en mí para un montón de cosas y no confía en los otros para nada. A mí me la suda ir a una u otra oficina, es una mesa que se puede levantar, una máquina de café y gente.
    Estoy invitado al almuerzo de Navidad con el CEO de la empresa en la sede corporativa, de la fábrica y el otro lado solo vamos él y yo, que llevo en la empresa dos meses. Yo diría que lo estoy haciendo muy bien. Hasta él flipó cuando se enteró que me invitaron. Le he tenido que explicar que yo ya he creado mi red de contac tos allí y la he hecho crecer a pasos agigantados. También estoy en la cena de Navidad de la fábrica y ya me han apuntado en el club social de la empresa. Seguramente en los próximos sesenta días, habré conocido a los cientos de empleados en los Países Bajos.

    Y quien dice que no hay bolones de 20cm. Tienen uno que llaman Bolón gigante que vale quince leuros y que dicen que alimenta al menos a seis julays de un tirón. viene a ser como un balón de balonmano.

  5. Ya sabes que bromeaba, ya has demostrado hace tiempo que las relaciones en tu trabajo las dominas con la punta del… dedo gordo 🙂
    Pues un bolón de esos me lo zampo yo y me quedo tan pancho 🙂
    Salud

  6. No, una tarta no es una mega bola de nata montada recubierta de chocolate o lo que se podría llamar un profiterol expuesto a substancias radioactivas. Eso no hay forma de comérselo con dignidad.