Buceando con tiburones y águilas marinas moteadas


El relato comenzó en Desde Utrecht a Guraidhoo

Yo desde que era pequeñito la ilusión más grande que tenía era la de bucear con las águilas marinas moteadas o la raya jaspeada si eres finoli y hasta se lo decía a Dolorsi cuando le venía a hacer las pezuñas a mi madre y eso que yo ni sabía que algún día bucearía. Después de la sabia decisión de no irme de parranda la noche anterior, que me dijeron que regresaron del barco del alcohol a las tres de la mañana, yo fui el único que se presentó a bucear y como yo quería fuimos a Kandooma Thila, mi tercera y espero que no la última vez allí. El mar estaba como un plato. yo y mi Dive Master llegamos y otros dos barcos acababan de terminar. El plan, si había corriente, era el de siempre pero parecía que no había corriente. Bajamos y aquello era un remanso de paz y vemos un tiburón y dos y tres y treinta y tres. Bancos de peces, atunes, era un festival y nosotros, en lugar de quedarnos en el lateral, como no había corriente bajamos al cáñal, con los tiburones, que yo ya le dije al Dive Master que trabajo con una japuta y a mí me da más miedo la obesa esa rubia asquerosa que un tiburón. Estábamos allí en medio de una orgia de tiburones cuando apareció un águila marina moteada y yo ya era feliz pero es que después vinieron tres más y subí para tenerlas a mi nivel y fue el acabose, un momento épico y legendario. Después de eso, tiburones por decenas, por centenas y por delante y por detrás. Uno de ellos tenía un anzuelo con sedal clavado en una de las aletas. Fueron los treinta y nueve minutos mejor aprovechados de los últimos cinco meses.

Salí brincando y cantando y al regresar, fui a desayunar y cantando el Macarena, aaaaarrrrrrhhhh. Para la segunda inmersión venían dos nuevas españolas, aunque una ya buceó en la nocturna del día anterior con nosotros y un español con doce inmersiones, básicamente, V-I-R-G-E-N. Como el pobre no podía, fuimos a donde la nocturna del día anterior, pero de día, que es un sitio fácil y bonito con sus morenas, sus corales, sus plantas, cangrejos y todo lo demás. Estuvo bien, pero chacho, después de lo anterior, aquello para mí era bajar a beber aire al fondo marino del agua del mar. Al regresar me fui con las españolas a almorzar, en el más pijos de los tres bochinches de la isla y ya les avisé que había que ir con tiempo porque son lentos preparando y sirviendo, pese a que fuimos los primeros clientes. Antes de eso tuve tiempo para media hora de playa. La tercera inmersión fue en Kandooma’s Corner, mismamente en la misma zona que la primera pero fuera del canal, en un ángulo. Yo no me esperaba mucho y realmente me daba igual pero consiguió sorprenderme. Vimos las morenas habituales, tortugas en abundancia, atunes, al menos dos Napoleones y tiburones de punta de aleta blanca de los pequeños, incluyendo un bebé escondido debajo de un coral. En un punto determinado, las pavas, que iban con su Dive Master, tiraron para arriba y el mío me dijo de seguir por allí para ir a ver unas cavernas. Estábamos de camino cuando aparecen dos águilas marinas moteadas, espectaculares y relativamente cerca. Me entró el frenesí, empecé a nadar como un poseso y conseguí ponerme a su altura para hacer un vídeo épico y legendario y verlas prácticamente mirándonos a la cara. Me dejé seguramente treinta bares de oxígeno en el esfuerzo y mordí con tanta fuerza la boquilla para tomar el aire que partí uno de los puntos que muerdes para mantenerla en la boca pero MERECIÓ LA PENA. Otro momento tan épico como el de la mañana. Después fuimos a las cuevas, fastuosas y muy interesantes y hasta el Dive Master me hizo un vídeo conmigo entrando en la cueva y para cuando salimos, yo seguía exaltado como evangelista en sus falsas misas. Toma, toma y toma, tremendo día cristiana.

Después de eso, me fui a la playa a tomar el sol una hora, después a hacerme la caminata diaria, me premié con un helado corneto, recordándome que no quiero ser obeso como algunos comentaristas y ya por la tarde, quedé con los argentinos para ir a cenar, que ellos se van de la isla el viernes a primera hora y hoy se habían ido de excursión a otra isla. En resumen, un día fabuloso.

El relato continúa en Prácticamente al final de la semana de buceo

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Una respuesta a “Buceando con tiburones y águilas marinas moteadas”

  1. Y lo mejor de todo es que no has servido de comida a los tiburones, con lo que los pobres no se han envenenado… 🙂
    Salud