El relato comenzó en Un viaje a Granada via Málaga
La mayor parte de la gente que tiene una bitácora y a la que le preguntáis el por qué lo hace, responderán con hipocresía con estúpidas razones, entre las que seguro que alguno incluye la Paz Mundial, ese ente abstracto que arruinaría la industria armamentística de varias primeras potencias si llegara a suceder. Muchas de esas personas mentirían ya que en realidad les mueve el dinero, el creer que se pueden hacer ricos o al menos conseguir un montón de pasta con un poco de esfuerzo al día y mejor aún si es a base de copiar y pegar. Para unos pocos, entre los que me excluyo e incluyo, la motivación es el entretenimiento, el pasar un buen rato y además, escribir el libro que quiero leer o las historias que me apetece ver. Como nadie las suministra, me monto las mías y después me paso las dos semanas siguientes leyéndolas y riéndome.
Elaborar esas historias no es algo que salga en un pis-pás y como diría yo mismo «de la punta de la polla«. En realidad el proceso surge casi siempre de un suceso real, en este caso un viaje y después se va moldeando según las mareas, la fase lunar, mis ganas y mi voluntad. Hay eventos que dejo pasar sin fijarlos en mi diario y otros que marco casi con ensañamiento. A priori nunca se sabe si lo que hago esta noche será o no uno de ellos y tampoco me preocupa demasiado, ya que mi primera prioridad es vivir y lo de contar viene después. Hace justo un año estuve en Oporto y en Galicia y no hablé nada de ese viaje y sin embargo de mi fin de semana en Málaga han salido ya tres anotaciones y habrán más, incluyendo la de hoy. Desconozco la razón, simplemente aquello que se combina para que en mi cabeza una idea pase de los niveles inferiores y subconscientes a los niveles superiores y culmine plasmada en algún medio de comunicación no se dispararon y aunque lo forzara esta noche, no saldría nada. Centrándome en el viaje a Granada, las 72 horas que pasamos allí han creado un caldo de cultivo increíble del que han surgido un montón de cosas y otras que no llegaré a escribir pero con las que me he reído un montón con mis amigos, tanto al contarlas como al vivirlas.
Uno de mis problemas a la hora de cuajar las líneas de pensamiento es que me llegan en el momento más inoportuno y si no detengo aquello que estoy haciendo y me centro, las pierdo o cuando las intento recordar no son tan buenas como aquellas que surgieron originalmente. Por suerte, la tecnología ayuda a paliar este problema y tener un iPhone y haber sido bendecido por la manzana mordida ayuda mucho. Doy gracias a ningún Dios por no haberme castigado con una cagada de esas que funcionan con Android y por permitirme usar la tecnología sin complicarme con ella, por poner en mis manos un dispositivo mágico y divino que funciona. Así, aunque muy pocos se lo crean, puedo estar yendo en bicicleta o estar en la estación de tren, recibir la inspiración divina y a falta de las comodidades que te dan un teclado y una pantalla grande, grabar la idea para no perderla. Es algo que hago a menudo y que más tarde elaboro, modifico, altero, manipulo, distorsiono y finalmente llega a la bitácora en forma de anotación.
Hoy nos zambullimos en el como se hizo la anotación Yendo a la Alhambra y presentamos dos documentos espeluznantes. Como digo, yo escribo para divertirme y no para divertir a los demás. Me cuento las historias a mí mismo y me lo paso pipa. No es raro el verme riéndome sin que se sepa muy bien la razón y si alguien pudiera espiar en el interior de mi enorme cabezota, descubriría una vocecilla que me cuenta las cosas para pasar un buen rato. Como esa voz no entiende de momentos adecuados, el otro día me pilló en la estación de tren de Hilversum cuando iba a regresar a casa. Estaba con la Dolorsi, esa bicicleta legendaria que me acompaña tan a menudo y el tren ya estaba a punto de llegar a la estación. Como las ideas no esperan, arranqué rápidamente la aplicación Springpad y añadí una nueva nota de voz. Lo que vino a continuación fue algo parecido a una conversación telefónica, solo que hablo conmigo mismo. En ese momento yo caminaba por el anden número 1 de la estación, con la bicicleta, hablándole al teléfono y al mismo tiempo pendiente de las pantallas que indicaban la hora de llegada del tren.
Para aquellos más retrasados como un servidor, si lo equiparamos al Modelo OSI, pensad en esto como en un atisbo a lo que sucede en el nivel 6 mientras que la anotación Yendo a la Alhambra sería lo que se ve en el nivel 7. En el nivel 5 están parte de mis pensamientos y en los inferiores no queremos ni saberlo.
Aunque a muchos seguro que les entra ganas de más, que sepan que esto no va a ser la norma y que ni aunque me regalen un micrófono chulísimo me voy a poner a dejar clips de audio ni a hacer mi propio Podcast, que ya sé que sería el mejor podcast sin premios en castellano pero no lo necesito para mi ego y ya me falta el tiempo tal y como estoy. También advertir que la calidad del audio deja mucho que desear porque aunque instalé el Audacity y traté de mejorarlo, la puta aplicación la hacen frikis que se creen que a todos nos gusta pulsar mil botones y tener diez mil parámetros para configurar y me cansé después de tres minutos y la desinstalé, que lo único que yo quería era igualar el nivel de sonido, quitar ruido y listo. Al final como no se me ocurría ningún lugar de hospedaje de clips de audio y no me da la gana ponerlo en mi servidor, he optado por añadirle una cutre-imagen que hice en Granada y lo he subido al llutuve.
Después de haber escuchado algo tan estremecedor y que si ahora volvéis a leer la anotación Yendo a la Alhambra veréis como fue manipulado, distorsionado y evolucionó hasta el producto final, tenemos otro clip que se oye algo mejor y que también está relacionado con la misma anotación. En el primero cubro hasta la llegada a las taquillas de la Alhambra y el segundo la parte en la que hacemos cola y compramos las entradas. Que sepan que hay 8 clips más pero dudo mucho que los use. En el segundo ya estaba dentro del tren y el ruido son los habituales en ese tipo de transporte, aparte de la gente a mi alrededor flipando en colores.
Y ahora, a reflexionar un poco. ¿Tienes imaginación? ¿Te montas tus propias películas?
El relato continúa en No podíamos parar de reir
5 respuestas a “Como surgió Yendo a la Alhambra”
Yo corro, pero en la playa victoria que alli no se pierde ningun glamour jajaja. Besitos!
Que buenísimo!!! Con el primer clip de sonido pensé que me meaba de la risa, ya no recordaba ese «asentillo canario» y que hablas tal cual escribes… menos mal que estoy sola en el despacho, porque entre los altavoces a cañita brava y mis risas… me ha encantado!!
Waiting, al menos despues de decir lo de las sandías, rebaja un poco y dice que calabacines… lleves la hortaliza que lleves, yo sigo pensando que no serás reina, pero al menos debes ser princesa, reguapa! 😉
Virtuditas,
Reina en mi casa, no lo puedo evitar. Y reguapa tu! 🙂
¿Yo no he comentado aquí?
Por lo visto no.
Pues he disfrutao un montón!
Salud
Por cierto, hace tiempo que estoy buscando grabarme para ponerlo en mi blog, y no me ha funcionado nada de lo que he intentado.
Salud