Cuando todo salió mal y hasta peor


La rutina de las visitas a Gran Canaria la tengo super-híper-mega currada, que en veintipico años debo tener unos cien viajes en esa ruta y creo que el de esta ocasión acumula todos los récords. La cosa empezó muy bien, compré mi billete de ida, con Transavia, para ir el viernes por la tarde y así estar en Gran Canaria en la noche de San Juán, algo que creo que no he hecho en al menos diez años. El plan se fue al carajo un mes y medio más tarde cuando me mandan un mensaje los de transavia avisando que el vuelo se había cancelado y que los llamara para alternativas o devolverme la guita. Llamo y me ofrecen el viernes a las siete de la mañana, el sábado a las siete de la mañana y el sábado por la tarde, que fue el que escogí. Yo en ese momento no lo sabía pero tanto el vuelo de la mañana del viernes como el del sábado fueron cancelados posteriormente. La razón la tiene la falta de aviones, que tienen cinco aviones pendientes de reparación y las empresas que les vendieron los motores no tienen piezas de repuesto y se han quedado sin ellos y no han conseguido alquilar en el mercado, con lo que han cancelado cientos de vuelos durante el verano y eso ha afectado a miles y miles de julays, un tremendo drama que viven los neerlandeses en silencio.

Como mi vuelo del sábado seguía activo, yo tranquilo y el jueves me mandan un mensaje para que facture, que lo hice y ya aprovechando entré a facturar el vuelo de regreso, que era con Buelin porque tienen mejores horarios y son más baratos y cuando entro en el programa de esa aerolínea, veo un mensaje diciendo que acepte el cambio, así que los llamo y me dicen que mi vuelo también se suspendió y que la alternativa en la que me han colocado es ir a truscoluña el sábado a las siete de la mañana, pasar en el aeropuerto truscolana casi cinco horas y después seguir para Ámsterdam y o la acepto, o que me den, así que la tuve que aceptar y por supuesto, cuando me pusieron en la encuesta sobre lo bueno que fue su servicio telefónico, voté a todo con un 1, que es lo mínimo que les puedes dar.

Y así llegamos al vuelo del sábado. Me levanté temprano para ir a correr, desayunar, regar las plantas con agua de cáscaras de pepino, que dicen que es mano de santo con vitaminas y minerales, que para mis limoneros que no dan limones yo les doy lo mejor y a las once salí de mi keli con la maleta, que en este viaje llevo maleta facturada para aprovisionarme para la segunda mitad del año. Pillé la guagua a la estación de tren y allí cogí el tren al aeropuerto, con todo funcionando perfectamente. En el aeropuerto fui a facturar, que en los vuelos de KLM y transavia es una actividad futurista que se hace sin julays adicionales, tú mismo en una máquina consigues la etiqueta y se la pones a la maleta y la maleta desaparece de manera mágica y maravillosa en unas jaulas de un futuro muy cercano, algo que todavía confunde a los panolis que no encuentran a las julayas que hacen esas tareas en otros aeropuertos. Subí a pasar el control de inSeguridad y me tocó control aleatorio de bolsa para ver si consumo drogas o así. Después de la decepción tan grande que se llevó el segurata, entré en el aeropuerto y me fui a la zona del avión a esperar el embarque, que comenzó con quince minutos de retraso.

Al final salimos con media hora de retraso porque según nos dijeron, los de la gasolinera tardaron en llegar porque tienen poco personal y los que meten las maletas en el avión también llegaron tarde por falta de aún más personal. Según acabaron las dos tareas, el piloto quitó el freno de mano, pisó el acelerador y despegó. Toda esa parte fue sin problemas y después el piloto nos dijo que en lugar de la ruta habitual por Portugal, que bajaríamos hacia Cádiz o algo así, que teóricamente no afectaría a la duración del viaje. En el avión iba una cantidad ingente de chandaleros de Gran Canaria que habían ido de viaje de fin de curso a Amsterdam y gracias a las dos pavas que se sentaron a mi lado, descubrí una nueva palabra del idioma, la fotopolla, que al parecer es lo que algunos de los pavos les mandan a las pavas por el Güazá para que ellas evalúen y consientan a chingar o si hay suerte, supongo que ellas mandarán la fotochocho, que no veas como ha avanzado el mundo y estas nuevas generaciones. Ellas estaban allí alegando asumiendo que yo no me enteraba de nada.

En un punto determinado, ya cerca del aterrizaje, notamos que el avión empieza como a planear, ese instante en el que el piloto cambia de vuelo pa’lante a maniobra de aterrizaje. Dos minutos más tarde las azafatas estaban como frenéticas por la cabina, como super-hiper-mega ocupadas, algo que me pareció curioso. Un poco después el piloto dice en neerlandés que el ordenador que se encarga de todo se ha escoñado o algo así, que hay un mensaje de error y que el libro gordo de Petete dice que cuando sale ese mensaje, hay que rezar y tocar tierra lo antes posible y en el aeropuerto más cercano, que en nuestro caso era el de Lanzarote, así que ya avisó a Lanzarote de nuestro inmediato accidente y vamos cagando leches pa’llá. Después lo dijo en inglés pero las pavas estaban a su bola despellejando a una pelandusca y como que lo notaron, aunque cuando vieron a las azafatas corriendo a sentarse sin importarles un carajo si la gente llevaba el cinturón puesto o habían levantado las persianas de las ventanas como que se mosquearon y a gritos le preguntaron a otra que pasaba y cuando la otra les dijo que teníamos un aterrizaje de emergencia en Lanzarote, ahí fue cuando se acojonaron y una empezó a gemir como mula de parto y a decir que veía la luz al final del túnel y no iba ni a poder ponerlo en su istagrame, hasta que la otra le dijo que era una totorota y que la luz que veía es la que está por encima de ella que la encendió hacía un rato. Ahí fue cuando me miraron y me preguntaron en inglés si sabía que pasaba y les expliqué en canarión que nuestra debacle era cierta y que el piloto dijo que el ordenador que sabe aterrizar el avión estaba escoñado y las íbamos a pasar putas, aunque mirándolo por el lado positivo, en el mejor blog sin premios en castellano tenemos la primicia de un aterrizaje en el aeropuerto conejero, que nunca antes lo hemos tenido. En el aeropuerto nos reservaron una zona alejada de todo para cuando el avión implosionara como submarino de juguete a tres metros de profundidad y tras el aterrizaje, con todo el mundo rezando a sus dioses y yo grabando el vídeo y pensando que igual el Ancestral no lo verá, que además, hay quince horas de vídeos de buceo por delante, con lo que este vídeo es prácticamente para el final del otoño. Al aterrizar no nos dejaron salir del avión y una azafata nos dijo a todos que iban a apagar y encender el ordenador y que si arrancaba bien, que seguíamos para Gran Canaria y si volvía a dar un error, pues que tendríamos que ir en barca o patera al día siguiente. Entró un técnico al avión y después de media hora el piloto dijo que iban a volver a apagar el ordenador, a encenderlo y que había que esperar veinte minutos y si el sub-intelectual que entró se quedaba contento con lo que veía, continuábamos el viaje. Media hora más tarde nos dicen que vamos a despegar pero que primero el piloto compró quince leuros de gasolina porque no teníamos para llegar a Gran Canaria. Después de los treinta segundos de repostaje, encendió de nuevo los motores y tiramos para despegar, con lo que también tenemos despegue desde la isla conejera.

Todos estábamos prestando atención al túnel y a la luz pero despegamos sin problemas y después como el avión volaba bajo, hice vídeos en los que se puede ver la isla de Lobos y algo de Fuerteventura. Un rato más tarde y como veníamos tan bajo, como que nos dejaron aterrizar como los bintre de alquiler, en corto y el tío pegó un volantazo, bajó en picado y casi tres horas sobre la hora prevista, aterrizamos en Gran Canaria con ovación al piloto, aunque te queda el mal yuyu que el avión no lo han arreglado, que apagaron y encendieron el ordenador y el problema puede volver, pero mira, que se jodan los que van hacia los Países Bajos.

Salimos del avión en tromba por si explotaba, recogí mi maleta y para la ciudad de las Palmas, en donde llegué a las diez de la noche.

Resumiendo, mi vuelo de Ámsterdam a Gran Canaria se transformó en uno de Ámsterdam a Arrecife y otro de Arrecife a Gran Canaria. Tengo también documentos espeluznantes pero que tendrán que esperar a que esté de vuelta para ponerlos. Lo malo es que nunca me llegué a enterar de quién fue el que mandó la fotopolla.

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5 respuestas a “Cuando todo salió mal y hasta peor”

  1. Eso me recuerda cuando tiene uno problemas de conexión a internet y te dicen que enciendas y apagues el rúter a ver si se acomoda la cosa…:)
    Yo estaría bastante acojonado
    Salud

  2. Cagonlaleche! y yo! Pero aquí el sulaco habla de los demás del avión pero no de sus propios acojones, que los tenía segurito!

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