Cuatro chaquetas


Cuando emigré a los Países Bajos, fue en verano, que es la época en la que la temperatura se puede parecer más a la existente en las islas Canarias, así que no fue hasta septiembre cuando comencé a notar que aquí arriba las cosas eran diferentes al noroeste africano y me vi en la tesitura de comprarme ropa de abrigo, algo que hice en cantidades industriales, con pullovers, suéteres, camisetas de manga larga, polares y todo lo que pillaba. También compré chubasqueros y creo que hasta amagué con un abrigo o algo así, pero para noviembre, ya me quedaba claro que había que hacer algo más drástico y fue cuando me compré mi primera chaqueta para invierno, una tres en uno de la marca Columbia. Recuerdo que era fastuosamente roja y que pesaba un montón, pero que un montón, varios kilos. Al ser una 3 en 1, en realidad constaba de una parte impermeable exterior, una especie de polar interior, también con cremallera y que se podía adosar a la exterior usando las cremalleras, con lo que podía usar las dos por separado o juntas y de ahí, por si alguno aún no lo ha captado, es de donde viene el concepto de chaqueta 3 en 1. Aquella chaqueta abrigaba muy bien en invierno y en primavera, me deshacía de la parte interior y podía seguir usándola. Cuando iba a Gran Canaria, arrastraba todos aquellos kilos encima de mi. Me duró varios años y comencé a pensar en abandonarla cuando la protección contra la lluvia empezó a petar y la cremallera se escoñó, pero fácilmente me duró unos seis años, según puedo ver mirando mis fotos del pasado. Antes de que muriera, comencé a buscar alternativas y encontré otras del estilo 3 en 1 de la compañía The North Face que me gustaban. Al final lo apañé con mi tío gringo, porque allí con la diferencia de precio y el cambio del dólar al leuro me ahorraba una pasta y me trajo mi segunda chaqueta de invierno, una que era azúl y negra y que tenía un anorac interior fabuloso y gris. Lo primero que noté fue la diferencia de peso, aquella pesaba fácilmente kilo y medio menos que la otra. También descubrí que podía fijar con las cremalleras la parte interior de mi vieja chaqueta en la nueva. La tercera cosa que me maravilló fue que el anorac interior, si no llovía, me protegía perfectamente de temperaturas muy cercanas al cero o hasta negativas y hasta el día de hoy, sigo usando ese anorac en esas circunstancias y por ejemplo, hoy mismo me lo he puesto con cuatro grados para ir a caminar y no he pasado frío. Mi nueva chaqueta tenía multitud de bolsillos y cumplía su función perfectamente, pero tras unos tres años la cremallera de la parte exterior se escoñó y tuve que llevarla a unas costureras para que me pusieran otra, con la que seguí unos años. Salvo por el problema de la cremallera, aquella chaqueta me gustó un montón y cuando le comenzaron los problemas para repeler el agua, de nuevo tuve que buscar una alternativa, pero esa vez opté por comprarme solo la parte exterior de otra chaqueta de la misma marca, con lo que podía seguir usando mis otras dos chaquetas interiores y en esa tercera ocasión, que fue hace siete años, opté por el color negro, totalmente negra.

Tras cuatro años de uso intensivo, la cremallera volvió a romperse y aprovechando una visita a Gran Canaria, mi madre la llevó a cambiar. Ya en esa época, mirando en las internetes, en donde es fácil leer grandes verdades como que truscoluña no es nación, descubrí que la principal queja de la gente que se compraba las chaquetas de esta marca era lo malas que son sus cremalleras, con lo que no era por mala suerte sino que es un problema en la calidad de los componentes, o quizás una opción hecha a conciencia para que tengamos que comprar otra y así seguir teniendo compradores. Pasaron los años y llegamos al 2023, cuando ya comencé a notar que la protección contra el agua empezó a fallar y cada vez que me pillaba un buen chaparrón, podía terminar con los brazos empapados, algo que no es nada agradable cuando ese agua está a pocos grados sobre cero.

Tengo amigos en los Países Bajos que en los veintidós años que llevo aquí, siguen usando la misma chaqueta y no entienden como yo las quemo tan rápido, por más que les explico que al ser culocochistas, como otros que no voy a mentar por su alta sensibilidad, ellos se la ponen para ir de la keli al auto y del auto a la oficina, distancias casi siempre medidas en metros y el tiempo de uso medido en unidades inferiores al minuto, mientras que il Scelto prácticamente la usa como una tercera piel, se la pone para ir en bicicleta al centro, que son quince minutos, o al cine que está más lejos, que está a veinticinco minutos, o para ir a caminar, para ir a pedalear, para ir a trabajar y para cualquier acción que implique salir de mi casa. Prácticamente la uso los doce meses del año, ya sea en su versión combinada, o solo la exterior, o solo la parte interior. Por eso para mí es un elemento de mi armario muy importante, o más bien, crítico. Hay dos semanas cada año en los que te puedes ahorrar una pasta al comprarte otra. Tenemos la semana en febrero en la que las tiendas reconocen que el invierno, en lo relativo a vender ropa, ha terminado y la semana en octubre en la que las mismas tiendas, hacen también mega-rebajas antes del invierno. La semana pasada fue la primera de esas semanas y como mi chaqueta ya me mojaba un poco por dentro, miré lo que había en el mercado y aunque estaba tentado en seguir con la misma marca, tras leer comentario tras comentario de usuarios quejándose de la mala calidad de sus cremalleras. Al final elegí una de Jack Wolfskin, una marca alemana muy popular por los Países Bajos. Tenían una oferta espectacular con una de sus chaquetas 3 en 1, en esta ocasión, en colores azul y azul tirando a verde. Volví a medirme por todos lados para asegurarme de comprar la talla adecuada, la pedí y me llegó al par de días. Lo primero que noté es lo ligera que es, entre mi primera chaqueta y esta última hay un montón de kilos de diferencia. La parte interior vuelve a ser una chaqueta polar y la exterior es prácticamente un chubasquero, solo que uno que te permite transpirar hacia afuera pero corta el viento y el frío exterior. Pierdo en el número y en el tamaño de los bolsillos pero al parecer, ganó en la calidad de la cremallera, o eso espero. Si en veintidós años y medio he usado hasta finiquitar tres chaquetas, esta me debería llevar hasta el final de esta década, con lo que espero no tener que pasar por el proceso de selección, decisión y compra en al menos siete años.

Ahora, como en las veces anteriores, viene el dilema. ¿Qué hacer con la vieja? La primera y la segunda estaban tan quemadas, que lo de donarla en los contenedores de ropa me parecía un delito, por no mencionar que me quedé con las chaquetas interiores, que esas las sigo usando porque al no estar expuestas a la lluvia, no se desgastan y aguantan mucho mejor. Tengo claro que no volveré a usar la vieja, que para mí, tener una protección prácticamente total en el caso de la lluvia no es opcional, es algo obligatorio.


5 respuestas a “Cuatro chaquetas”

  1. Me puedo hacer una idea de como es, pero una foto dice mas que mil palabras.
    He entrado en The North Face, pero pone que son para viento, para agua, pero…. no sé si llevan varias capas.

  2. Un poquito de por favor, una búsqueda en duckduckgo o en el googlevil de chaquetas 3 en 1 mujer u hombre da resultados visibles. Por supuesto, hay que hacer click en algún enlace para ver todas las fotos de la chaqueta y ver la chaqueta que va unida por dentro a la otra con cremalleras

  3. Cuatro chaquetas en 22 años, nadie podrá decir que en ese sentido no eres ecológico…

  4. Virtuditas, los culocochistas me dicen que soy un derrochador, que ellos le sacan un mínimo de 10 años a las chaquetas, algunos hasta 15 y en ese tiempo ni las lavan. No es lo mismo caminar del aparcamiento a la oficina y a la casa que ir a la estación en bici y después hacer otro recorrido en bici de 15 minutos en el destino y usarla durante 1 hora caminando a la hora de comer.