De paso por Bolonia


La escapada que planeé para finales de febrero me volvía a llevar a Italia, país que me gusta por cualquier lado. Como las líneas aéreas de bajo costo juegan con un billete barato y otro para encularte, yo contraataco pillando vuelos sueltos y saltando de una a otra sin lealtad alguna. Así, en esta ocasión volé a la ciudad de Bolonia, en la cual estuve el año pasado y me compré un regreso por Pisa y entre una y otra, elegí Florencia y Siena como los lugares a explorar. Mi vuelo era el jueves al final de la tarde con lo que preparé la mochila desde el miércoles y el jueves por la mañana salí directo al trabajo con mi equipo básico de supervivencia para tres días fuera de mi casa. Esa lista está muy trabajada, es muy mecánica y se asegura no solo de que no se me olvide nada sino de no llevar cosas innecesarias. En mi casa, lo dejé todo preparado para la visita de la mucama, la cual se pasaba por allí al día siguiente y como siempre, me fui en bici a la estación. Sobre las tres y media de la tarde me escaqueé de la oficina, volví en tren a la ciudad de Utrecht y desde allí conecté con el Intercity que me llevaba hasta Eindhoven. La sincronización en este caso era muy pero que muy importante ya que iba a llegar al aeropuerto con poco más de una hora antes de la salida del vuelo, algo que no me gusta ya que no te deja margen alguno para dramas que pueden suceder y en ocasiones suceden. Todo fue tal cual estaba organizado y tras llegar a Eindhoven pillé la guagua 400 hasta el aeropuerto, el nuevo servicio directo que no para en ningún otro lado, como sucede con la línea 401, pero que tarda exactamente el mismo tiempo porque en lugar de ir por carreteras sólo para guaguas, usa una ruta convencional y depende mucho del tráfico.

En el aeropuerto, pasé el control de seguridad y me senté a esperar que anunciaran la puerta de embarque. Fui el primero en la cola para recoger las tarjetas y el primero en entrar al avión y para cuando llegaron los demás, yo ya estaba apoltronado en mi sitio, no muy lejos de la puerta trasera, ya que conociendo el aeropuerto de destino, sabía que no conectan el avión a la terminal con pasarela. Ademas y haciendo uso de algoritmos secretos que están incrustados en mi cabezón y no comparto con nadie, calculé el asiento sobre la base de un criterio que me garantiza con una certeza del cien por cien que si el avión no se llena, el asiento de en medio no será ocupado, como finalmente sucedió. Despegamos exactamente a la hora prevista y nos dijeron que el vuelo sería corto gracias al viento. Al aterrizar en Bolonia, salí escopeteado de la terminal hacia la guagua, compré mi billete de precio abusivo y hasta me apalanqué en un asiento. En Bolonia, ir del aeropuerto al centro de la ciudad, que está a unos cinco kilómetros, te cuesta seis leuros en guagua y en taxi la bajada de bandera la tienen en diez leuros. Aprovechan para mantener a mucho mangante gracias a las frecuentes ferias que hay en esa ciudad.

Mi hotel estaba a unos dos kilómetros y trescientos metros de la Estación Central de Bolonia y tenía el pomposo nombre de Grand Hotel Elite, aunque me queda la duda del significado de la última palabra ya que el edificio está pidiendo a gritos descarnados una renovación, aunque por treinta leuros y para pasar la noche me la traía al fresco. Para hacer algo de ejercicio y controlar que al día siguiente no hubiese sorpresas decidí ir caminando a la estación y calcular el tiempo que tomaba. Es un paseo agradable y que hice en dieciocho minutos.

Basilica di San Petronio

Basilica di San Petronio, originally uploaded by sulaco_rm.

Una vez allí, la veleta giró hacia el centro turístico y me picó la curiosidad por ver si se gastan algo de guita en iluminar los edificios más representativos, los cuales están a unos dos kilómetros de la estación de tren y a la misma distancia de mi hotel, con lo que me embarcaba en una aventura que me llevaría a realizar más de seis kilómetros. Este tipo de cosillas, en Nápoles, supondría jugarte la vida ya que una vez oscurece, la ciudad es sencillamente peligrosa y tienes que caminar solo por zonas muy determinados. Bolonia parece otro país, es segura y las galerías bajo los edificios y que cubren las aceras la hacen un sitio muy bueno para andar. Por supuesto, descubrí que no me perdí nada la vez anterior ya que podemos ver que la Basilica di San Petronio está malamente iluminada. No recuerdo si vimos alguna foto en el relato del anterior viaje por allí pero aquí se puede ver que nunca acabaron la fachada, se les acabó el dinero o el mármol y se quedó de esa guisa, esperando que un jeque villano de Omán o país de criminales similar les pague lo que les falta a cambio de un cartelón que mencione a sus aerolíneas o las ventajas de vivir en sus sociedades sin libertad.

Palazzo D'Accursio de noche

Palazzo D'Accursio de noche, originally uploaded by sulaco_rm.

Girándome noventa grados y prácticamente sin moverme hice la foto del Palazzo D'Accursio y con eso se acaba el censo de edificios malamente iluminados de noche en Bolonia. Regresé al hotel gracias a las fabulosas indicaciones del NOKIA HERE, el mejor, repito, el mejor programa de navegación fuera de línea hecho nunca para dispositivos móviles y que no está disponible en los de la manzana mordida. Al día siguiente mi tren salía de la ciudad tres horas antes de la hora Virtuditas y me llevaba en algo más de media hora a Florencia con alta velocidad y en un tren que no es de la compañía ferroviaria estatal italiana sino otra que usa las vías y tiene servicios mucho más económicos.

El relato continúa en Pasando el día por Florencia

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9 respuestas a “De paso por Bolonia”

  1. No era un hostal, era un hotel con su recepción y todo. Algún día, cuando se me agoten todas las series iniciadas, sacaré del baúl de los recuerdos las fotos de todos los lugares en los que me he quedado desde que tengo cámara digital y haré una serie épica sobre los mismos.

    En Siena me quedé en un B&B, que básicamente era un piso de cinco dormitorios en un edificio que controlaba una señora desde la planta baja y ahí sí que se notaba la diferencia. Pese a ello, estaba mucho mejor, sobre todo porque en mi piso no había nadie y lo tenía todo todito pa’ mi solo.

  2. Pues me parece que sería el comienzo de una serie muy interesante.

    Yo no paro de flipar con las enormes diferencias que puedes encontrar en Londres con un presupuesto similar.

    Desde hoteles normalillos hasta antros donde te instalan un baño con ducha debajo del hueco de una escalera. Y tan minúsculo que podrías «hacer tus cosillas» a la vez que te vas duchando! 🙂

  3. Iván, no le des pie a sulaco para hablar de sus «cosillas», que a este se le sueltan los dedos al teclado muy facilmente y cualquier día nos pone hasta foto, que es lo único que le falta para acabar de darnos su información escatológica!

  4. ¿Has visto sulaco? Ya hay una gran expectación por la nueva serie fotográfica!

    Virtuditas, la verdad es que yo también pienso que a veces se regodea en un exceso de información. Creo que a todos nos basta leer algo como «tras un gran desayuno, me fui a la estación…» en vez de «tras un gran desayuno y una jiñada no menos épica, me fui a la estación…»

    Pero bueno, ése es el sello de autor de la mejor bitácora sin premios en castellano jajaja

  5. Pues yo creo que el poner lo de la jiñada es imprescindible, es que las cosas con o sin jiñada son diferentes y nos influye en nuestro comportamiento de forma decisiva… 🙂
    Salud

  6. Por ahora, lo de ver los sitios en los que me quedo no sucederá. Ya tengo un blog demasiado complicado. Hoy he tenido que escribir entre actividades y mañana no sé ni como lo haré, ya que del trabajo me voy directo al cine para una sesión doble.