El día de las morenas y las tortugas


El relato comenzó en Desde Utrecht a Guraidhoo

Merece la pena recordar que bucear es super-hiper-mega sacrificado, que no es la vida feliz de Virtuditas levantándose allá para su hora y tal y tal, que esto requiere de ir pronto porque los bichos gustan de hacer el espectáculo a primera hora, sobre todo cuando se trata de tiburones, aunque además de la hora hay que tener en cuenta mareas, corrientes y todo lo demás. Hoy al llegar al club de buceo había un nuevo chamo que venía con nosotros, concepto que incluye a la argentina y al Elegido. Para la primera inmersión eligieron un lugar llamado Loshfushi Kandu. Llegamos al lugar y nos lanzamos y justo esta mañana los tiburones como que no quisieron pasar por allí pero vamos, que vimos varias tortugas, que siempre son espectaculares y muchas más morenas, de al menos cuatro tipos que dada mi ignorancia, no puedo repetir, aunque una de ellas fue la honeycomb, que tiene unos lunares o manchas muy bonitas. Además vimos un pedazo de atún que me dio una hambruna del copón, que yo todavía no había desayunado. El símbolo submarino para avisar que hay un atún es el de abrir una lata y esto no es cachondeo, es real como las fakenews de la vida misma. El nuevo iba raro pero es que al salir comenzó a potar en la cubierta del barco y nos temimos lo peor, bueno, yo no que eso también es contenido para el mejor blog sin premios en castellano y si la palma allí mismo, nos vemos en el blog la movió la con los vídeos que habría hecho. No sabemos si ha muerto porque ya no siguió buceando. Tras esta primera inmersión, fui pitando a desayunar y la segunda, ya con el equipo habitual, era en Back Guraidhoo. No sé ni que fuimos a ver allí pero lo que fuera, no lo vimos pero lo que sí que nos encontramos fue una cantidad dantesca de morenas, de todos tipos y tamaños, a veces hasta en grupos de dos. Aquello era una morenería, por allí también pasó un tiburón de punta de aleta blanca pero cuando vio tanta morena se piró. No sé ni cuantos vídeos de morenas tengo pero es increíble. Al salir, primero me fui una horita a la playa y después fui a almorzar y me encontré allí a los argentinos. La comida no me sentó muy bien pero llegaremos a eso más tarde. Tras el almuerzo venía la tercera y última inmersión del día, en este caso, lógicamente, a Cocoa Córner, en donde igual veíamos tiburones. Solo vimos dos y pequeños pero nos dimos un empacho de tortugas, enormes, gigantescas y mastodónticas y de morenas, que no se acaban en esa zona y claro, como esta gente no sabe que se pueden comer fritas, pues los bichos se reproducen que no veas. También pasó un Brouwers gigantesco.

Al salir, volvimos a tierra, apalabramos el día siguiente, en el que haremos también una nocturna y cuando iba caminando a mi Keli, mi estómago avisó. Se activó el mecanismo ese que hace que las ganas de jiñote sean inversamente proporcionales a la distancia y según me acercaba, las ganas iban aumentando y hubo un instante en el que pensé que no llegaba y me cagaba allí mismo. Finalmente, haciendo un paso de procesión de Semana Santa, fui acortando la distancia, abrí la puerta y perdí la dignidad corriendo al retrete y puedo confirmar y confirmo que el almuerzo salió enterito. Una vez me recuperé emocionalmente del trauma, me fui a la playa una hora y antes de la puesta de sol hice mi paseo de rigor por el islote, que ya me conoce todo el mundo. Lo de la cagalera me dio con la comida de un sitio llamado Amore que creo que evitaré. Fui a otro para cenar y después me premié a mí mismo con un corneto. Veremos que tal va el próximo día con cuatro inmersiones, que esos son los días que acabas baldado.

El relato continúa en Orgía sin fin de tiburones y alguna manta

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2 respuestas a “El día de las morenas y las tortugas”

  1. Que lástima de almuerzo desaprovechado, aunque en realidad, lo importante lo conseguiste con el paladar… 🙂
    Salud

  2. Ya tardabas en tener una aventura con ese final, tanto viaje por ahí adelante en sitios exóticos aumenta el riesgo exponencialmente!